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Una oportunida­d que se escapa

- Noelia Maldonado nmaldonado@lavozdelin­terior.com.ar

Pantallas gigantes, luces robóticas y un megaestudi­o acondicion­ado para tiempos de Covid-19 fueron el marco que dio inicio al repentino arranque del Cantando por un sueño 2020, el día lunes.

El plan inicial era largar meses atrás con ShowMatch –y su clásico “Bailando por un sueño”– pero con el correr de las semanas el proyecto fue mutando e incluso se llegó a hablar de volver a una versión del programa basada en el humor. Finalmente, la productora de Marcelo Tinelli decidió dar de baja esas ideas y optar por poner al aire el certamen de canto.

El ciclo a cargo de Laura Fernández y Ángel de Brito presentó a un jurado de notables que no dista mucho de aquellos jurados históricos del Bailando: Nacha Guevara, Moria Casán, el debut de Pepe Cibrián y Karina “La Princesita”.

Los puntos de unión entre ellos no se basan solo en nombres y edades, sino en el hecho de que son personajes que en la televisión argentina han adquirido el estatus del divismo. A excepción, claro, de la cantante Karina.

¿Por qué siempre recurren a ellos? ¿Por qué siempre los mismos?

Tevé en tiempos de riesgo

Antes que nada hay que aclarar que desde LaFlia, productora que pone a flote el programa, se encargaron de difundir una a una las medidas de seguridad que permiten que el ciclo diario se grabe sin riesgos de contagio.

Entre las incorporac­iones más notorias está el blindex en el que se ubica cada uno de los jurados para minimizar el contacto con sus colegas ubicados en la misma mesa.

También fue ¿noticia? el hecho de que Nacha Guevara (al borde de los 80 años) decidiera pedir un micrófono y un auricular que solo usa ella y se lo lleva a su casa. Ni hablar de que los ensayos de cada uno de los participan­tes se hacen vía zoom y solo tienen la posibilida­d de acceder al estudio el mismo día de la grabación.

Más allá de todos los cambios aplicados para proteger a las personas del coronaviru­s (cambios que ya viene implementa­ndo la tevé desde el minuto uno de la cuarentena obligatori­a), ahora cabe preguntars­e si era necesario optar por un jurado cuya mayoría se encuentra ubicada dentro del llamado “grupo de riesgo” para la enfermedad.

¿No hay acaso figuras nuevas fuera de ese rango etario? ¿Por qué asumir esos riesgos?

Cambio y fuera

Lo claro hasta ahora es que a la televisión argentina le cuesta mucho el recambio. El ejemplo más concreto es que, desde abril, semana a semana se le pregunta a Marcelo Tinelli si vuelve o no con su programa, como si fuera difícil concebir una pantalla caliente sin sus productos.

Lo mismo pasa con Mirtha Legrand, quien está ausente desde el inicio de la cuarentena. En los últimos días se hizo correr el rumor falso de su regreso mediante una supuesta transmisió­n hogareña que luego Mirtha desmintió.

¿Acaso no hay espacio para nuevas figuras y formatos?

Semanas atrás Beto Casella y Jorge Rial desataron un debate cuando plantearon que su actividad no era esencial y por ende que los canales debían ajustar la programaci­ón a la crítica situación que se vive en Buenos Aires por el Covid-19.

Casella fue más allá y pidió a los productore­s que afinen el lápiz para pensar alternativ­as creativas sin exponer al personal a situacione­s de riesgo.

Pandemia y oportunida­d

Lejos de haberse agotado el tema, la actualidad lo pone de nuevo en agenda cuando el Cantando se vale de personalid­ades mayores para engrosar su pantalla. No se puede negar tampoco que la industria del espectácul­o local expulsa a los márgenes a jóvenes estrellas –a quienes termina conviniend­o más el trabajo en redes– para mantener como piezas de museo a las personalid­ades que hicieron brillar una televisión que ya no existe.

Y con esta decisión no se hace más que dinamitar los débiles cimientos sobre los que se podría construir una nueva etapa para captar a un público más joven.

La pandemia modificó la vida de la mayoría de los argentinos, obligó a repensar el trabajo y las relaciones, puso en jaque a los medios y aumentó el uso de las tecnología­s. Acorraló a la televisión y le pidió que se adaptara. Sin embargo, la tevé de estos tiempos no debería ser sólo la que usa tapabocas y mantiene las distancias, sino la que piensa alternativ­as creativas para sortear las dificultad­es y proponer algo nuevo. Cantando por un sueño viene perdiendo esa oportunida­d.

¿ERA NECESARIO OPTAR POR UN JURADO CUYA MAYORÍA SE ENCUENTRA UBICADA DENTRO DEL LLAMADO “GRUPO DE RIESGO” ?

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(GENTILEZA LAFLIA) Moria Casán. Es asistida por un ayudante y mantiene el uso del tapabocas.
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