Por qué fascina el mundo marginal
Germán Maggiori publicó la novela Entre hombres en el año 2001, en plena crisis. Curiosamente, casi dos décadas después, y en otra crisis muy diferente, llega su adaptación a la pantalla, producida por Pol-ka y estrenada en HBO. “Es un hecho de relevancia muy importante para mí como autor, por lo que significa HBO, es el sello de calidad en cuanto a productos audiovisuales”, le cuenta Maggiori a VOS.
Y sobre cómo fue reencontrarse para la adaptación con el texto casi 20 años después, explica: “Me reencontré con el texto desde el lugar de la escritura, al leerlo me retrotraía a mi momento de escritura. Eso fue clave para la adaptación. Porque el contexto cambia las lecturas. Fue interesante ver cómo me llevaba a encontrarme con otra persona: yo 20 años atrás”.
–En ese momento de escritura, ¿tenías alguna imagen de cómo podría llegar a ser una versión audiovisual?
–Soy un escritor que tiene un germen visual. Parto de una imagen más que de una emoción, para explicarlo mejor. Siempre me pareció que la novela era adaptable a algún formato audiovisual, aunque no fue escrita bajo esa premisa. Pero tiene esa impronta. Y es algo que determinó que pueda ser adaptada.
–¿Tenés alguna hipótesis de por qué nos gustan tanto las historias de márgenes y bajofondos?
–Los mundos marginales despiertan fascinación, la fascinación de la barbarie. Para ponerlo en un contexto histórico: es la misma fascinación de Sarmiento por Facundo, que empieza como un panfleto racista con el caudillo pero termina fascinado por su coraje y su persona. Despierta una vida que está vedada al común de las personas, y cuando nos dejan entrever ese mundo y su oscuridad, lo que muestra despierta inmediatamente fascinación.
–A quien ya leyó tu novela, ¿por qué debería ver ahora la serie?
–La serie no sólo pone en acto la novela, lleva al espectador a ese mundo del que hablamos, marginal y violento, con una mirada propia, que recoge la esencia de la novela y profundiza en algunos aspectos que en la novela no están, sobre todo en esta sensación de estar inmersos en ese mundo. Eso es lo más cautivante. Trasladarnos 20 años atrás y tomar contacto con un mundo que parece perdido. Además, se trató de mantener el color local: la jerga, la reconstrucción de época, la atmósfera social de Argentina de 1996.