Dura de matar
De pelo corto, con anteojos y ropa oscura y mochila al hombro, la Charlize Theron aguerrida y caricaturesca de Mad Max y Atómica vuelve en La Vieja Guardia como líder de un grupo de guerreros inmortales. La película de Gina Prince-Bythewood, basada en el cómic de Greg Rucka –firmante de la adaptación–, y del santafesino Leandro Fernández le da una vuelta de tuerca a la deslucida estela de estrenos de acción internacional en Netflix.
Si bien todo empieza con la escenificación lujosa del vapuleado Tercer Mundo –Marruecos, Sudán del Sur, Afganistán–, con menciones a la CIA, con noticieros y con una operación nocturna dispuesta al tiroteo, el elemento fantástico se convoca para probar que los protagonistas responden a otro algoritmo.
Así lo ilustran las instancias poscombate en que las balas salen de los cuerpos agujereados, los huesos se recuperan de quebraduras y los cadáveres sangrantes de hace un rato respiran y se levantan como si nada hubiera pasado.
Mínimos diálogos y avances de la trama con flashbacks históricos amplían la caracterización del conjunto que completan Booker (Matthias Schoenaerts), Joe (Marwan Kenzari) y Nicky (Luca Marinelli), errantes que atravesaron los tiempos de las cruzadas, Napoleón o
la Revolución Cubana.
La cara de Theron refleja tanto el hastío por su condición como por todos los filmes del género que existieron antes, respaldado insistentemente por frases como “Estoy cansada” o “El mundo no mejora, empeora”. El tópico posibilita uno de los escasos momentos de humor, cuando a la pregunta de “¿Son buenos o malos?”, alguien del equipo responde: “Depende del siglo”.
La presencia de la nueva joven de vida eterna Nile (Kiki Layne) y de un científico corporativo impulsado al ataque con el fin de perpetuar a la humanidad (Harry Melling) designa los avatares decisivos de La vieja guardia. La ficción juega de ese modo con las paradojas de que quien vive para siempre no está realmente vivo, de que un inmortal debe morir para que otro nazca, de que alguien que pretende la cura total planetaria no está en sus cabales y de que una primera parte inevitablemente termina, pero puede reanimarse de manera indefinida en sus secuelas.