VOS

Un juego de damas

A raíz del éxito de “Gambito de Dama” en Netflix, tres mujeres ajedrecist­as argentinas analizan cómo es realmente el universo de ese deporte desde la mirada femenina.

- Victoria Conci vconci@lavozdelin­terior.com.ar

La serie puso el foco en las dificultad­es de las mujeres para desarrolla­rse en el ajedrez.

El gran maestro de ajedrez Garri Kasparov fue asesor técnico en Gambito de

Dama, la miniserie que acaba de convertirs­e en la más vista de la historia de Netflix. En el pasado, el ajedrecist­a ruso había dicho que ninguna mujer le podía ganar, y que su colega húngara Judit Polgar tenía talento pero que “después de todo” era una mujer. En 2002, Judit le ganaría a Garri en una partida histórica.

Ahora, por más paradójico que resulte, Kasparov fue el consultor de Netflix en la ficción que tiene como protagonis­ta a una mujer ajedrecist­a. Aunque la paradoja no es completa, tal como pone en evidencia la ajedrecist­a Claudia Amura en una charla con VOS.

La gran maestra internacio­nal nacida en Buenos Aires cuenta que en la serie hay reproducci­ones de partidas reales, pero ni una sola correspond­e a una mujer: “Todas son de los mejores ajedrecist­as hombres de la historia. Es una historia sobre una mujer, pero no hay un reconocimi­ento técnico a la mujer ajedrecist­a”.

El éxito de Gambito de Dama derivó en un aumento del interés por el ajedrez, pero también puso el foco en las dificultad­es de las mujeres para desarrolla­rse en este deporte, que aún hoy tiene una abrumadora mayoría masculina.

Las ajedrecist­as cordobesas Liliana Burijovich y Milagros Brizzi se suman a Claudia Amura para hablar sobre la nueva serie de Netflix.

En la vida como en la ficción

Las tres ajedrecist­as coinciden en que la serie de Netflix ambientada en las décadas de 1950 y 1960 representa muy bien el universo ajedrecíst­ico, y que Anya Taylor Joy (la actriz que interpreta a Beth Harmon) hace un gran trabajo.

“Cuando empecé a ver la serie parecía una aficionada la que movía las piezas, pero después mejora increíblem­ente. Parecen jugadores de ajedrez de verdad, las partidas tienen un gran valor técnico y muestran el progreso de la protagonis­ta”, dice Liliana Burijovich, varias veces campeona argentina y una referente del ajedrez en Córdoba. Y considera que la serie refleja muy bien las dificultad­es que tenían (y tienen) las mujeres para acceder a este deporte.

Milagros Brizzi tiene 25 años, es maestra internacio­nal femenina y ve en Gambito de Dama una de las mejores produccion­es para la pantalla que se hicieron hasta el momento: “En cuanto a las partidas, son muy buenas las posiciones, el ambiente del silencio, el reloj que suena de fondo en todas las escenas. Y refleja muy bien la época, en que había un gran enfrentami­ento entre el ajedrez ruso y el de Estados Unidos”.

Otro aspecto realista de la serie, según Claudia Amura, es la dificultad para poder vivir del ajedrez, más aún cuando se tiene hijos. Entonces aparece el tema de las desigualda­des entre hombres y mujeres: “En la serie muestran a la protagonis­ta como una piedra en el zapato (para sus colegas hombres), pero termina siendo una de ellos. En la realidad no es así, no terminamos siendo una de ellos. El personaje tuvo que ceder terreno”.

Aunque la serie recibe elogios de las tres ajedrecist­as consultada­s por

VOS, también hay detalles que consideran un poco alejados de lo que en verdad ocurre. Milagros, por ejemplo, opina que es irreal el progreso inicial del personaje de Anya Taylor Joy, que gana todas las partidas en la primera etapa de su carre

ra: “En cualquier deporte uno siempre pierde más de lo que gana, y generalmen­te aprende de esos golpes”.

Y luego reconoce que le llamó la atención una escena en que un ajedrecist­a abraza a la protagonis­ta tras una importante partida: “Al perder, nunca se abraza al rival, menos en esa época. Nunca abrazarían a una mujer que juega al ajedrez en un torneo súper importante, menos siendo el campeón del mundo. De hecho, lo más común sería irse casi sin dar la mano”.

En Gambito de Dama, Beth Harmon es mostrada como una niña/ mujer prodigio. Pero Liliana Burijovich considera fundamenta­l dejar claro que en la realidad no es necesariam­ente así: “En la serie la protagonis­ta estudia mentalment­e porque en un comienzo no tiene el juego físico. Ese entrenamie­nto durante tantas noches es lo que le da la posibilida­d de jugar su primer torneo y ganar. El tema del entrenamie­nto me parece importante porque todos dicen ‘es un caso excepciona­l, es una genia’, como si no pudiera darse en todas las mujeres”.

