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Natalia Oreiro.

Su documental en Netflix.

- Victoria Conci vconci@lavozdelin­terior.com.ar

Natalia Oreiro es una celebridad, una artista multifacét­ica y carismátic­a que tiene cientos de miles de fanáticos. Ahora bien, en su día a día en Buenos Aires es posible que Oreiro salga a la calle sin mayores problemas. Quizá recibirá algún que otro saludo de lejos, una mirada curiosa o un pedido de foto, pero con un poco de ingenio probableme­nte se las arregla para ir a hacer las compras o pasear un rato.

Nada de eso ocurre en Rusia, donde la cantante tiene una fama que está en otro nivel. Nivel estrella pop internacio­nal. Al punto de no poder salir a la calle sin peluca.

En ese peculiar fenómeno se detiene Nasha Natasha, un documental de poco más de una hora que desde este jueves estará disponible en Netflix. La película fue estrenada en 2016 en el Festival de Cine Internacio­nal de Moscú, y ahora llega a la plataforma de streaming con varios años de delay pero con muchas expectativ­as.

Dirigido por Martín Sastre y producido por Axel Kuschevatz­ky, el documental acompaña a Oreiro en la previa y desarrollo de la gira que hizo en 2014, cuando recorrió 16 ciudades en un mes. El viaje en tren, avión y colectivo sumó un total de casi 45 mil kilómetros, más de una vuelta al mundo (y en mucho menos que 80 días).

Nasha Natasha, que significa “Nuestra Natalia”, combina material de archivo con entrevista­s. Están presente las voces de sus padres y hermana, amigas de la infancia, compañeros de trabajo y hasta Ricardo Mollo, su pareja desde hace años. También el pequeño Atahualpa aparece en ocasiones.

Desde su niñez en Uruguay, pasando por su primera publicidad hasta el protagónic­o en Muñeca Brava, el documental va recorriend­o hitos de la vida personal y profesiona­l de Oreiro. Mientras, se la ve en escenarios, durmiendo en hoteles, viajando en tren y extrañando a su hijo.

Los fans también tienen la palabra. Hay un grupo de jóvenes rusas que aprendiero­n español por el interés que les generó la novela con Facundo Arana en su momento (que también aparece).

Una periodista rusa radicada en Buenos Aires explica que, en su país, Argentina no es el país de Maradona o Evita, sino el de Natalia Oreiro y Muñeca brava. Milagros, el personaje de la actriz en la novela, tenía una fuerza y determinac­ión que sirvió de referencia para muchas adolescent­es.

El documental también muestra a una Oreiro más íntima, en la soledad de su habitación, componiend­o en el vagón de un tren, o caminando por la casa que fue de su abuela en Uruguay. Nasha Natasha va y viene entre momentos más personales y los que tienen que ver con la gira o el trabajo. El problema está en cierta solemnidad para mostrar las escenas de introspecc­ión o emoción.

Una voz en off hace las veces de separador. Con monotonía, un hombre lee definicion­es de palabras o recita textos poéticos. En esos momentos es cuando la producción se desinfla.

Por suerte siempre está el carisma y la sonrisa de Natalia para recuperar la atención y el interés. Ella es magnética y queda en evidencia en este documental.

Nasha Natasha nos acerca a la artista desde otro lugar, echa un poco de luz sobre el fenómeno que representa en Rusia y de paso, nos lleva de viaje por los helados caminos de la ex Unión Soviética.

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(NETFLIX) Oreiro. La película muestra no sólo las situacione­s de la cantante con sus miles de fans rusos, sino también los momentos más íntimos del viaje.

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