Gran policial reivindicatorio
El que comenzó a ver Freud, una de las series de Netflix más reproducidas por estos días en Argentina y en España, esperando ver la típica biopic que recree momentos clave en la vida del padre de psicoanálisis, posiblemente esté desconcertado.
Es que la serie dirigida por Marvin Kren, que se convirtió en la primera producción austríaca de la plataforma, no sigue el camino predecible.
Se trata de un producto mucho más orientado al género policial clásico con elementos del
thriller de terror psicológico. Y en ese registro, Freud cumple con creces: una trama intrincada, elevadas dosis de enigma, escenas tortuosas, grandes actuaciones y una ambientación notable. Todos los componentes necesarios para atrapar al espectador promedio.
Este enfoque sobre los comienzos del hombre que marcó un antes y un después en la forma de abordar la salud mental en los seres humanos también tiene un porqué.
Es que los métodos de Freud para tratar a los pacientes con la hipnosis como herramienta fundamental fueron tan novedosos como cuestionados por la medicina de aquellos años (y los posteriores también), en medio de una sociedad que estaba en plena transformación.
El legado
Desde el primer episodio, la serie es absolutamente reivindicatoria del legado del neurólogo austríaco, mostrando primero sus frustraciones por ser un incomprendido para la época (hasta era acusado de charlatán) y luego sus avances en la exploración de la psiquis.
De hecho, una de las cuestiones mejor logradas, tanto en el desarrollo del guion como en lo técnico, es esa conexión entre la oscuridad de la historia y la forma de bucear en las profundidades del inconsciente de los personajes. Fascinante y retorcida, tal como la mente humana.