“Watchmen”. Miradas opuestas de la serie.
Cuando te gusta una serie hasta quitarte el sueño, no hay nada más tentador que leer sobre ella, analizarla en conversaciones eternas, escuchar referencias, buscar información extra. Pero que todo eso sea necesario para entender una serie es otra cosa.
HBO presentó Watchmen hace un par de semanas con un aparataje de lanzamiento que aspira a convertirla en una de esas series de culto y masivas a la vez que la cadena alumbra cada tanto (como la genial Westworld).
Los fans de la novela gráfica presentaron sus primeras objeciones, por desacuerdos estéticos o relacionados con el espíritu original del relato.
Pero aquellos que no somos fans estamos tras casilleros atrás: tratando de entender un poco de qué va la cosa. Con cinco episodios ya vistos. Podemos admirar la trama política, la densidad con la que el relato de superhéroes se vincula con la herida más profunda de Estados Unidos (su segregación racial), captar las ironías puestas en boca de los personajes. Pero no mucho más.
Después de cada episodio de una hora es necesario escuchar un podcast (de también una hora) que explica las referencias, da datos sobre los links que no advertimos, cuenta lo que el episodio no dice. A veces, ni con eso basta, y es necesario googlear y wikipedear un buen rato para entrar –un poco– en ese universo que la narración televisiva aborda con lagunas profundas. En este sentido, quizá
Watchmen sea la primera serie que viene con manual de instrucciones. Una lástima que, hasta ahora, no pueda defenderse por sí misma.
¿Se trata de una torpeza narrativa de los creadores? No parece que sea el caso. Damon Lindelof ya ha hecho movimientos como este antes, pero con más ingenio para mantener en alto la intriga. No se trata de que
Watchmen proponga “espectadores inteligentes”, sino de que nos está mandando a estudiar.