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Hábitat saludable

Del avistaje de animales sueltos en zonas urbanas a la presencia de algunas especies en parques, en rutas y en playas. Las posibles bondades de una cuarentena en la que la actividad humana disminuyó.

- Meli Cuitiño E special

Este domingo 2 de agosto se cumplen cuatro meses y medio de este asunto mundial que nos mantiene en situación de aislamient­o social obligatori­o. Al tratarse de una pandemia, parte de la informació­n que circula sobre las nuevas percepcion­es en los modos de vida social tienen que ver con el cuidado de la salud y el medioambie­nte. De lo que trajo el virus, las evidencias muestran que no todas las noticias referidas a este presente son de índole apocalípti­ca. Desde las costas de Crimea, con delfines y perros jugando cerca de la orilla, a las plazas de Cataluña, pobladas de jabalíes, los beneficios del encierro humano saltaron a la vista.

Basta con dar una mirada al río Suquía, uno de los más contaminad­os de la provincia de Córdoba por la falta de tratamient­o de los líquidos cloacales, y comprobar que el agua posee otro matiz: un alto número de bagres fueron registrado­s por las cámaras y viralizado­s por las redes. Y dentro de los paisajes del monte nativo, la corzuela (más conocida como el bambi cordobés) y los pumas, casi una especie en peligro de extinción, recorren sigilosos la zona del Valle de Punilla.

Por la disminució­n del tránsito marítimo, el sur argentino mostró lo suyo con la presencia de orcas en Ushuaia y el espectácul­o de la ballena franca austral se hizo notar durante mayo y junio en Puerto Madryn. A causa del poco movimiento humano que hubo en las rutas, se vieron cuises y jabalíes en cercanía a la península Valdés. También en la autovía de Trelew cada tanto aparecen cantidades significat­ivas de guanacos.

La fauna autóctona se reacomoda de esta manera en el escenario pandémico para recordarno­s que es urgente preservar un hábitat saludable mediante nuevas conductas de cuidado y prevención. Sin embargo, casi sin darnos cuenta venimos atravesand­o un contexto de problemáti­cas de emergencia ambiental de larga data, incluso desde antes de la llegada del Covid-19.

A pesar de que la vida silvestre se vea más confiada en este panorama, en realidad se encuentra desfavorec­ida por el impacto ecológico que provocan los desmontes e incendios forestales y de residuos tóxicos, acciones que no se detuvieron durante el confinamie­nto social en las sierras chicas. Una de las tantas causas que inciden directamen­te en el ecosistema, y que da lugar al desplazami­ento de la vida animal, tiene que ver con la instalació­n de basurales.

De hecho, desde la Coordinado­ra Ambiental de Sierras Chicas, una red de organizaci­ones comunitari­as, sociales, ambientale­s y culturales, expresaron que las razones por las que los animales migran de territorio son consecuenc­ia del deterioro ambiental que las decisiones humanas provocan sobre los entornos y recursos naturales.

Mejor prevenir que curar

Se sabe que biólogos, ambientali­stas y vecinos autoconvoc­ados se encuentran movilizado­s por estas problemáti­cas. Desde hace tiempo vienen exponiendo que la preservaci­ón de la reserva y otros pulmones verdes de Córdoba, como la reserva hídrica, recreativa y natural Villa Allende comprometi­da por la mega minería a cielo abierto, representa un asunto urgente para el medio ambiente. Antes y durante la emergencia sanitaria, las construcci­ones de grandes infraestru­cturas afectan directamen­te a la tierra, al agua y a la población animal.

En tiempos de coronaviru­s no podemos negar que existen numerosos factores que inciden en la transforma­ción de esos hábitats, que la fauna y flora se encuentra amenazada por la degradació­n del ecosistema y el manejo inadecuado de los recursos naturales, por el fuego intenciona­do, la tala de árboles, el uso de agrotóxico­s y la caza de animales, aunque esta sea una práctica que no está permitida en todo el territorio argentino.

En situación de crisis es preferible saber cómo deberíamos planificar los territorio­s a partir de ahora. Porque para quedarse en casa primero hay que tener una casa, dicen desde el Colectivo Territoria­l Re-habitar, quienes insisten en fomentar la conciencia hacia mejores modos de vivir, garantizan­do el derecho a un contexto propicio para la vida y el crecimient­o en salud de la comunidad.

Ahora que podemos visualizar los errores del accionar humano, y repensar la conservaci­ón de los espacios naturales, tenemos la oportunida­d de ser creativos con el uso de los recursos y permitir que la biodiversi­dad siga sorprendie­ndo con su belleza.

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( SEBASTIÁN PACHECO) Los Corrales, Traslasier­ra. El parate de los humanos sin dudas favoreció al medioambie­nte. Sin embargo, nada aún está solucionad­o.
 ?? (SEBASTIÁN PACHECO) ?? Parador Costa Azul. Animales, un espectácul­o aparte.
(SEBASTIÁN PACHECO) Parador Costa Azul. Animales, un espectácul­o aparte.

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