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En su punto de maduración

Carlos López Puccio habla de la vigencia de Les Luthiers y describe su relación con el público joven. Además, adelanta cómo será el espectácul­o “Gran reserva”.

- José Playo jplayo@lavozdelin­terior.com.ar

SIEMPRE PENSAMOS QUE LES LUTHIERS IBA A DURAR POCOS AÑOS, QUE LES HABLÁBAMOS SÓLO A NUESTROS CONTEMPORÁ­NEOS.

SIGO FASCINADO CON EL MUNDO QUE ME RODEA, Y AUNQUE ME INDIGNE A VECES, AGRADEZCO HABER PODIDO VER EL CAMBIO TECNOLÓGIC­O.

Así como ciertas bebidas pasan años dentro de un envase apropiado para ganarse la calificaci­ón de “Gran reserva”, algunos grupos humorístic­o-musicales también pueden ganar en calidad gracias al ámbito en el que se han desenvuelt­o a lo largo del tiempo.

Quizá el teatro sea una especie de barril que convirtió la aventura loca de un grupo de músicos con tendencia al humor en un maridaje de equilibrio perfecto, maridaje que el próximo fin de semana desembarca en Córdoba para una presentaci­ón de tres fechas (viernes 29, sábado 30 y el domingo 1 de diciembre) con el espectácul­o Les Luthiers Gran

Reserva.

Según explica Carlos López Puccio, se trata de una antología. “Lo que quiere decir que no es un espectácul­o totalmente original, que está armado con ideas que aportamos todos, ideas que probamos primero si nos causan la misma gracia que nos causaban antes, si están a la altura de la expectativ­a actual”, adelanta.

En rigor, las antologías son uno de las mejores formas de curaduría para la cantidad de material que hay en su obra. El repertorio en este caso, adelanta López Puccio, le gusta por variado.

–¿Hay una especie de hilo conductor?

–A diferencia de otros espectácul­os, no lo tiene. En Lutherapia hay una sesión de psicoanáli­sis que hilaba los números como fantasía de un paciente; en Los Premios Mastropier­o había una escena recurrente que eran los dos locutores presentand­o el galardón; en Himnovasio­nes se modificaba el himno nacional y en Viejos Hazmerreír­es estaba la radio tertulia. Todas tenían una coherencia a la que renunciamo­s en este caso, porque se trata de una sucesión de cosas que nos parecen divertidas y están bien administra­das.

A los 73 años, el músico dice que Gran Reserva, de lejos y formalment­e, puede parecer menos vistoso, pero que funciona muy bien por la sorpresa, porque no hay recurrenci­a y hay variedad.

“En cierta forma es una vuelta al modelo que cultivábam­os antes, cuando nuestros espectácul­os de décadas atrás tenían una sola hilación que era el presentado­r que hablaba antes de cada obra. Fuimos incorporan­do elementos más teatrales, escenas ‘dramáticas’; acá estamos volviendo a los orígenes”, dice.

Peinar canas

Habiendo ingresado en los inicios de la formación, y tras cumplir uno a uno todos los roles dentro del conjunto, la visión de López Puccio es integral sobre la historia de Les Luthiers, y tiene muy en claro cuál es el espíritu que guía la voluntad de todos: hacer humor.

–¿Se miran diferentes las cosas habiendo pasado por poquito la brecha de los 60?

–Agradezco lo de poquito, pero en mi caso es bastantito. Hace muchos años la expectativ­a de vida era distinta, yo hoy tengo la sensación de que voy a vivir para siempre, o casi. Me siento afortunada­mente bien conmigo, con mi cuerpo y mi capacidad creativa, con el trabajo. Han ocurrido muchos sucesos a mi alrededor y me dejan ciertas conviccion­es de las que me río, porque parecen de viejo, al estilo “no miijito, las cosas no son así”, pero sigo fascinado con el mundo que me rodea, y aunque me indigne cada tanto, agradezco haber podido ver sobre todo el cambio tecnológic­o.

–Se lo nota optimista.

–A mis 73 sigo siéndolo. Creo que la civilizaci­ón va a ir para mejor, pese a todo.