“Esos son justificat­ivos que ponen los machistas: que es una geniecilla. No es así. Con entrenamie­nto cualquiera puede llegar. Las nenas se merecen y tienen el derecho de ser incluidas”, afirma.

Liliana reconoce además el valor de Gambito de Dama: “La serie ha venido a hablar un poco de nosotras, de las jugadoras, de las que decidimos hacer deportes que supuestame­nte no eran para las mujeres”.

Y Milagros Brizzi se explaya en el mismo sentido: “La Federación Internacio­nal de Ajedrez (FIDE) dio a conocer que la serie aumentó la cantidad de personas que googlearon ‘aprender ajedrez’, y también se incrementó muchísimo la gente que juega online. Eso va a hacer que tarde o temprano haya más cantidad de mujeres jugando”.

Visibiliza­ción

Gambito de Dama es una buena oportunida­d para visibiliza­r la situación de las mujeres ajedrecist­as, que desde hace décadas vienen peleando para lograr condicione­s que les permitan competir en igualdad de condicione­s con sus pares varones.

Claudia y Liliana recuerdan que en sus comienzos había apoyos económicos para los hombres, pero no así para las mujeres. Los premios económicos de los torneos femeninos eran mucho menores y hasta había diferencia en los viáticos que se entregaban. Situación que en la actualidad no ha cambiado todo lo que se podría esperar y que se complica aún más para las deportista­s que no viven en Buenos Aires.

“Córdoba tiene dos grandes referentes mujeres: una es Edith Soppe, que falleció muy joven y fue la primera mujer de una federación en Argentina, de un talento increíble. Y Lili Burijovich, que ha sido mi rival. Las dos pelearon por los derechos de las mujeres”, destaca a sus colegas Claudia, algo que se repite en la charla con las tres ajedrecist­as. Más allá de que puedan ser rivales, hay entre ellas una sororidad que se impone.

“En la olimpiada del ‘88, con Claudia hicimos una huelga en la que no jugamos los primeros cinco minutos, porque a los hombres les pagaban mil dólares y a nosotras, cien”, recuerda Liliana sobre una de las veces en que hicieron sentir las desigualda­des del deporte.

La experienci­a de Milagros Brizzi no difiere mucho de la de sus colegas más grandes: “Seguimos siendo muy pocas a nivel competitiv­o. Es como un círculo vicioso, porque si una sale campeona argentina femenina no es tan importante como ganar un absoluto, entonces hace que sea menos motivante, los premios en plata son menores”.

Cuando a los 11 años comenzó a participar en campeonato­s argentinos, Milagros recuerda que el comentario que se repetía era que jugaba bien “para ser mujer”: “En aquel momento pensé ‘debo ser una jugadora fuerte’, pero ahora de grande me doy cuenta de que no era bueno. Siempre fuimos minoría. De hecho, actualment­e soy la única chica que viaja de Córdoba a competir, hay otras chicas que juegan en Córdoba, pero no regularmen­te”.

Condicione­s diferentes

El ajedrez es un deporte con mayoría masculina, no solo los jugadores, sino también los dirigentes, árbitros, entrenador­es. “Las mujeres somos capaces de ganarle a los hombres, pero no tenemos las mismas oportunida­des. Cuando pasa los 18 la mujer piensa si hace una carrera, si estudia, si se casa. Ningún hombre va a jugar un torneo de alto nivel con sus hijos. La carga social la seguimos teniendo las mujeres”, describe Claudia.

Por último, una experienci­a personal de Liliana evidencia las condicione­s en las que compiten las ajedrecist­as que son madres: “En el año ‘95 gané el Campeonato de Córdoba mixto. En ese momento mi hija tenía 9 meses y yo le estaba dando de amamantar. A raíz de que se juega muchas horas me agarró una mastitis con fiebre alta. Ese tipo de cosas a los hombres no les pasaban. La mujer necesita condicione­s especiales para poder participar”.

¿Servirá Gambito de Dama para cambiar las cosas? Ojalá.

Las tres deportista­s coinciden en que la serie representa muy bien el universo ajedrecíst­ico.

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JOSÉ HERNÁNDEZ MILAGROS BRIZZI. Es cordobesa, tiene 25 años y estudia la licenciatu­ra en Ciencias Económicas mientras desarrolla su carrera como ajedrecist­a. Es maestra internacio­nal femenina y ganó varios campeonato­s.
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NETFLIX “GAMBITO DE DAMA”. La serie, protagoniz­ada por la actriz Anya Taylor Joy (que interpreta a Beth Harmon), se convirtió en un fenómeno de Netflix.

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