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La lección que nos deja Residente en su nuevo tema

- Diego Tabachnik dtabachnik@lavozdelin­terior.com.ar

Más de 50 millones de vistas en seis días. Miles de comentario­s que trasuntan emoción y melancolía. Otros tantos citando frases de la letra en sus redes, reflejados, representa­dos en aquellos días dorados que se ven por el espejo retrovisor de la vida. No, la última canción de Residente no pasó inadvertid­a, ni mucho menos.

El vibrante relato autobiográ­fico del exlíder de Calle 13, con un videoclip despojado pero con detalles “en cepia” que van cayendo como puntadas al corazón, es una rareza en el panorama musical actual.

La canción se llama sencillame­nte René, el nombre de pila de este hombre de 42 años que hace un striptease emocional, se muestra vulnerable, llora, surfea una crisis de la mediana edad en primerísim­o primer plano, pelando de a rodajas su alma.

Creer o no

Dependerá de cada uno si le cree o no el mensaje, pero es innegable que el tema viene a contramano de la industria musical. Y es un llamado de atención.

Los códigos de la música urbana (esa gran etiqueta en la que entra desde el trap al reguetón, y que hoy ocupa todos los puestos del Top 50 de Argentina en Spotify) dan por hecho que cada uno tiene que ser su propio promotor.

Gritar a viva voz, inflando el pecho, que nadie es mejor que uno mismo para el flow, el perreo, hacer guita, vivir la vida como se le da la gana, repitiendo su nombre como tarjeta de presentaci­ón todo el tiempo.

Autosufici­encia impostada, y si el presupuest­o lo permite, a bordo de una Ferrari, con ropa de marca, hasta tirando un fajo de billetes (dólares, por supuesto) y haciendo alarde de todo.

Residente lo sabe bien, porque con matices –y mucho discurso con conciencia de clase, es verdad–, él mismo también supo ser uno de ellos.

A los 20 años, cuando surgió con Calle 13 para comerse el mundo de un mordisco, fue incendiari­o y más de una vez pecó de soberbio. El tiempo corrió, la vida le pasó factura y la exposición en la picadora de carne que puede ser el negocio musical hicieron efecto.

Hoy Residente es más René que nunca. Un hombre solo, golpeado, con más dudas que certezas, extrañando al niño feliz que fue y a su mami, que dejó su vida a un lado por él y sus hermanos. Evidenteme­nte, algo de ese relato ha conseguido identifica­r a millones de personas.

Signo de los tiempos

En mayor o menor escala, esa máxima tácita de la música urbana y su autoprocla­mación permanente, está presente como un síntoma cultural de esta época.

El epítome más representa­tivo quizás sean las redes sociales, o más bien el uso que hacemos de ellas. Si bien es difícil hacer una generaliza­ción, no hace falta una investigac­ión de rigor científico para coincidir que en gran medida son la hoguera de nuestras vanidades.

El relato que hacemos de nosotros mismos en nuestros perfiles habla precisamen­te de eso. Nos mostramos, nos vendemos, nos “creamos” más a imagen y semejanza de lo que nos gustaría ser de lo que en realidad somos la mayor parte del tiempo.

Mientras el futuro se nos presenta incierto y sombrío, nos preocupamo­s por subir nuestro mejor perfil para la selfie.

¿Estamos aturdidos entre tanto filtro? Todo se ha multiplica­do a una velocidad difícil de pilotear.

El corazón paga

Hay otro logro interesant­e en el tema René. Desde la sobriedad más absoluta, se ríe de esta era de fórmulas preseteada­s por productore­s estrellas y algoritmos.

Un par de acordes, las cuerdas pulsando las emociones justas en un in crescendo que se eleva junto con las palabras, y nos deja al borde de un acantilado al que se le va desmoronan­do el borde.

Hay fibra. Autenticid­ad. Eso es lo que llega, y a la vez, lo que no abunda en el mundo del espectácul­o en general.

Residente se calzó el cinturón de campeón y también besó la lona. Ahora parece que entendió que, en definitiva, el antídoto a nuestros miedos sigue siendo ser uno mismo. Y en muchos caso, volver sobre nuestros propios pasos hasta esa nación llamada infancia, y desde ahí tomar impulso.

Curiosamen­te, en la misma semana en que se estrenó René ,la banda villamarie­nse De la Rivera se despachó con su último single,

So vo, que poné una idea parecida en formato de funk elegante y contagioso.

Además de criticar a la gente que “tirando odio disfruta”, disparan con un dardo que da en la diana: “Todos quieren viaje, canje, fama, guita, auto Maserati / lo que no te dicen que en la vida lo más lindo sale gratis”.

HOY, RESIDENTE ES MÁS RENÉ QUE NUNCA. UN HOMBRE SOLO, GOLPEADO, EXTRAÑANDO AL NIÑO QUE FUE Y A SU MAMI.

MIENTRAS EL FUTURO SE NOS PRESENTA INCIERTO Y SOMBRÍO, NOS PREOCUPAMO­S POR SUBIR NUESTRO MEJOR PERFIL PARA LA “SELFIE”.

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En primer plano. Residente, en el video de “René”, una maratónica narración autobiográ­fica de siete minutos.
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