–A veces resulta difícil ver

cosas positivas en la actualidad.

flujos –Uno de siempre corrientes está inmerso de un lado en para en el el bosque otro, estamos sin poder sumergidos verlo. Pero hay ha hecho que mirar cosas que maravillos­as; el ser humano y aunque bélico, destructor, siga siendo pendencier­o, hay muchos logros. Pensemos en la ciencia, en los grandes inventos que se han hecho a pesar de lo difícil que es la convivenci­a entre seres humanos.

Histórico convenio

Los aplausos del público son una constante en la historia de Les Luthiers. También las giras. El equilibrio conseguido a fuerza de ser grandes músicos que se toman esa grandeza con humor es casi un convenio firmado con quienes consumen el material en butacas o en redes sociales, donde cautivan a todas las edades.

–¿Cómo se lleva con las nuevas generacion­es?

–Siempre pensamos que Les Luthiers iba a durar pocos años, que sólo le hablábamos a nuestros contemporá­neos, y nos fuimos dando cuenta de que una franja de humor llama a cierto público que no es necesariam­ente de una sola generación. Estamos sorprendid­os a esta edad con que siga habiendo buen público y que aparezcan los jóvenes.

–¿Los “millennial­s” están adoptando a Les Luthiers?

–Nos están descubrien­do y adoptando como modelo posible de humor, eso nos interesa mucho, pero no sabemos todavía si aparecerán modelos de espectácul­o que respondan solamente a los millennial­s.

–El disfrute en escena sigue vivo, no parece que estuvieran trabajando.

–Nosotros la pasamos muy bien, creo que a lo largo de los años hemos diseñado el género Les Luthiers y con eso la gente nos quiere, el hecho de que se rían nos da mucho placer, ver disfrutar da mucha alegría; en lo personal, no me quiero bajar del escenario porque disfruto de esa relación con desconocid­os que pagaron una entrada para venir a vernos. Eso te da vida.

Pero no todo fue color de rosa en los comienzos. Y de hecho, el grupo tuvo que hacer terapia para aceitar la mecánica.

Impulsados y gestados por voluntad de Gerardo Masana a fines de la década de 1960, y en dupla parental con Marcos Mundstock, los primeros pasos fueron conflictiv­os. López Puccio se sumó en 1969: “Y al poco tiempo Gerardo se enfermó, falleció y entramos en crisis”, recuerda, en relación al golpe que significó perder a uno de los padres de la formación.

–¿Así empezaron a hacer terapia de grupo?

–Todo se rompió justo cuando estábamos en una especie de éxito incipiente y alguien nos aconsejó que fuéramos a ver a un especialis­ta en terapia institucio­nal.

–¿Cuánto duró el tratamient­o?

–Y fueron como 20 años. En principio salimos de esa crisis terrible y a partir del 73 hubo una recreación brutal del grupo, con nuevas manera de relacionar­nos, y empezamos a mirar todos hacia un proyecto común y no el original, así crecimos mucho y empezamos a ser dueños, a compartir las autorías y el futuro éxito.

–¿Qué aprendiero­n con esa experienci­a?

–Básicament­e nos dimos cuenta de que era un proyecto de todos, que las obras no eran de uno y que no hubiéramos existido como grupo sin los demás. Nos vino bárbaro, era una obligación semanal de juntarnos para pelearnos con guantes ante un juez sabio.

–¿Qué le dirías al joven Carlos que eras entonces?

–Le diría “Cuidate porque esto que viene te va a torcer la vida”. Eso me pasó. Yo pintaba para músico serio y académico y apareció Les Luthiers. Pero tuve suerte, terminé eligiendo bien.

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(PRENSA LES LUTHIERS)
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(GENTILEZA DE LES LUTHIERS)
 ?? (GENTILEZA DE LES LUTHIERS) ?? En escena. Roberto Antier, Martín O’Connor, Carlos López Puccio, Tomás Mayer Wolf , Horacio “Tato” Turano y Jorge Maronna.
(GENTILEZA DE LES LUTHIERS) En escena. Roberto Antier, Martín O’Connor, Carlos López Puccio, Tomás Mayer Wolf , Horacio “Tato” Turano y Jorge Maronna.

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