La escalada de un chiste interno
Pablo Rossi habla de su salida de “Animales sueltos”, luego de una noche de debate caliente e intenso. Y revela sus expectativas mediáticas para 2020.
HAY QUE DARLE TIEMPO AL NUEVO PRESIDENTE, MÁS ALLÁ DEL ESPACIO DEL QUE PROVENGA Y MÁS ALLÁ DE NUESTRA SUBJETIVIDAD.
–¿Qué pasó en “Animales sueltos”, cuál es tu versión?
–En realidad, las noches de debate caliente venían desde hace tiempo; esa era una característica del programa, de hecho. Pero un chiste interno terminó escalando en esa mezcla explosiva de mensajes de WhatsApp que te llegan sobre el filo, para advertirte de algo. Juan Cruz Ávila (productor) bromeaba conmigo y me decía “el día que no hables de Córdoba te doy 500 pesos”. Y sucedió que ese día hablé de Córdoba; no porque yo hiciera cordobesismo, sino porque Córdoba había sido epicentro de un evento clave. Era noticia a analizar, de modo indiscutible. Bueno, el chiste interno escaló por esa circunstancia en mi teléfono y de repente se transformó en una discusión con Alejandro (Fantino, conductor), que no estaba al tanto del código que manteníamos con Juan Cruz. Tengo una excelente relación con Ale, la tuve siempre y la seguiré teniendo.
–Des dramatizás, entonces.
–Sí, porque no hubo ningún problema. La forma intempestiva con la que me expresé quedó como presagio de una ruptura. Pero no se rompió nada, en serio. Yo necesitaba parar porque cada vez que iba a Animales sueltos dormía sólo cuatro horas. Llegaba a casa a la 1.30, me dormía a las 2 y me despertaba a las 6. “Dale, aguantá”, me decía Juan Cruz porque el programa medía bien, tenía picos de rating estupendos. Pero yo veía que mi vida entraba en una locura que, a decir verdad, vislumbré desde el principio. Lo cierto es que el programa me sirvió muchísimo, experimenté esta idea loca del debate en vivo fuerte, político e interesante. Sería ingrato de mi parte si contara que no dije lo que quise y en el momento en el que me pareció indicado. Mi característica fue esa frontalidad.
Después, la gente especula con líneas editoriales, bajadas políticas. Eso corre por cuenta de la inteligencia de cada televidente.
–Con cierta lógica, el televidente especula que antes de salir al aire se llega a un acuerdo entre panelistas, a un punto meridiano. ¿Es así?
–No. La idea es exponer las posturas en la mesa, directamente. Yo tenía la mía. Fui muy crítico del curso económico de Macri. Tanto en radio como en televisión, fui duro con Dujovne, con Peña. Pero con las Paso, interpreté que no era el momento de hacer leña del árbol caído y acudir en pelotón hacia el ganador. Vi cómo empresarios, periodistas y sindicalistas acudieron a entronizar a Alberto Fernández como el nuevo líder único de la Argentina. Estaban desesperados por ungirlo. Entonces, me ocupé de rescatar valores del macrismo que, para mí, fueron importantes. La elección también puso en valor el capital de Juntos por el Cambio. El que me conoce, lo ha tenido muy claro. El televidente es mucho más inteligente de lo que se supone del otro lado del mostrador.
–¿No volvés al ritmo frenético de radio y televisión todos los días hábiles?
–Este año no haré más televisión... Se terminó un ciclo intensísimo. Quería hacer televisión e hice televisión en un lugar central. Por eso el agradecimiento a Ale, quien desde el minuto uno me quiso tener en esa mesa, algo que muy poca gente sabe. Desde que estaba en Cadena 3 me quiso. He recibido ofertas para hacer programas en América 24, pero no una, varias. Y he tenido que decir que no porque no tengo más tiempo material. Otro de los factores clave ha sido Córdoba, la medición de Radio Mitre allí ha sido la mejor noticia que tuve en el año.
La lectura que hacemos de la segmentación de las audiencias, es que, en la medición plena y autónoma de las AM, hemos ganado 12 puntos del año pasado a hoy. Cadena 3 ha perdido 9 puntos en AM y Radio Universidad, 7. Es muy difícil estar en Buenos Aires y mantener un cordón umbilical con Córdoba. Me pareció lógica y casi un deber ser esa defensa de Córdoba en una mesa porteña. Algo que tenía que cumplir y que cumplí, creo.
Una chance –¿Cuáles son tus ambiciones mediáticas?
–Me gustaría ordenar mi tarea radial. La expectativa es renovar con Mitre tanto en Buenos Aires como en Córdoba y, tal vez, aportar en televisión. Mi participación en Animales sueltos me ha ayudado en la performance radial. Además, me di cuenta de que el programa se ve mucho en Córdoba. Me lo dijeron los círculos de poder, o personas que participan de lo que llaman el círculo rojo. En fin, vamos a ver. Es un 2020 desafiante, hay que barajar y dar de nuevo. Hay un nuevo gobierno, refrescamientos de grilla y una crisis económica que afecta la organización de proyectos. Seré paciente. Y si no hay un guiño, tengo la radio como un territorio a cuidar.
–En redes se da por sentado que los periodistas son operadores, funcionales a un blindaje... ¿Te afecta esa generalización?
–Las redes son insoslayables. Hay que comprender el fenómeno y administrarlo. Es muy difícil, ha nacido un competidor sin un rostro definido como nosotros cuando hacemos una nota o ponemos la cara en pantalla. Es como un magma de voces, de anónimos, de fanáticos y de gente muy razonable que es muy difícil de sobrellevar, sobre todo, en determinados microclimas. Yo tengo un parámetro: no contesto agresiones y, sin ningún pudor, las bloqueo. Tengo el derecho. No hay un ejercicio de libertad de expresión cuando te putean. No. Es un ejercicio de soberanía personal elegir con quién vas a intercambiar opiniones. Cuando estás en un medio, hay jerarquías y una empresa que te ha puesto en un lugar, pero en materia de redes, desde la horizontalidad bloqueo el insulto o lo que esté orquestado para lastimarte. Y por las mías, mantengo y trato de difundir lo que pienso y lo que hago como comunicador. No sé hasta dónde avanzará este fenómeno… Siempre digo que el periodismo está en crisis, como todos los formatos de comunicación, y en permanente evolución. He aprendido a sobrellevarlo.
–Hay un nuevo presidente y de ambos lados de la grieta la expectativa crece en términos de desprecio y excitación, según el caso y cómo se lo analice. ¿Cuáles son tus expectativas como analista político?
–Esperaré, esperaré. Hay que darle tiempo al nuevo presidente, independientemente del espacio que provenga y de nuestra subjetividad. Tengo pronósticos sobre el proceso político que se avecina porque conozco a Cristina Fernández de Kirchner. No obstante, el experimento de un peronismo que busca dejar atrás viejos errores y mejorar me obliga a darle una chance. Estaré en la posición crítica de siempre, de la crítica constructiva pero frontal y sin ambigüedades. Mantengo lo de populismo nunca más. Si esa será la vía que tome el Frente de Todos, me encontrará en la vereda opuesta.