El Patio de la Pirincha, un espacio con clima propio
Si hay un espacio en el que se vive una energía absolutamente diferente al vértigo que se genera alrededor del festival, ese es el Patio de la Pirincha.
No es estrictamente una peña (se cobra una contribución “consciente”) ni tampoco un patio de guitarreadas, sino que se trata de una propuesta cultural e integral.
Allí, desde la tardecita, se suceden propuestas como charlas, talleres y conciertos en clave intimista, que a pesar de anclarse en el formato cantautor (con gran presencia femenina) también incitan al baile colectivo.
Habilitación
Después de algunos conflictos con el municipio y una rotunda transformación en su propuesta, el “Patio de la Piry” (como se la conoce a la dueña de casa, Claudia Guzmán), por primera vez consiguió este año la habilitación como patio cultural.
Camino a cumplir las dos décadas, en esta edición se viven verdaderas perlitas artísticas que propician un ecosistema absolutamente propio, alejado de la histeria festivalera y con un sonido que no aturde ni a espectadores ni a vecinos.
Como cuando Paola Bernal cautivó con su dulce susurro a los oídos atentos, las profundas canciones del mendocino Nahuel Jofré.
O una nueva edición de la celebración a la música de Raúl Carnota, un imprescindible de nuestra música popular que todavía espera por su merecido reconocimiento en el festival.
Hace unos años, en una entrevista en la que habló sobre este tipo de espacios, “la Piry” le había dicho a VOS: “Las gestiones y las comisiones pasarán, pero los patios, las peñas y las guitarreadas están más allá y ya son parte de la cultura del festival y de la ciudad en general. No hay que perder de vista eso”.