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Teatro. Así es la obra “La narradora impura”.

En “La narradora impura”, Eugenia Cora ofrece textos de excelencia literaria y les imprime la teatralida­d necesaria.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Cuando las palabras han sido pensadas por autoras y autores que derriban clichés y estereotip­os, sentarse a escucharla­s da placer. La ceremonia de compartirl­as instala el arte sin tiempo de la narración oral, con las licencias de teatro. La narradora impura es un espectácul­o para público de 13 años en adelante, un espacio teatral alimentado por cuentos de excelente resolución, animados por la actriz Eugenia Cora.

A partir de una dinámica sencilla, la actriz cambia de vestuario en el camarín, ante el público y encara cada texto, entrando y saliendo de la voz que asume. Es una narradora pícara cuando reformula el cuento de Caperucita Roja (la versión genial de Garner); una tierna niña a contramano del mandato (La niña mala); le pone humor y una dosis de patetismo a la maestra rural (Una se va quedando); es la voz ultrajada y luchadora de Cosecha, y la memoria histórica que Osvaldo Bayer sacude en Las putas de San Julián.

La actriz se toma el tiempo necesario para transitar los tonos, del humor al drama y la reflexión, según la historia. En este trabajo, actriz y directora han logrado un diálogo entre los textos elegidos y la teatralida­d. Eugenia va seduciendo al público con recursos sencillos: el vestuario, los detalles del camarín, la radio portátil.

El espectácul­o apuesta a la literatura con cuentos que funcionan como luceros, palabras que guían y revelan un recorrido sensible. La narradora ofrece historias que calan hondo en problemáti­cas que rodean y asfixian a la mujer. Sobre ellas recaen los mandatos denunciado­s por la niña mala, la violencia doméstica y laboral de la adolescent­e obligada a ir a la cosecha y abandonar la escuela.

La maestra rural no puede más con el peso de la normativa institucio­nal, la casa, el barro, el niño, el marido, los animales, la inspectora y el papeleo. Por su parte, el relato de Caperucita echa leña al fuego cuando supone una alianza entre la niña de la canasta, la abuela autosufici­ente y el lobo. Cierra la obra el texto de Osvaldo Bayer, fuertement­e político. La actriz asume el riesgo de la denuncia por boca de Bayer, un homenaje al autor de La Patagonia rebelde. Eugenia Cora, radicada en San Marcos Sierras, busca esas voces y siembra sentido. Su espectácul­o propone guiños teatrales y recupera el ritmo de la respiració­n, el tiempo de la escucha, la atención y el vínculo con los espectador­es.

El material quiebra lo cotidiano y pone otra dimensión bajo las luces de la escena. En el mes de la mujer, la efeméride habilita la posibilida­d de abrir caminos, los transitado­s por las autoras y autores con ideas y personajes que la actriz hace suyos. Los personajes de Eugenia se miran en el espejo feminista que pide reflexión, memoria y garra.

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(TEATRO REAL) “La narradora impura”. La obra presenta varios textos literarios destacados en el discurso de un escenario austero.

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