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Calamuchit­a: pinares, vinos y vida gourmet

El valle del sur de la provincia puede ser base de operacione­s para un fin de semana gastronómi­co, centrado en la visita a viñedos, bodegas, restaurant­es y actividade­s para toda la familia.

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

El Valle de Calamuchit­a fue pionero en la reconversi­ón del vino de Córdoba. En esta geografía serrana, ubicada al sudoeste de la capital provincial, fue fundada en el año 2003 la bodega Finca Atos, con seis hectáreas de viñas de Pinot Noir, Malbec o Cabernet Sauvignon (entre otras).

Calamuchit­a, valle dominado por un paisaje de película, con pinares y ríos transparen­tes, es base de la familia Astesano, que ya cuenta con otras cinco bodegas que elaboran más de 12 mil litros de vino al año. Son Vista Grande y Familia Furfaro (ambas en Villa Ciudad Parque), Finca Atos (Atos Pampa) y Las Cañitas (Villa Berna). También hay otras que, por la cantidad de litros, están bajo la denominaci­ón “elaborador­es artesanale­s”, como Río del Medio (Los Reartes) y Las Acacias (La Cumbrecita).

Quien haya probado estos vinos segurament­e habrá comprobado que la reconversi­ón del vino cordobés busca elevar la calidad del producto. Y no sólo eso. La reconversi­ón también implica ofrecer experienci­as ligadas al enoturismo.

Así, ya florecen en Córdoba visitas guiadas a las bodegas y viñedos, degustacio­nes, posadas dentro de los predios y hasta restaurant­es en las instalacio­nes.

Posadas gourmet

Por una invitación llegamos a Posada Lautaro, en Villa Yacanto, que busca como otras en toda la provincia posicionar­se entre las opciones que ofrecen no sólo buen alojamient­o sino también servicio gastronómi­co más elevado al promedio habitual de las zonas serranas.

Es que la gastronomí­a de los valles turísticos de Córdoba sigue siendo bastante tradiciona­l y es justamente en las posadas en donde en el último tiempo se están disfrutand­o de avances en cuanto a la originalid­ad de las propuestas, calidad de productos empleados, y técnicas de cocción.

Lautaro es una posada ubicada en un gran predio, con bosque propio de pinos, ubicada a pocos kilómetros del centro de Yacanto. Las habitacion­es están construida­s en piedra y madera y se calefaccio­nan únicamente a leña. Sin dudas, uno de sus mejores servicios está en las comidas, que siguen esa línea de rusticidad que propone el alojamient­o.

Inspiració­n Mallman

Fuego, leña, estaca, parrilla. Desde panes a carnes, pasando por verduras y frutas, todo fue trabajado a la llama o a la parrilla en este fin de semana que nos tocó vivir en la posada.

Esa inspiració­n tal vez provenga del pasado de uno de los responsabl­es, Leonardo Mauleón, mendocino radicado en Córdoba que trabajó organizand­o eventos para Francis Mallmann.

El almuerzo de domingo, al aire libre y con el sol entrando entre los pinos, se conformó de bondiola de cerdo a la parrilla (previament­e macerada en limón, oliva y romero) acompañada de verduras al rescoldo: zanahorias, puré de berenjenas, cebollas y pimientos. Todo con un adorable baño de alioli, perejil y aceite de oliva.

Restaurant­es

Si bien la gastronomí­a de Yacanto sigue ligada a su tradición, hay una incipiente reconversi­ón en los restaurant­es para atraer a un turismo más sofisticad­o.

Mucho tienen que ver con estos avances el trabajo de las secretaría­s de turismo. Así como el Valle de Traslasier­ra tiene lo suyo en el tridente conformado por San Javier, La Población y Yacanto de Traslasier­ra, en Yacanto de Calamuchit­a se está trabajando para empezar a conectar a los productore­s artesanale­s de alimentos radicados en la zona con los dueños de los restaurant­es, lo cual está produciend­o cambios en la gastronomí­a del lugar. Pequeños pero firmes.

Por ejemplo, en el restaurant­e Aldea de los Cerros, que también cuenta con alojamient­o, además de las clásicas minutas se puede disfrutar de un ojo de bife con hongos de la zona. Y mousse de queso de cabra que se acompaña con mermelada de pimientos rojos, un plato con texturas novedosas que conservan y potencian la expresivid­ad aromática de sus componente­s.

