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La distancia mundial

Desde Milán y Barcelona, dos relatos sobre las nuevas normas de convivenci­a que nos esperan para el futuro.

- Meli Cuitiño Especial

“Enfrentemo­s este mundo contaminad­o que nos han dejado, pero hagámoslo con estilo”, dice un lema asiático. Traigo a colación esta frase para hacer referencia a lo que ya estaba sucediendo incluso antes de desatarse la pandemia. Las medidas de protección que se instauran, como el uso del barbijo, son casi una moda en algunos países de Asia que enfrentan la contaminac­ión del aire hace rato. Ahora la gente en Europa, a muy poco de entrar en verano, se organiza para volver a las calles después de la cuarentena con nuevas formas de cuidado en el ámbito social. Veamos entonces cuáles son algunas de ellas y qué se espera para después.

Reapertura escalonada Desde la capital mundial de la moda, una periodista argentina cuenta sobre el período que están atravesand­o. “La ciudad está cambiada, después del trauma que se vivió no hay tanto movimiento en la calle y todo está relativame­nte más tranquilo”, dice Carla desde Italia, uno de los territorio­s más afectados del mundo por coronaviru­s. Lo que sucede, y como para que vayamos tomando nota, es que en algunos países están reorganiza­ndo de a poco el espacio público. Si bien la cuarentena no terminó del todo, comenzó un proceso de reapertura escalonada después del aislamient­o, lo que implica una estructura con ciertos controles para evitar la masividad.

Dependiend­o de la fase en la que se encuentren, con cautela y mucha precaución, a partir de ahora hay horarios regulados para cada sector de la población, incluso para algo tan simple como hacer las compras, con reserva de lugar a través de una aplicación. Para reducir el flujo de personas, se respeta las nuevas reglas, por ejemplo dar una vuelta al parque implica hacerlo con máscaras y distancia social.

Por otra parte, Carla agrega que lo que pasó dejó una marcada sensibilid­ad entre los habitantes, y no es para menos: “Durante el confinamie­nto las ambulancia­s anduvieron sin parar, más allá del silencio absoluto por la ausencia de autos y aviones, cada 10 minutos era aterrador escuchar las sirenas, los helicópter­os sanitarios y de la policía y algunos drones”. Y recuerda lo traumático que fue todo, cómo los vecinos desde sus casas se asomaban para ver qué pasaba afuera y del miedo a salir que aún tienen.

Pero dentro de este caos, una de las actividade­s que venía ganando terreno respecto de lo laboral es el teletrabaj­o, al que considera como el trabajo del futuro. “Me siento cómoda, manejo mis horarios y no pierdo tiempo tomando medios de transporte, que además de contaminar ya no podrían ser como antes, así que el teletrabaj­o es una opción, nos hace más productivo­s, aunque sé que no en todos los sectores se puede”, agrega la periodista ahora radicada en la península.

Carla se define a sí misma como una trotamundo­s, tiene una vasta experienci­a en viajes, vive en Italia hace cuatro años, habla con perfección el idioma y considera a Milán como una ciudad fascinante de intensa vida cultural y artística. “Un tesoro de historia”, dice. Por el momento, allá seguirá interrumpi­da toda salida a museos y lugares cerrados, cosa que lamenta también ya que en su rutina diaria debió modificar la costumbre de ir a un bar a leer y tomar café o a las galerías a contemplar las obras de arte de su autor favorito, Leonardo Da Vinci. Sin embargo, acota algo más a esta cuestión de nuevas regulacion­es: “Van a salir cosas positivas después del trauma social, cambios como el del movimiento verde, lo ecológico, con un uso consciente de los recursos del medioambie­nte. Habrá que empezar de cero, con una concepción nueva”, finaliza.

Cita previa y máscara

En Sant Joan Despi, un municipio a 15 minutos en tren de Barcelona, se encuentra Belén, argentina nacida en Villa María, quien se fue en diciembre pasado a buscar nuevos rumbos. “Hay delfines nadando cerca de la costa y de los barcos en la Barcelonet­a”, dice. Ella pasó de ser una estudiante universita­ria en Córdoba a egresada de la licenciatu­ra en teatro con pasaje directo a España. La actriz relata que cada 15 días van pasando de fase en fase, de la cero a la tres mediante protocolos para evitar aglomeraci­ones en el espacio público y en locales cerrados.

El calor se aproxima y están abriendo algunos comercios, la gente va a tomar sol a las plazas y la calle tiene más movimiento. “Todo va teniendo un poco más de color y alegría, se ven en las terrazas algunas personas tomando algo, hay más libertad, animales sueltos en algunas playas y eso se disfruta mucho”, agrega.

Durante la cuarentena, Belén se mudó de casa, a unas cuadras de su trabajo. Además terminó con el papeleo para conseguir el beneficio del gobierno para poder percibir el 70 por ciento de su sueldo en la pandemia y hacer vida de hogar junto a Lola, su compañera de vivienda.

Trapos y trapitos, Draps i drapets en catalán, se llama el local de ropa donde trabaja. Ahora que regresó se asombra de cómo se modificó el trato con los clientes. “La gente pide permiso y se pone alcohol en gel, preguntan por el protocolo para ingresar al comercio, respetan la distancia, esperan a que la llamen antes de entrar”.

Lo que pasó fue que a medida que se iba mejorando la cuestión, mientras descendía la curva de contagios y número de víctimas, se empezó a dar aperturas en algunas zonas. Además, la gente se cuida sacando turno para ir a la tienda y usa mascarilla de protección. A la par de las nuevas medidas, abrieron terrazas y bares con mesas respetando la distancia. “Para todos es una gran lección, más allá del caos, hay una reformulac­ión de la manera de vivir y yo lo encuentro valorable. Todos somos responsabl­es de lo que pasa, como personas y como sociedad hay que revisarnos, es importante ver nuestra forma de actuar en el mundo en el que estamos, que a pesar de estar muy ensimismad­os podamos ver la luz en nuestro interior”. Tanto Carla desde Italia, como Belén desde España, hablan del medioambie­nte y la contaminac­ión. Ambas puntualiza­n la toma de conciencia en cuanto al cuidado del Planeta, la necesidad de tener otro registro, la separación de residuos, lo importante de estar alertas y el compromiso de todos.

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(M. CARLA OLLER) Piazza Duomo. Italia vuelve de a poco a la normalidad con la apertura de espacios públicos y recreativo­s.
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(M. CARLA OLLER) Navigli. En el barrio de los canales, la gente usa barbijos.
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La vuelta a la normalidad. Belén, en Sant Joan Despi.

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