El terreno que mejor pisa
El impacto generado por su participación en la remake Nace
una estrella (2018), que le valió un Oscar y la sospecha permanente de un romance con su coprotagonista, nos hizo olvidar que Lady Gaga era una mutante de la música disco.
Además, esa experiencia cinematográfica había continuado un proceso de “humanización” iniciado con Joanne
(2016), su último solista a la fecha, en el que la diva neoyorquina se permitía sonar orgánica para plantear algo aproximado a una autobiografía.
Entonces, pareció otra persona la del vestido de carne en alfombras rojas. Había quedado demasiado lejos la Gaga de ademanes “sadomaso” y mohines de alienígena.
Con Stupid Love, su reciente simple, la artista quiere reinstaurar ese viejo orden pistero, con una producción que va al hueso y con una letra muy profunda en su aparente superficialidad.
Porque el track suena eufórico y trepidante, ideal para bailar en simultáneo a una demanda de amor que no especifica niveles de utilitarismo ni trascendencia.
Es decir, Gaga sólo quiere un amor para sacar el clavo del dolor. Y si bien confiesa que se partiría en dos para conseguirlo, el estribillo habla de una urgencia que sólo se tutea con una búsqueda de placer.
“No necesito una razón/ No lo lamento/ Sólo quiero tu estúpido amor”, hay que oírle.
El clip de la canción es una construcción extravagante para sostener esta idea. Y también algo tirada de los pelos, por cuanto se plantea un conflicto entre tribus para conseguir el “dominio” mientras los “espirituales” rezan para que haya paz.
No obstante este disparador, a Lady Gaga se la ve en sintonía con su cuerpo de baile, feliz de volver a un terreno en la que siempre se manifiesta a sus anchas. Bajo una bola de espejos, ella es imbatible.