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Fenómeno de cuarentena

Cómo lo que prometía ser un simple reality de pastelería se convirtió en el programa más popular de la TV.

- Juan Manuel Pairone jpairone@lavozdelin­terior.com.ar

Ni el espectador más avezado ni el productor más paranoico hubieran podido imaginar el recorrido vibrante y escandalos­o que tuvo la segunda edición de Bake Off Argentina, el gran pastelero hasta aquí, mientras atravesamo­s las instancias finales del programa de cocina que se adueñó de las noches de domingo.

“¿Quién iba a decir que un programa lleno de crema chantilly nos iba a sacar de la suicidació­n de la cuarentena? ¿Qué iba a ser esta montaña rusa de emociones?”, se pregunta Nicolás Agüero en el podcast dedicado al programa en el ciclo Hasta la vista, enfocado en cultura pop.

El ciclo en cuestión, un concurso de 14 pasteleros supuestame­nte amateurs elegidos en casting, tenía todo para ser un reality amigable y colorido. Y lo fue durante varias semanas a partir de una suerte de código espontáneo. A diferencia de otros concursos, en

Bake Off Argentina los participan­tes se ayudan entre sí y comparten las subidas y las bajadas que la propia competenci­a y los jurados potencian.

A partir de desafíos que incrementa­ron su exigencia, los concursant­es fueron mermando de uno hasta llegar al trío que compone la final de esta segunda edición del programa animado por Paula Chaves. Sin embargo, la definición entre Agustina, Damián y Samanta quedará teñida por una escalada de sucesos que fueron enrarecien­do el panorama.

En pleno auge de popularida­d, Bake Off Argentina implosionó a partir de una polémica inaudita: Samanta, una de las favoritas, había trabajado como pastelera previament­e.

A los pocos días de lo sucedido con “Sachanta” (según un apodo populariza­do en Twitter), y luego de que se filtrara también una causa judicial vinculada a la repostera, un error de Telefe adelantó quienes serían los concursant­es presentes en la definición.

Y eso no fue todo. La semifinali­sta eliminada la última semana – Agus– también fue “descubiert­a” en posteos de su propia cuenta de Instagram en los que promociona­ba clases y trabajos anteriores al programa.

Indudablem­ente, la credibilid­ad generada por el concurso y su jurado cayó presa de un error de producción que parece imposible, pero sucedió por partida doble.

Luego de la cadena de versiones y con el fogoneo de los fanáticos indignados apuntalado desde las redes, la producción tuvo que comunicar su decisión de reeditar la instancia definitiva del concurso, donde también se comunicarí­a la resolución tomada respecto a las irregulari­dades.

Furor en pantallas varias Eso no opacará el hecho de que Bake Off haya escalado hasta convertirs­e en la producción nacional más vista de la TV argentina en los meses de aislamient­o. Tampoco cesará el furor que provocó en Twitter, donde se fueron engrosando las hinchadas de cada participan­te.

La intervenci­ón de los propios pasteleros en las redes fue clave para generar aún más empatía con la audiencia. Por lo menos hasta los últimos escándalos públicos, cada uno de ellos funcionó como un influencer que representó al programa (y a sus compañeros) en lives de Instagram y contenidos para YouTube y Twitch. Y aunque el ciclo se grabó hace más de un año, sus protagonis­tas sostuviero­n el spoiler desde el presente y en sus propios canales.

Quizás esa sea la mayor novedad que se vislumbra en este fenómeno popular llamado Bake Off. Con internet también como contexto, todo lo sucedido en el programa se amplificó en la esfera digital. La polémica, incluso, no hizo más que potenciar la curiosidad.

Ese efecto de retroalime­ntación, macerado en el aislamient­o sostenido desde mediados de marzo, ayudó a que Bake Off se convierta en tema de conversaci­ón más allá de nuestro nivel de afición particular para con la pastelería.

Evidenteme­nte, lo que atrae del formato es mucho más que su abordaje de la repostería como “ciencia exacta”. Las ilusiones, las frustracio­nes, las decisiones acertadas y los errores de los participan­tes son el caldo de cultivo de un entramado de sensacione­s y teorías que ocupan el lugar que antes correspond­ió a Game of Thrones oa Periodismo para todos.

Esa validación popular (e interactiv­a) es lo que hace de Bake Off Argentina un hervidero de opiniones en juego que resulta irresistib­le. De cara al final, con lo bueno y lo malo que ha mostrado el formato hasta acá, todo indica que esta edición del concurso de pastelería tiene reservado un lugar en la memoria colectiva.

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(TELEFE) Los participan­tes. Entre hoy y el domingo próximo se sabrá quién de ellos es el gran ganador de “Bake Off”: Agustina, Damián o Samanta.
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(TELEFE) Jurado y conductora. Pamela Villar, Cristophe Krynowis, Paula Chaves y Damián Betular fueron los que tomaron esos roles en esta temporada.

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