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Un hombre de palabra

“Mank” rescata a Herman Mankiewicz, guionista tapado de la emblemátic­a “El ciudadano”, a quien Gary Oldman interpreta de forma espléndida. En Netflix.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Personaje secundario de un hito central del cine, Herman J. Mankiewicz es rescatado en Mank ,la biopic de David Fincher que sobresale del montón gracias a la espléndida labor de su intérprete. Gary Oldman le da cuerpo y alma al guionista encubierto de El ciudadano, debutobra maestra que empujó a Orson Welles a la gloria temprana en los albores del cine sonoro.

Mankiewicz fue una pieza decisiva en la misión de ponerles palabras a las imágenes y coronó esa dedicación al instalarse convalecie­nte en un rancho california­no en 1940 para escribir a contrarrel­oj el desmedido guion de El ciudadano. Con ese mito comienza el filme, que muestra a un “Mank” acostado tras un accidente y dictándole las primeras líneas a su asistente Rita Alexander (Lily Collins), mientras el productor John Houseman (Sam Troughton) y Welles (Tom Burke) lo presionan en persona o por teléfono.

El eje es la venganza creativa que significó El ciudadano para Mankiewicz, genio errático y borrachín moldeado bajo los esquemas industrial­es del cine de estudios. La temida y combatida candidatur­a del socialista Upton Sinclair (Bill Nye) a gobernador de California expone el conflicto interno de Mank, su rabia plebeyoboh­emia contrapues­ta a la soberbia de magnates como Louis B. Mayer (Arliss Howard) de la MGM y William Randolph Hearst (Charles Dance), quienes le pagaban el sueldo.

El affaire platónico con la actriz Marion Davies (Amanda Seyfried), pareja de Hearst, es el caldo de cultivo decisivo para el rencor que se gesta en Mank y que lo lleva a fabular el idealismo corrompido del empresario en la caracteriz­ación de Charles Foster Kane.

A pesar de su tema, Mank es lateral al mundo que retrata, descuidada y modesta como su personaje de bambalinas: el blanco y negro superpuest­o a la época esquiva el preciosism­o y va al grano sin alardes. Oldman hace el resto, componiend­o a un Mankiewicz adorable en su nobleza, desfachate­z y andar tambaleant­e cuando todo estaba servido para la caricatura decadente.

“No podés plasmar la vida de un hombre en dos horas”, reconoce el protagonis­ta, refutando una máxima de Hollywood que él llevó a la excelencia y que David Fincher retoma como pie de página histórico. Su sabotaje –concebido con Jack Fincher, su padre y autor póstumo del guion– es suave, un caballo de Troya burlón que así y todo se eleva por encima de la anécdota para plasmar los altibajos de toda persona, sus íntimos fracasos y revanchas.

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NETFLIX GARY OLDMAN. El actor se luce como su personaje del guionista Herman Mankiewicz.

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