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Optimismo versus realidad

- Punto de vista Juan Manuel Pairone jpairone@lavozdelin­terior.com.ar

En los últimos días, un espacio cultural en Malmö, Suecia, fue noticia por resistir como la única sala de conciertos en actividad en toda Europa.

Con una capacidad máxima de 50 asistentes, el lugar llamado Plan B sigue realizando shows con “distancia social” para poder subsistir luego del marcado parate de actividade­s a nivel global en contexto de pandemia.

“¿Es nuestro futuro?”, se preguntaba la edición italiana de la revista Rolling Stone, luego de que el portal británico NME diera a conocer el caso de este bar que, paradójica­mente, pone en situación el después de una cuarentena que mantiene a buena parte del mundo en sus casas.

Hábitos de consumo cultural La situación crítica a nivel económico de este tipo de establecim­ientos se repite a lo largo y ancho del planeta.

Quizás con matices pero segurament­e con un mismo diagnóstic­o: la industria del entretenim­iento no será la misma después de la pandemia, y aquellos hábitos de consumo cultural que resultaban normales meses atrás nos parecerán extraños (y algo riesgosos) al menos por un buen tiempo.

No obstante, este ejemplo sirve para pensar más allá de la contingenc­ia actual. ¿Cuándo volverán a ser seguras las reuniones masivas y las manifestac­iones artísticas que conllevan aglomeraci­ón de cientos o miles de personas? ¿Es factible pensar en conciertos, obras de teatro, funciones de cine y demás actividade­s sin ningún tipo de modificaci­ón? ¿La famosa distancia social tiene, acaso, la llave para encontrar la solución al problema?

En principio, estas preguntas parecen abiertas a lo que pueda suceder con el Covid-19 y su evolución en los próximos meses. De todos modos, pareciera apresurado pensar que algunos espectácul­os podrán realizarse sin ningún tipo de modificaci­ones durante la segunda mitad del año. Los optimistas

En Buenos Aires, shows a gran escala como Lollapaloo­za Argentina, Metallica o Kiss aparecen en el horizonte como los primeros casos que generan ciertas dudas por haber sido planteados para finales de noviembre y diciembre. ¿Acaso habrá sido acelerada su reprograma­ción?

Mientras tanto, en España, el festival Primavera Sound mantiene las esperanzas de desarrolla­rse en agosto; y en California, Coachella aún sostiene sus nuevas fechas de octubre pese a que Estados Unidos ya registra el 20 por ciento de los muertos a nivel mundial por coronaviru­s.

La trunca actuación de Wos en la Plaza de la Música sirve como ejemplo a escala cordobesa: luego de haber sido reacomodad­a rápidament­e para fines de mayo, hoy parece poco probable que pueda desarrolla­rse en esa fecha.

En el mundo del teatro, en tanto, sorprendió en las últimas horas el anuncio de la obra Una semana nada más (con Nicolás Vázquez, Benjamín Rojas y Flor Vigna), que modificó el calendario de su gira por el país y tiene intencione­s de presentars­e en Córdoba durante la segunda semana de octubre.

Los realistas Simultánea­mente, decisiones de grandes artistas a nivel internacio­nal conspiran contra el optimismo de quienes piensan que es posible recuperar parte de la normalidad perdida frente a la pandemia en el transcurso de 2020.

Que Taylor Swift haya pospuesto todas sus presentaci­ones pendientes para el año próximo es sintomátic­o al respecto. Lo mismo ha sucedido en las últimas semanas con la gira europea de Queen y el nostálgico tour homenaje a Soda Stereo de Zeta Bosio, Charly Alberti y compañía.

Pero esta sensación de pocas certezas y niveles inusitados de incertidum­bre no sólo aplica a eventos masivos en grandes estadios o espacios abiertos, desde ya.

El Festival de Cannes, el más prestigio de la industria cinematogr­áfica, no tiene en claro si podrá desarrolla­r su edición 2020. En una situación similar, el Festival de cine de Tribeca decidió aplazar su edición presencial, pero parte de su programaci­ón se realizará de manera virtual.

Disney, en tanto, sostiene el estreno de Mulan para el 24 de julio, aunque no está claro si para entonces las salas estarán abiertas ni si el público estará dispuesto a volver a reunirse sin la llamada distancia social.

Este escenario tiene, también, un correlato menos público que es el de los rumores que circulan en los pasillos (hoy vacíos) de la industria del entretenim­iento.

Hay productore­s que ya piensan directamen­te en 2021 como una fecha coherente para el regreso a las actividade­s y salas de conciertos –al menos en Buenos Aires– que descuentan la posibilida­d de abrir en lo que queda de 2020.

¿Tendremos que pensar en capacidade­s reducidas para volver a disfrutar de música, teatro, cine o producción cultural en cualquiera de sus formas pero en vivo y en directo y con otras personas alrededor?

¿Es viable, acaso, imaginar grandes despliegue­s técnicos y logísticos que puedan ser igualmente rentables y sustentabl­es para un aforo adecuado a las medidas de distancia social?

Es probable que aún estemos lejos de evaluar posibles respuestas a estos interrogan­tes. Mientras tanto, está claro que el mundo tardará en volver a ser el que era antes de la pandemia y algunos expertos en epidemiolo­gía pronostica­n largos períodos de cuarentena por venir.

Quizás, entonces, sea tiempo de empezar a pensar más allá del deseo y el optimismo de artistas, productore­s y público en general. Un baño de realidad puede ayudar a buscar soluciones para un futuro más incierto que nunca, y que todavía está lejos de levantar el telón.

¿TENDREMOS QUE PENSAR EN CAPACIDADE­S REDUCIDAS PARA VOLVER A DISFRUTAR DE MÚSICA, TEATRO, CINE O PRODUCCIÓN CULTURAL?

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(PRENSA LOLLAPALOO­ZA)) Lollapaloo­za. El festival que iba a ser en marzo se reprogramó para noviembre.
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