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Bam Bam 10 años sin su toque

El 29 de julio se cumple una década de la muerte del percusioni­sta peruano que marcó para siempre la música de Córdoba. Se vienen un libro, un documental y un mural sobre su obra.

- Andrés Fundunklia­n afundunkli­an@lavozdelin­terior.com.ar

“C uando murió, creo que dejó a Córdoba medio vacía”. La frase pertenece a Willy Crook en sus Memorias improbable­s (2017) y refiere al gran Bam Bam Miranda, el músico nacido en Perú que se convirtió en una leyenda cordobesa desde que desembarcó en esta ciudad a comienzos de la década de 1990. El próximo 29 de julio se cumplirá una década de su fallecimie­nto.

Hay muchas definicion­es posibles sobre Miguel Antonio Miranda, tal su verdadero nombre, pero elegimos rescatar la de Crook, otro enamorado del agite cordobés y quien también nos dejó hace algunas semanas. Al momento de partir, ambos tenían prácticame­nte la misma edad.

“Bam Bam me llevaba a hacer turismo étnico por las villas de Córdoba, adonde íbamos de compras. Nunca un cucú. No tenía límites. Terminaba de tocar con La Mona y venía a mis shows para mejorarlos. Para mí, fue uno de los mejores percusioni­stas del mundo”, sentencia Willy en el mencionado libro.

Además de transforma­r el sonido del cuarteto tras su ingreso a la banda de Carlitos Jiménez, convertirs­e en una de las figuritas más solicitada­s para subirse al escenario y ponerle una mística única cuando las bandas más reconocida­s de la escena rockera llegaban a la provincia (de Divididos a Bersuit, pasando por Callejeros y los grupos de Pity Álvarez, por citar sólo algunos), y ser un verdadero gurú para los y las percusioni­stas de estas tierras, Bam Bam obtuvo un decisivo certificad­o de cordobesit­ud el día de su fallecimie­nto.

La última noche

Por si algo le faltaba para ser un mito cordobés, su partida de este mundo comenzó cuando se descompens­ó mientras tocaba con su banda Guarango en el máximo coliseo, el Teatro del Libertador San Martín, para un concierto por el 190° aniversari­o de la independen­cia del Perú. ¿Algo más simbólico que eso? Ni en el relato más trasnochad­o.

“Estaba feliz, en su salsa, haciendo chistes y sonriendo como siempre. Sólo una indicación de que le bajaran el retorno del cajón que percutía se puede tomar desde hoy como un indicio de que algo andaba mal”, narra la crónica de La Voz del día posterior, dato que reafirmaba su coterráneo y compañero de aventuras Toño González.

“Vayan de negro que yo iré de blanco”, recordó el también percusioni­sta que le dijo Miranda, al reconstrui­r esa noche un año después. “Lo tomé como una señal”, añadió González, mientras no ocultaba su fastidio porque la ambulancia tardó más de 20 minutos. Bam Bam falleció a las pocas horas en el hospital Córdoba por un ACV.

La despedida en 990

Lo que ocurrió posteriorm­ente en la noche del viernes 29 fue la certeza de que Bam Bam se había convertido en el santo patrono de los tambores en Córdoba. Una caravana de percusioni­stas y bailarines comenzó un ritual en la mismísima avenida Vélez Sársfield y, debido a la concurrenc­ia, la Policía tuvo que cortar un carril de una de las calles emblemátic­as de la ciudad.

Desde allí, la multitud se dirigió hasta 990 Arte Club, donde incontable­s veces se había presentado con Guarango y como invitado de tantos artistas. Es que en ese mítico espacio se realizó el velatorio a pedido de sus amigos, con el cajón que llevaba sus restos vestido con una bandera de Perú y rodeado de bailarines.

“Alguna vez había dicho que quería que su despedida fuera con música”, aseguró otro de sus compañeros de ruta, Gabriel “el Corto” Juncos, flautista de Guarango que por supuesto tocó en esa velada. Un ritual del sincretism­o que representa­ba. Tradición cristiana, música afroperuan­a y cordobesa.

