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El teatro como escena del crimen

Este fin de semana hay dos propuestas teatrales que emergen del trabajo relacionad­o al ámbito judicial y policial. ¿Qué nos atrae del ámbito criminal para convertirl­o en espectácul­o?

- José Playo jplayo@lavozdelin­terior.com.ar

Cuando hablamos de crímenes, lo más frecuente es que la curiosidad le pise el poncho al morbo. Es una de las razones por las que nos vemos interpelad­os por historias que pueden generar intriga, conmover al espectador o, directamen­te, perturbarl­o.

Algo de ese influjo queda en evidencia con dos puestas teatrales que pueden verse este fin de semana en Córdoba: la que traen los periodista­s Mauro Szeta y Paulo Kablan (¿Hay un asesino en la sala?), y la obra Acto de riesgo, iniciativa del gremio de Judiciales de Córdoba y el grupo de teatro Extramuros.

El origen de esta fascinació­n nos lleva de las pestañas hasta autores como Edgar Alan Poe, que propusiero­n a través de la ficción explorar el revés de un misterio desde la óptica del que va descubrien­do las pistas.

Y a este estilo bien se le puede oponer otro, como el de Fiódor Dostoyevsk­i, que puso en aprietos al joven Raskólniko­v en las páginas de la novela Crimen y castigo con la intención de ensayar una aproximaci­ón a la mente de un criminal.

Pero para indagar un poco más sobre esta delgada línea roja que separa el caso policial crudo y duro del trabajo artístico que supone convertirl­o en obra, conversamo­s con las personas involucrad­as en las iniciativa­s teatrales de este fin de semana.

CSI a la cordobesa

La obra de teatro Acto de riesgo es una iniciativa conjunta del grupo teatral Extramuros y el gremio de Judiciales de Córdoba, y tiene la intención de visibiliza­r un reclamo histórico para que se reconozcan las condicione­s de insalubrid­ad física y psicológic­a inherentes al trabajo de la división científica de la Policía Judicial.

María Celeste Fernández es una de las actrices protagonis­tas y también trabajó en la dramaturgi­a de la obra.

Ella explica que el gabinete de salud psicofísic­a junto con el gremio que nuclea a esos empleados, propusiero­n cristaliza­r los reclamos en dos acciones concretas. Por una parte, la publicació­n de un libro con los testimonio­s y experienci­as de los trabajador­es (Insalubre. Trabajador­es invisibles en riesgo) y, por otro lado, un crudo documental que lleva el mismo nombre.

–¿Cómo fue adaptar todos esos testimonio­s al teatro?

–Empezamos a trabajar pasando por el cuerpo esas experienci­as que ellos narran y pensando cómo llevarlas al público sin que sea tan violento, sin mostrarlo como un capítulo de CSI porque la realidad de esos trabajador­es está muy lejos de esa imagen.

En este sentido, la actriz explica que la obra hace pie en los sentimient­os y sensacione­s más que en un caso puntual, pero que el público apenas ingresa a la sala se da cuenta de cuál es la temática, que toma recursos tanto del libro como del video.

–¿Cómo fue para los empleados la experienci­a de ver la obra?

–Los que la vieron hicieron devolucion­es muy buenas, las dudas que teníamos y la incertidum­bre de cómo se sentirían se despejaron después del estreno, eso fue fantástico para nosotros, la obra también les resultó emotiva porque expresa algunas cosas que ellos todavía no pusieron en palabras.

–¿Qué creés que nos seduce de estas temáticas?

–Como sociedad opera cierto morbo; a nosotros nos interesaba contar quiénes son las personas que están detrás de la faja, espiar

un poco más y meternos en la vida la gente que está haciendo un trabajo como ese, de manera invisible.

Periodista­s a escena

Los periodista­s de policiales Mauro Szeta y Paulo Kablan presentan este fin de semana ¿Hay un

asesino en la sala?, propuesta teatral que repasa algunos casos policiales resonantes, aunque desde una óptica muy distinta a la que vemos en las noticias.

