L-Gante. Cumbia 420 para los más chicos
Cómo fue el show que el artista presentó el viernes en el teatro Luxor de Carlos Paz. Esta noche actúa en Plaza de la Música.
Minutos antes de las 20 del viernes, la avenida Libertad de Carlos Paz registraba un paisaje con olor y color a verano. La larga fila que se iniciaba en las puertas del teatro Luxor no tenía nada que ver con la oferta teatral de cada enero y febrero. La expectativa tenía un solo responsable: L-Gante.
En el tercer día de su maratónica gira por Córdoba, el cantante trastocó el paisaje habitual del ingreso a la sala más encumbrada de la plaza serrana. Una amplia mayoría de adolescentes y también algunos padres y curiosos acompañaron la manifestación más ATP de las 12 actuaciones que tenía planeadas el músico este fin de semana.
Luego de haber compartido un largo asado con Carlos “la Mona” Jiménez, LGante acusó el trajín de la vida en gira. Mientras el público esperaba por ingresar al Luxor, él permanecía en su hotel y anunciaba el comienzo de una velada que lo llevaría también a Saldán y al club Las Palmas.
Una hora y media después del horario anunciado, Elian Ángel Valenzuela entró como una tromba al estacionamiento teatro y fue directo a los camarines. Le bastaron solo unos metros de contacto con la prensa para sacar a relucir su magnetismo y para dejar en claro su filosofía en una sola frase: “Aguante el barrio”.
En esa aparición fugaz tras el escenario, el cantante confirmó que su impacto masivo tiene mucho que ver con su carisma y su personalidad, ambas absolutamente disruptivas en un medio poco acostumbrado a figuras surgidas de sectores populares.
Ya en la sala, que quedó a medio llenar pese a la distancia entre sus asistentes, la panorámica indicaba con creces que el mayor porcentaje del público presente era menor de edad. L-Gante es, de hecho, lo más parecido a un superhéroe para el segmento infantil, dato que se podía confirmar en la cara de expectativa de los más “bajitos”.
El inicio
Instantes antes de las 22, las luces se apagaron y algunos fragmentos del raid mediático que vive el cantante desde hace algunos meses se proyectaron en la pantalla. Con frases de su recordada entrevista en Caja negra (donde dio a conocer que compuso sus temas con una notebook “del gobierno” y un micrófono de “mil pesos”) como carta de presentación, el nombre “L-Gante” se leyó con claridad en la pantalla y marcó el comienzo formal de un concierto sin mayores condimentos extra.
Sin demasiados saludos protocolares, Valenzuela se subió al escenario con una base de su DJ de fondo y arrancó “al toque-roque”. De inmediato empezó una seguidilla de temas que en los primeros minutos conectó Alta data, Titubeo, Mi banda encendida, L-Gante RKT y Tinty Nasty. En ese tramo inicial, quedó claro el plan que propone el cumbiero (tal y como él mismo se definió): un repaso de sus canciones junto a su DJ, bailarines, una corista y su manager, que se encarga de apoyar al cantante con la voz.
Maxi El Brother, que también ofició por momentos como animador del público, condujo uno de los momentos más especiales de la noche. Cuando el cantante mencionó por segunda vez la cantidad de niños presentes y preguntó si todos se sabían el abecedario, su representante tomó nota de la respuesta uniforme de la platea y seis chicos subieron al escenario.
Tras 15 minutos de show, L-Gante dejó en claro que su propuesta puede incluir a familias enteras a pesar de una música que se conecta directamente con el baile y la diversión nocturna. Aunque todas sus letras tienen alusiones a la marihuana, a los códigos de barrio o al “malianteo” como forma de estar en el mundo, la transparencia del personaje logra que los niños lo vean como una especie de hermano mayor y que los adultos dejen de lado sus prejuicios al menos por un rato.
En este caso, el “rato” fue literal. Luego de la intervención infantil, quedó apenas media hora de canciones por delante. Pasaron Perrito malvado,C pikó la clandestina, Pistola, Villarap (la sesión con Bizarrap) Dónde están los guachos, Malianteo 420 (volumen 2), Me re sirve y un cierre apurado con otra vuelta del primer tema editado junto a Damas Gratis.
Tras esa repetición, el músico salió disparado del escenario y una lluvia de papelitos tomó la sala por asalto. La sensación inicial es que 45 minutos de show para el artista del año a nivel nacional tienen sabor a poco. Con un hit detrás de otro, y con un volumen de repertorio que creció considerablemente en los últimos meses, L-Gante tiene con qué responder frente a esa demanda popular que ha explotado frente a sus propias narices. Por lo pronto, pareciera que el plan del artista es tocar, tocar y tocar, pero lo justo y necesario para que el cronograma permita más shows en menos tiempo.