Todo superhéroe es político
“Una total falta de respeto por el material original”. “Ya tenemos suficiente política en nuestras vidas, ¿podemos escapar un poco?”. “El peor programa que HBO haya creado “.
Basta entrar al sitio Rotten
Tomatoes para ver las bajas calificaciones de los espectadores “comunes” y sus comentarios defenestrando Watchmen
(apenas un 43% la valoró bien), al lado de un contundente 96% de calificaciones positivas por parte de “la crítica”.
¿Otra muestra más de que los críticos son unos snobs y el verdadero soberano es el público? Tal vez no.
Es innegable que Watchmen rompe con varias convenciones establecidas. Una doble vía de cuestionamiento al poder presenta batalla tanto en la trama urdida en esa realidad paralela de ficción como a partir de lo estrictamente formal.
Por el primer carril, pareciera que no se trata de que la adaptación libre del cómic escrito por Alan Moore se meta con “la política”. Al fin y al cabo, varios éxitos recientes de taquilla del género superhéroes y villanos
(Batman, más acá El Guasón) suponen posicionamientos fuertes en torno a la marginalidad, la desigualdad y la corrupción, todos tópicos a los que vivimos sobreexpuestos sin necesidad de acudir a la ficción.
Lo que pasa aquí es que hay una deliberada vuelta de tuerca argumentativa sobre cuestiones todavía más urticantes como el color de piel, el racismo y al nacionalismo como ejes argumentativos omnipresentes. En cuanto a las formas,
Watchmen demanda algo más que un espectador a la espera de que “le cuenten qué, quién y por qué”. Deja tanto librado a la obligación de investigar (googlear) para saber lo que está pasando, que antes que destinada a un público ya iniciado, la serie parece hecha para construir fans desde cero.
Va en buen camino.