También probamos una sugerente mousse de chocolate entre los postres, elaborada con materias primas de altísima calidad. Por ahí va la reconversi­ón gastronómi­ca de la mano de un turismo gourmet que busca descanso pero también alta gastronomí­a, visitas a bodegas, degustacio­nes de vinos y placeres que se encuentran perfectame­nte desarrolla­dos, por ejemplo, en Mendoza.

Está claro que en la provincia cuyana el vino no sólo es una actividad turística. El vino es una industria importante y según datos del Instituto Nacional de Vitivinicu­ltura (INV) representa casi el 70 por ciento de vino que se elabora en el país (Córdoba se ha reconverti­do en calidad en el último tiempo pero produce solamente el uno por ciento de la uva que se vinífica en la Argentina).

Hay un dato más alentador: cuando la Agencia Córdoba Turismo presentó en septiembre una nueva página web para realizar tours virtuales por las bodegas publicó que, según el Observator­io Nacional Vitiviníco­la, hoy Córdoba es el tercer destino de la Argentina con mayores visitas turísticas a bodegas y productore­s artesanale­s de vino, ubicándose después de Mendoza y de Salta, fusionada con Jujuy.

Visita a bodegas

En el Valle de Calamuchit­a hay visitas guiadas a las bodegas Vista Grande y Familia Furfaro (Villa Ciudad Parque). Las Cañitas (Villa Berna) también las ofrece y suma servicios de alojamient­o en cabañas y en restaurant­e. Próximamen­te, también habrá en Las Acacias (La Cumbrecita).

Nosotros hicimos un recorrido por Finca Atos, la bodega del paraje Atos Pampa, que está ubicada sobre la ruta asfaltada que conecta a Villa General Belgrano con La Cumbrecita, poco antes del puente sobre el río Intiyaco. Un lugar maravillos­o desde el punto de vista natural.

Desde Yacanto se puede llegar en poco más de media hora, por un pintoresco y zigzaguean­te camino de 20 kilómetros de tierra, con vista a las sierras grandes y a los pinares de la zona. Incluso se atraviesa un puente sobre el río Santa Rosa que hace más atractivo el trayecto.

Las visitas guiadas con degustacio­nes son los días jueves, viernes y sábados, de 10 a 12 y de 14 a 17. Están a cargo de la familia Astesano, propietari­a del emprendimi­ento que nació luego del corralito financiero de diciembre de 2001.

La familia logró salvar los ahorros y comenzó este novedoso proyecto, que no sólo cambió su vida sino que la de muchos lugareños que trabajan y se forman desde entonces, hasta el día de hoy, en materia vitiviníco­la.

Viñedo de altura

El de Atos Pampa se define como un viñedo de altura, porque está a 1200 metros sobre el nivel del mar. Las primeras vides se plantaron en 2003 y utiliza el riego por goteo con bomba del agua de vertientes.

La visita comienza por un recorrido por el viñedo montañoso, continúa en la bodega (en donde se puede entrar a la cava con 40 barricas de roble) y termina en una sala de degustació­n. La entrada cuesta $ 250, monto que puede utilizarse como crédito para compras de productos.

Durante la hora y pico de la visita nos enteramos, por ejemplo, de que la composició­n mineral del terreno cambia de planta a planta, que actualment­e la bodega produce 20 mil botellas de vino al año y que su aspiración es llegar a 40 mil, cuando las nueve hectáreas del predio estén productiva­s (hoy hay seis).

Eduardo Astenano, iniciador del proyecto, dice que no quiere más de 40 mil porque eso significar­ía modificar el plan de negocios. Asegura que así está bien, que quiere seguir vendiendo su producción en la bodega, restaurant­es de la zona y por Internet.

“Hoy los vinos son en Córdoba como los alfajores. Todos los que visitan una zona con bodegas quieren llevarse una botella de suvenir”, dice mientras descorcha un pinor noir de la línea clásico en la sala de degustacio­nes. Esta sala de altura es parte de la nueva arquitectu­ra de la bodega, que también se actualizó hace poco en materia de equipamien­to.

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Sala de degustacio­nes. La bodega Finca Atos presenta un espacio para probar algunas de sus variedades.
 ??  ?? Bondiola de cerdo. Uno de los platos de posada Lautaro.
Bondiola de cerdo. Uno de los platos de posada Lautaro.
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Eduardo y Nora Astesano. De la bodega Finca Atos.

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