Esa noche estaban todos: el público de los bailes, la plana mayor del cuarteto y músicos de todos los palos: rock, jazz, afro; miembros del Consulado de su país natal bien trajeados y amantes de los tambores recreando ese espíritu libre y generoso. Todo eso era Bam Bam.

“El patrón del ritmo”, el libro

Su historia fue tan rica en música y anécdotas que sería imposible desarrolla­rla en esta nota. Una aproximaci­ón mucho más certera y completa es que la ensaya Germán Arrascaeta en El patrón del ritmo, el libro que se publicará próximamen­te y en el que se visibiliza la enigmática vida de Bam Bam a través de conversaci­ones con colegas, familiares, amigos y discípulos.

Allí por ejemplo se narra el momento en que La Mona lo convoca para que toque en su banda, con la que arrancó en marzo de 1992. “Fue a buscarme personalme­nte y se armó un revuelo bárbaro en barrio Güemes”, recordaba el propio Miranda sobre la el lugar donde paró un tiempo antes de establecer­se en Cofico.

Por esos años también lo conoció Vivi Pozzebón, otra gran referente de la percusión cordobesa que también participa en el libro. “Fue en el espectácul­o Mandingo, yo participé con el Coro del Seminario del Teatro”, rememora sobre el primer flash.

Años más tarde, llegó la influencia y complicida­d. “Formamos Combo Pimienta donde varias mujeres empezamos con la percusión y nos pasaba los toques de cada uno de los instrument­os para armar el ensamble de distintos ritmos. No enseñaba con técnica, decía que tenía que sonar con ‘mugre’, que el toque tenía que ser ovalado y no circular”, apunta Vivi.

Luego remata con una idea que reproducen muchos músicos que tocaron y se formaron con él. “La mayor enseñanza era verlo tocar, te hacía entrar como en un viaje. Me acuerdo de grabar todo y después ir a casa y tratar de descifrar y transcribi­r, ¡todavía guardo los casetes de esas sesiones!”, exclama. El gran gusto de la Vivi fue hacer un tema homenaje “donde participar­on sus hermanos, como él decía de la familia Ballumbros­io, Miguel y Roberto”.

Bam Bam grabó en Madre Baile de Pozzebón y en más de 500 discos, pero nunca pudo terminar el de su proyecto más querido, Guarango, que fue una verdadera escuela para músicos cordobeses. Aunque algunas grabacione­s muy dignas en vivo fueron subidas a las plataforma­s, las cintas originales de ese disco que nunca se publicó las tiene (o tenía) Pity Álvarez.

Ahora tendrá un libro sobre su vida, un documental dirigido por Florencio Ruiz que está en el proceso final y un mural en su honor que pintará su amigo Fabián Villarruel. “La idea es pintarlo en una de las paredes de la cancha de Belgrano, de quien lo hizo hincha el Potro Rodrigo”, cuenta Villarruel. Como se ve, el legado de Bam Bam sigue presente. No es poca cosa.

La noche del velatorio estaban todos: el público de los bailes, la plana mayor del cuarteto y músicos de todos los palos: rock, jazz, afro.

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LA VOZ/ARCHIVO BAM BAM MIRANDA. El músico se hizo conocido como percusioni­sta en la banda de Carlos “la Mona” Jiménez y fue reconocido por artistas del cuarteto, el rock, el jazz y la música afro.
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BAM BAM MIRANDA. El percusioni­sta peruano fue una figura clave para la música de Córdoba e influyó en artistas de todos los géneros.
 ??  ?? HOMENAJE. Tamboreros en la puerta del teatro Sa Martín, en 2011, despidiend­o a Bam Bam.
HOMENAJE. Tamboreros en la puerta del teatro Sa Martín, en 2011, despidiend­o a Bam Bam.
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LA VOZ/ARCHIVO
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LA VOZ/ARCHIVO

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