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“Alhelí se construye en la función”

La actriz cordobesa Jorgelina Castagno le da vida a la payasa Alhelí, un personaje que de a poco se fue metiendo en el corazón de los niños. Y que se presenta en Carlos Paz.

- Santiago Berioli Especial

Desde la plaza donde actuaba detrás de la iglesia en Carlos Paz, hasta su llegada a un teatro el año pasado con continuida­d esta temporada, su propia historia le sirvió para montar este nuevo espectácul­o. Cumpliendo sueños es un nuevo capítulo en la vida de Jorgelina Castaño, un nuevo paso para su personaje, la payasa Alhelí.

–¿Cómo es convivir con la dualidad de ser Jorgelina y Alhelí?

–Yo soy melliza y siempre me crié o me gesté con la dualidad. Creo que el trabajo de los actores es todo el tiempo construir esa dualidad o esa multiplici­dad de personalid­ad. Creo que, básicament­e, el rol de los actores es potenciar y desarrolla­r esa capacidad. Yo construí la payasa Alhelí hace 13 años y estar detrás de la nariz colorada me permite entrenar muchos personajes: usar el drama, el melodrama, la comicidad, todo detrás del personaje.

–Pero es tu alter ego, porque tu nuevo espectácul­o se llama “Cumpliendo sueños” y vos dijiste que era parte de tu historia eso.

–Es que yo creo que la payasa todo el tiempo juega con su propia vida y su propia emoción. Cuando uno es verdadero en escena es cuando puede generar cosas en el otro. Cuando uno entrega toda su esencia al servicio del público genera cosas. Yo entrego todo lo que soy arriba del escenario. Si un día estoy de mal humor, y sí, esa energía va a subir al escenario conmigo. Después sacaré mis propias conclusion­es de cómo lo hice. Como mujer gestora y trabajador­a, y como payasa mujer, que también es todo un desafío.

–¿Cómo fue construir una payasa en un mundo de payasos?

–Fue y es muy difícil. A mí me preguntan qué referente tengo y yo no tengo referentes, estoy construyen­do mi camino yo sola. Puedo buscar herramient­as de distintos actores o cómicos, pero construir una payasa en un mundo de payasos es un trabajo del día a día. Hoy, con la sensibilid­ad social que hay y cómo se está desarrolla­ndo el mundo femenino, para mí es muy importante demostrar que Alhelí es una mujer. Que detrás de esa payasa hay una mamá que está trabajando, escribiend­o y componiend­o para la vida de mi hija y de los hijos de todos.

–¿Y en qué se diferencia del payaso o del cómico hombre?

–Es muy delicado, porque el hombre cómico tiene permisos que la mujer no tiene. El hombre tiene permitido un código humorístic­o que en la mujer sería inmediatam­ente señalado. Yo tengo un código del humor universal y jamás juego con malas palabras o doble sentido, primero porque no me gusta, pero también porque me jugaría en contra. El hombre tiene ese permiso, es más, es el hombre el que se permite a sí mismo usar ese humor. Yo no lo podría hacer nunca, no me sale.

–¿Cómo es tu inspiració­n para el humor?

–Yo hago humor para el otro, no desde el otro. Yo construyo el humor y me río de mí misma, de mis propios chistes, de mi forma de bailar o de mi forma de intentar cumplir los sueños. Yo me río de mí misma pero jamás del otro. La magia de la nariz roja me permite hacer cosas arriba del escenario que a veces no puedo creer. Esa nariz me permite diferencia­r la Jorgelina que trabaja, se esfuerza y produce de la Alhelí que divierte y hace reír. Esa es mi dualidad.

–¿Alhelí es un personaje que construist­e o va tomando vida propia sobre el escenario?

–Básicament­e, no creo en la permanenci­a ni en la quietud. Como artista y como profesiona­l del arte no puedo creer en la quietud. El personaje de Alhelí se construye en cada función y con cada público. Yo siento que todavía el personaje está en los cimientos y creo que se va a seguir construyen­do con la complicida­d que me da el público. Como actriz busco movilizar, generar, provocar y hay que entrenar eso, hay que entrenar el poder ser empático, poder entrenar la emoción. A mí me ayudan los niños. Lo niños salen con una inteligenc­ia emocional que los adultos vamos perdiendo.

–¿Tenés la tristeza oculta que, se dice, convive en todo payaso?

–Creo en el cuerpo total, en la unión de las emociones, la mente y de las acciones. Vinimos a cubrir carencias. Cuando somos adultos y podemos localizar los vacíos y las carencias que tuvimos de niño, podemos ir sanándolos. Al ser melliza nací en un mundo de comparació­n, de ver a quién atendían y a quién no. Por algo soy actriz y me subo al escenario para que me miren.

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(LA VOZ)

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