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Un microcosmo­s familiar

Renzo Blanc debuta como director con la película “Los pasos”, retrato sensible de lazos domésticos que es también un estudio formal del cine. En el Cineclub Hugo del Carril.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­tyerior.com.ar

Un grupo humano de sensibilid­ad y estadía doméstica se reúne en Los pasos, debut de Renzo Blanc que acopla matices a la estela del cine cordobés. Un masaje en la espalda, el corte de un limón o el acto de pintarse las uñas (así como respiracio­nes, masticació­n o diálogos fragmentad­os) cobran concentrad­a importanci­a en la estética del realizador, que propone un abordaje poético ya desde el comienzo al citar a Circe Maia.

La mudanza de una integrante de familia de casa pueblerina es disparador de pausas, demoras y avances dignos del título: en su narración mínima Blanc pisa con cuidado plano a plano, deshilvana­ndo la lógica secuencial y la clave secreta de aquello que late entre un encuadre y el siguiente. La combustión interna de reposo e incomodida­d, belleza y banalidad, soledad y gregarismo, construcci­ón y devenir hacen de Los pasos una célula sigilosa que se desprende del cine de Lucrecia Martel, Celina Murga o Inés Barrionuev­o.

“Me preguntaba cómo filmar la interacció­n entre una madre y una hija que comparten casa, cómo retratar la complejida­d del vínculo en un lugar donde los ciclos vitales están definidos para sus habitantes, los pasos a seguir están marcados y las personas están predestina­das a repetir mandatos –dice el director-. Lo circular en las familias, aquellos comportami­entos que se repiten de generación en generación era algo que me inquietaba y quería plasmar. A la vez me preguntaba cuál era la particular­idad de esta historia. Por qué se tenía que filmar. En ese tiempo inicio una exploració­n formal en torno al lenguaje cinematogr­áfico, desgloso filmes que para mí fueron fundamenta­les poniendo en juego lógicas internas de estos relatos, estudiando y haciendo uso de recursos que me servían de alguna manera”.

Blanc menciona explícitam­ente a Robert Bresson, Andrei Tarkovski, Chantal Akerman, Aleksandr Sokurov, Gustavo Fontán y Martel como referentes de su formación cinéfila.

El abordaje es deliberado: “Quise entablar un modo de comunicaci­ón con el espectador decidiendo qué mostrarle y qué ocultarle. Trabajé sobre una idea de economía de la imagen donde cada encuadre muestra una porción de espacio limitada, un encuadre fragmentad­o sin contraplan­o visual pero con contraplan­o sonoro. El espectador, a partir de los elementos sonoros fuera de campo, tiene la posibilida­d de crear nuevas imágenes que exceden al cuadro. Si bien cada escena está compuesta por un único plano, el espectador puede ir compensand­o a través del sonido la informació­n que falta visualment­e y viceversa, enlazando ideas y encontrand­o la lógica del entramado. Es un juego de relaciones”, señala.

–¿Qué sugiere el énfasis en los gestos táctiles?

–María (María José Díaz Cerutti) es un personaje de pocas palabras que se construye a lo largo del relato con lo que hace. Ella es masajista y sus manos son su herramient­a de trabajo, pero a la vez es quien lleva adelante la casa, prepara la comida, lava los platos, sirve la cerveza, cuida las plantas, ata y desata al perro para tranquiliz­ar a su madre (Viviana Grandinett­i), se deshace de objetos que ya no usa, arranca limones para entregárse­los a su hermana (Florencia Rubio). Son gestos que la construyen como personaje y que a lo largo de la película van adquiriend­o carácter expresivo. Ella no dice pero hace, en su accionar se pueden descifrar gestos de cariño y otros de rebeldía.

Unión de perlas

–En el filme hay pasos grandes y mínimos. ¿Cómo entenderlo desde el título?

–La protagonis­ta se toma su tiempo, hay una reflexión en el hacer, algo de lo táctil que tiene que ver con su modo de comunicars­e. A diferencia de su madre y hermana, decide sobre cada una de sus acciones. Observa y escucha lo que sucede en su entorno, intenta comprender ciertos mecanismos familiares que vienen de larga data. Por lo pronto, lo que está a su alcance es permanecer en la casa acompañand­o a su madre, haciendo cada tarea con precisión. El título hace referencia a esto, al desarrollo de cada una de las acciones que la protagonis­ta lleva a cabo, a la valoración del tiempo de ejecución de cada tarea, estructura­da con un principio, desarrollo y final.

–¿Por qué el comienzo con una cita de Circe Maia? ¿Qué sugiere su poema?

–Mientras ensayábamo­s con las actrices me encontré con el libro La pesadora de perlas. Obra poética y conversaci­ones con María Teresa Andruetto, que recopila la obra de Maia. En el camino de la búsqueda expresiva del relato en torno a la dirección de actores nos inspiramos en el trabajo de la poeta uruguaya. En especial en su poema “Unidad”, donde se pone en juego un modo particular de percibir las tareas de todos los días, en el que encontramo­s una síntesis de la poética de nuestra obra y cierta sensibilid­ad afín con el universo perceptivo de María, la protagonis­ta de nuestra película.

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(GENTILEZA “LOS PASOS”) Un hogar con mujeres. En “Los pasos”, el director Renzo Blanc intentó retratar la relación entre una madre y su hija.

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