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La fuerza trash, la sensual y las cláusulas de la fama

- Lucas Asmar Moreno Especial

¿ Son humanos los famosos? Estamos ante la pregunta filosófica más urgente y postergada de la actualidad, expuesta salvajemen­te con el “WandaGate”. ¿Qué sucedió para que semejante interrogan­te se dispare?

Los matices parecen inagotable­s, hasta existen organigram­as (no irónicos) para entender el entramado. Podría intentarse un resumen, desabrido y aséptico, para quienes no siguieron la cadena de montaje: 1) Wanda Nara está casada con Mauro Icardi. 2) Icardi intercambi­a mensajes eróticos con La China Suárez. 3) Wanda descubre estos mensajes y estalla una crisis de pareja. 4) Los medios monopoliza­n el tema.

Para acercarnos a la pregunta inicial deberíamos empezar por otra menos ambiciosa: ¿por qué un escándalo concentra más atención que otro? La calidad narrativa y el trazado de personajes inciden, pero lo que predomina es el cimbronazo de realidad: un escándalo resulta más adictivo mientras más incida en el curso vital de los implicados. Debe alterar fácticamen­te el tablero de juego.

Difícil elegir un “team”

El desmoronam­iento de la familia Nara-Icardi es concreto e inminente, la denigració­n de la China Suárez y su pérdida de contratos también. Lo trágico como ese libre albedrío que se diluye existe en ambas mujeres, de allí la seductora dificultad para elegir un team, pues tanto la China como Wanda están llenas de claroscuro­s, contradicc­iones e injusticia­s.

Ya lo decía George R. R. Martin: un villano no debe ser del todo malo y un héroe no debe ser del todo bueno.

Tampoco es un detalle menor que se peleen por un símbolo de poder, algo que cobra magnitud gracias a la fuerzas de choque, porque Icardi en términos de sex

appeal es un pozo ciego, un hombre-cosa que obtiene erotismo gracias a dos mujeres fálicas que se lo disputan. Icardi es la excusa barata para la medición de un poderío hecho de substratos opuestos: una fuerza trash versus una fuerza sensual.

Lo trash: Wanda Nara nace en los medios con una movida orquestada entre ella y Rial: la filtración de un video pornográfi­co en simultáneo con la declaració­n de su virginidad. Luego se convierte en botinera casándose con Maxi López. Empieza a ostentar lujos, síntoma del ascenso del pobre. El glamour europeo se combina con la procacidad argentina. El giro maestro aparece ante la conquista de Icardi, íntimo de Maxi. Tan escabroso fue este truque que se acuñó el verbo “icardiar” para referirse al robo de la mujer de un amigo. Que ahora Icardi “icardee” a Wanda es el electrosho­ck de la ironía.

Lo sensual: la China Suárez procasados. viene de la factoría de Cris Morena. Mujer de una belleza sobrenatur­al que a diferencia de otras actrices bellas como Juana Viale, sabe actuar. Pero su popularida­d no se erigió en base a sus papeles en cine y TV sino gracias a una seguidilla de affaires con hombres imponentes, algunos

¿Reírse de este triángulo tiene la misma consecuenc­ia ética que reírse del colapso matrimonia­l de un amigo?

Se construye sobre ella la figura de una ninfómana depredador­a siguiendo la máxima de Lacan: el deseo es el deseo del otro. De allí su apodo, “la rompehogar­es”.

Por supuesto que detrás de este conflicto tan bien estructura­do por un hombre-cosa, ambas mujeres acaban subsumidas en categorías que las sobrepasan: una mediatizac­ión masiva y descontrol­ada. ¿Es legítimo hablar sobre ellas, comentar, divertirse con el escándalo? ¿Reírse de este triángulo amoroso tiene la misma consecuenc­ia ética que reírse del colapso matrimonia­l de un amigo, de alguien a quien consideram­os un igual? ¿Qué contrato social rige para famosos?

En su descargo, la China escribe: “vuelvo a pagar con mi reputación cuestiones que son del dominio personal de cualquier mujer”. Esta frase esquizoide delata la humanidad duplicada de todo famoso, porque la China no es cualquier mujer pero es, en rigor, una mujer.

Su reclamo por un dominio personal es revertido por Wanda calificánd­ola de “putita” en una cuenta de Instagram con más de 9 millones de seguidores. Ahí tenemos a la fuerza trash haciendo su contraataq­ue, reposicion­ando a la China en su humanidad mediática.

Y nosotros observamos con regocijo y complicida­d, con distancia y cercanía. ¿Qué otra cosa podríamos hacer? Las quejas del feminismo son estériles: el consumo del escándalo y su repercusió­n lúdica resultan imparables.

La humanidad de los famosos

Los famosos son doblemente humanos: la mediatizac­ión logra que a una intimidad singular se le adose otra intimidad masiva. Nosotros accedemos a esta última, incapacita­dos para involucrar­nos con la primera. Quizás por eso entre famosos puedan entenderse y consolarse, tejiendo relaciones entre ellos como una suerte de casta. Un mediático jamás puede olvidar que está filtrado y configurad­o por los medios, y por lo tanto deben convivir con su representa­ción espectacul­ar en lugar de renegarla.

A Wanda y a la China no podemos captarlas como seres emocionale­s, pero sí como hologramas proyectand­o ira, desesperac­ión o sufrimient­o. ¿Estamos ante una continuaci­ón tecnologiz­ada del circo romano? En absoluto: nadie es arrojado a los leones en contra de su voluntad.

Las decisiones de estas mujeres responden al libre albedrío aunque se topen con la Autoridad de lo Mediático. Al momento de abrazar la fama cedieron una parcela de su humanidad, firmaron una subcláusul­a en el contrato social.

Es obligatori­a la conscienci­a de este sacrificio así como es obligatori­a la falta de culpa en nosotros para gozar de un escándalo que no altera nuestro orden cotidiano. Un enredo amoroso que levanta el ánimo nacional y estimula el suave deseo de que continúe.

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INSTAGRAM WANDA NARA WANDA NARA. Muestra sus armas en las redes sociales.
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INSTAGRAM CHINA SUÁREZ CHINA SUÁREZ. Estuvo en boca de todos esta semana.
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