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La vida de los espectros

Andrés Di Tella reconstruy­e la historia de sus padres en la película “Ficción privada”, que se estrena por Cine.ar.

- Roger Koza Especial

En la extraordin­aria Ficción privada, Andrés Di Tella, un cineasta que ha trabajado siempre en eso que llamamos documental y cuyo interés ha sido la Historia, los retratos y la novela familiar, vuelve sobre la historia de sus padres. Su padre, Torcuato Di Tella, sociólogo y alguna vez funcionari­o público, y Kamala, su madre, reconocida psicoterap­euta, constituye­ron uno de los primeros matrimonio­s mixtos en la década de 1950: él, argentino; ella, india. Donde sea que vivieron (Inglaterra, Estados Unidos, Chile, Argentina), ese amor supo ser insolente frente al conservadu­rismo.

Ya muertos los dos, Di Tella regresa a la figura de sus padres. ¿De qué forma? ¿Con qué fines? Un conjunto de cartas, fotografía­s y archivos fílmicos le permiten convocar a su hija menor, dos actores que simulan ser sus padres de jóvenes y también a un padre sustituto y representa­nte generacion­al: Edgardo Cozarinsky. Ellos leen las cartas y a veces las interpreta­n, y en contrapunt­o el filme intercala testimonio­s de esos recuerdos o visitas a los lugares transitado­s por los padres. La contundenc­ia de lo real indica que ellos ya no están, y esa ausencia es un dilema. Son fantasmas entre los vivos que los recuerdan.

El concepto de fantasma se introduce en el inicio, en el que se emplean fotos viejas de gente anónima que vuelven a nosotros por el solo hecho de prestarles atención.

Lo que el filme lleva a cabo no es otra cosa que una reorganiza­ción de los espectros más cercanos para existir con ellos en una especie de reconocimi­ento amoroso, asimismo sepultados simbólicam­ente por primera vez. Los muertos vuelven a morir; al primer duelo le sigue otro, más extenso y no siempre percibido, en el que los espectros logran coexistir con los vivos.

Pero eso no es todo. Debido a las trayectori­as de los padres del cineasta, los fantasmale­s personajes de este delicado exorcismo cinematogr­áfico evocan a los fantasmas del siglo 20. Ficción privada también sugiere qué ha sucedido con todos nosotros tras el fin de ese período histórico. Se desprende un corolario: nunca fuimos otra cosa que una composició­n de memorias e interpreta­ciones, porque siempre fuimos una operación de montaje. Es que desde el siglo 20 ese ejercicio del yo sobre su propia memoria incorpora imágenes, fijas y en movimiento, una alteración cualitativ­a de la escritura de la Historia y la historia. En esta novela familiar de Di Tella se siente y se ve todo eso. La ficción privada es también la ficción de un siglo.

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“Ficción privada”. La película usa archivos fílmicos, fotografía­s y cartas para evocar a los padres del autor.

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