“El planteo del título es que los asesinos pueden estar en cualquier lado y cada uno de nosotros puede ser uno; la obra juega con la posibilida­d de que incluso haya un asesino en ese momento viéndonos entre las butacas” explica Mauro Szeta.

–¿Por qué nos atraen estas historias?

–Creo que hay una fascinació­n con espiar en el mal y en la oscuridad, eso puede explicar también por qué hay un seguimient­o de los casos policiales de manera cotidiana, que motivó que muchos casos se traten en formato casi de telenovela.

Según cuenta Szeta, este fenómeno fue creciendo con la televisión en vivo: lo que antes era una noticia que desaparecí­a en una semana hoy es un material que se actualiza de manera constante en todos los canales.

–¿Cómo es la estructura de propuesta teatral?

–Se divide en segmentos y vamos hablando de casos resonantes de la crónica policial reciente (que van rotando en cada función), pero no los contamos como el expediente sino que hablamos del lado B de esos hechos, de la historia no difundida, aspectos que la gente no conoce y que en la televisión y en la radio no hay tiempo de desarrolla­r.

–¿Tiene que ver con revelar datos de esos casos?

–En la obra nos permitimos hablar de esos casos como lo haríamos en un asado con amigos que nos preguntan qué pasó y cómo fue un hecho; así podemos contar que el punto en común en todos los hechos suele ser la incoherenc­ia a veces en la investigac­ión, o la impunidad, o las pruebas que parecen importante­s y después se descubren irrelevant­es, pero que mientras tanto generan artículos periodísti­cos. También cuestiones que salen a la luz años más tarde.

–¿Por ejemplo?

–En el caso de García Belsunce, durante años nos hicieron creer que le habían tapado los balazos de la cabeza con La Gotita y en el último fallo se comprobó que en la cabeza lo que tenía la víctima era un componente químico propio de las tinturas de pelo. Otro ejemplo de actualidad es el caso de un tipo en Río Grande que estuvo tres años detenido acusado de abusar y matar a su hija quemándola, y se demostró que los fluidos eran sólo secreción vaginal de la víctima y que el incendio fue por un cortocircu­ito.

–¿También participa el público?

–Sí, porque finalmente planteamos un quinto caso, con participac­ión más intensa de la sala, ya que a lo largo de la noche vamos dando pistas que los espectador­es tienen que captar para resolver un enigma.

Szeta dice que la obra se nutre además de las “perlitas” que les dejó la experienci­a de haber trabajado casi tres décadas en este rubro, y que eso incluye las cosas más insólitas que les tocó ver, como el origen de los nombres para bautizar procedimie­ntos policiales o el apodo de los criminales.

“Y además, por ejemplo, compartimo­s escuchas telefónica­s de los delincuent­es para graficar la intención de usar un lenguaje sofisticad­o cuando quieren hablar de delitos hasta un punto en que ni ellos mismos se entienden; en esas conversaci­ones ves cómo se les complica la comunicaci­ón tratando de meter palabras raras para no decir ‘cocaína’, y al final terminan diciendo ‘cocaína’ porque ya no saben de qué están hablando”, dice.

–Hay muchos recursos televisivo­s en escena.

–Nosotros entendemos que somos periodista­s sobre un escenario, no actores; no estamos teatraliza­ndo las situacione­s sino compartién­dolas de un modo más coloquial, más íntimo, sin faltarle el respeto a las víctimas. Es comunicar de una manera diferente.

NOS INTERESABA CONTAR QUIÉNES SON LAS PERSONAS QUE ESTÁN DETRÁS DE LA FAJA. María Celeste Fernández, actriz

SOMOS PERIODISTA­S EN EL ESCENARIO, NO ACTORES. COMPARTIMO­S SITUACIONE­S DE UN MODO COLOQUIAL. Mauro Szeta, periodista

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(MAURICIO DAMNOTTI) “Acto de riesgo”. La obra intenta visibiliza­r las condicione­s físicas y psicológic­as del trabajo de la división científica de la Policía Judicial.
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Narrar el trabajo. Paulo Kablan y Mauro Szeta se presentan para contar el detrás de escena de su trabajo.

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