Miradas opuestas a la cuarta temporada de “The Crown”
Un clásico contemporáneo
Sin prisa pero sin pausa, y a lo largo de cuatro temporadas ascendentes en materia de calidad narrativa, The Crown se ha convertido en una de las series estelares que ofrece la amplia y muchas veces desorbitante grilla de Netflix.
Los últimos diez episodios estrenados a mediados de noviembre confirman esa afirmación y la apoyan con otra que probablemente se reproduzca en la boca de buena cantidad de sus seguidores: la temporada número cuatro de la serie que recorre las diatribas de la corona británica y sus miembros es la mejor hasta el momento. Indudablemente, la mera presencia de Margaret Thatcher y Lady Di en los guiones era suficiente para generar expectativa. La guerra de Malvinas, el casamiento del Príncipe Carlos y la Princesa Diana y el vínculo tirante (y deliciosamente sutil) entre la reina y la mencionada primera ministra son algunos de los principales condimentos de este nuevo período abordado.
Pero la producción de Peter Morgan –todo un especialista en esto de contar los entretelones de la casa de los Windsor– optó por correrse de lo obvio y sugirió más de lo que mostró.
Los diálogos entre los personajes de Olivia Colman (una cada vez mejor Isabel II) y Gillian Anderson (la encargada de retratar ¿exageradamente? a Thatcher), el impactante crecimiento de Josh O’Connor en la piel de Carlos y el preciso balance entre las diferentes líneas narrativas propuestas son algunos de los puntos altos de una tanda de capítulos que deja pidiendo por más. Aunque eso, en parte, se relacione con una cantidad importante de situaciones y momentos que quedan relegados –o minimizados– ante la necesidad de hacer un recorte.
Allí, quizás, el punto más débil de una temporada casi perfecta. Y un caso concreto: aunque el personaje de Lady Di gana en carácter y presencia con el paso de los episodios, Emma Corrin no consigue brillar como la emblemática mujer que representa en escena. Será su sucesora, Elizabeth Debicki, la encargada de mostrar que The Crown todavía puede perfeccionar algunos detalles para terminar de consagrarse como un clásico contemporáneo en materia de producciones televisivas.