Una jornada inolvidable.
La Salada demostró que está en un gran momento y se perfila para ser una de las lagunas vedettes de la temporada. Los pejerreyes se hacen presentes en cantidad y calidad y dan mucha pelea.
La Salada demostró que está en un gran momento y se perfila para ser una de las lagunas vedettes de la temporada. Los pejerreyes se hacen presentes en cantidad y calidad, y dan mucha pelea.
Buscando en forma reiterada la ruta de los grandes pejerreyes, nuestro GPS imaginario nos llevó directamente hacia el balneario de San Cayetano, donde estos días fue reabierta la laguna La Salada, ubicada muy cerquita del mar y antes de llegar al propio balneario. Este espejo tiene una vista muy singular, rodeada de pinos y médanos que enmarcan una situación ideal de pesca.
Posee forma casi rectangular y una superficie líneal de alrededor de 7 km de largo, contando con sectores muy bajos y otros que al día de hoy llegan con suerte a 1,50 m de profundidad. En la margen opuesta a los pinos se encuentra un alambrado hundido: en caso de querer traspasarlo hay que hacerlo siempre con mucho cuidado. Este espejo de agua, en su primera parte, permite también actividad recreativa utilizando kayaks y tablas de windsurf sin invadir la zona de pesca propiamente dicha. Siempre fue una laguna con muy buen pique y esta temporada no es la excepción. Pudimos comprobar que tiene mucha actividad y se mezclan numerosos ejemplares de muy buen porte con varios que rondan el kilogramo de peso.
El pueblo de San Cayetano es un abonado a experiencias pesqueriles en lagunas no muy grandes pero que conservan ese fuego
sagrado, brindándonos siempre calidad y cantidad en la pesca de pejerrey. Hace muy poco tiempo habíamos realizado un relevamiento en una de las tantas lagunas con resultados sorprendentes y ahora queríamos superarnos y no fallar, por eso volvimos a elegir este pesquero.
Para llegar hasta San Cayetano desde Capital Federal debemos tomar ruta 3 hasta la rotonda de Gonzales Chaves y allí doblar por la ruta 75 hasta la rotonda de acceso. En total son aproximadamente 520 km que hay que hacerlos con tiempo y tranquilidad.
Pusimos en condiciones todos nuestros equipos y hacia allá partimos. En el lugar nos esperaría nuestro amigo Carlos El Calabrés Di Loreto para comer un rico asado y contarnos cómo estaba la pesca en general por la zona. Llevamos equipos de cañas telescópicas de hasta 4,50 m de largo, reeles frontales chicos y media- nos cargados con multifilamento 0,18 mm y otros con nylon 0,30 mm. Durante la noche anterior le pasamos vaselina o flotalíneas para que flote y sea más efectivo en el momento de la clavada.
Boyas y carnada
El equipo se completó con gran variedad de líneas de flote con distintos formatos y colores, elegidas según el pescador se sienta cómodo. En esta ocasión nos inclinamos básicamente por cuatro modelos de boyas de madera balsa, para probarlas en distintos momentos de la pesca. Algunas fueron armadas con boyas Cribal del tipo cometa 205 y chupetonas 220, que le dan volumen y una buena visión cuando se alejan del bote. Otras con Criterio palito desparejo número 8 bicolor, ideales para utilizar cuando el sol nos encandila. Y el último grupo formado por Criterio modelo lágrima número 30, una boya que va bien aplastada en el agua y marca perfectamente el pique. Todo acompañado por buenas porciones de mojarras vivas, que a la postre fueron la mejor carnada.
Dormimos en el pueblo de San Cayetano y muy temprano por la mañana rodamos los últimos 75 km que nos quedaban hasta la laguna La Salada, espejo que se encuentra muy pegadito a la zona de playas del balneario.
El día estaba nublado y un poco templado, por lo cual no hizo falta contar con mucho abrigo, cosa
que en pleno invierno debemos tener muy pero muy en cuenta por las bajas temperaturas del lugar. Nuestro guía y amigo Di Loretto llevó su propia embarcación, que tuvimos que bajar por nuestros medios. Y luego comenzar con el armado de los equipos.
La idea era llegar al primer sector de pesca con todo listo y ver qué pasaba. La selección de aparejos fue por demás distinta, ya que Mauro se inclinó por el color verde limón, Facundo por el fucsia, Carlitos por unas bicolor y yo firmé con el color naranja. Apagamos el motor unos metros antes del lugar elegido para no hacer ruido, y sigilosamente bajamos el ancla para fondearnos (cabe aclarar que toda la pesca la realizamos anclados). El sol molestaba por franjas, pero se podía pescar tranquilamente.
Nos recibieron los grandes
Aparejos al agua bien encarnaditos con una y dos mojarras y comienzo de la fiesta. De entrada nomás, ya picaron pejerreyes que superaban los 35 cm, briosos y combativos. Capturamos unos cuantos y decidimos ir a buscar otros lugares en una laguna que ofrece pocas alternativas pero que se deja navegar placentera-
mente, siempre y cuando no nos acerquemos a la costa.
Nos recostamos sobre la orilla de los pinos donde en ese momento moría el viento y en una pequeña bahía volaron y cayeron todos los aparejos. Tuvimos que esperar varios minutos para el primer pique, señal de que allí no estaban tomando firmes. Inmediatamente levantamos nuevamente el ancla y nos dirigimos hacia la costa El Copito donde el agua estaba un poquito más calma y se veía mucha actividad en superficie. Comenzamos y tuvimos amplia respuesta de pejerreyes medianos que picaban en brazoladas de hasta 40 cm de profundidad.
Recorriendo la laguna
A ntes de que culminara la jornada queríamos probar hacia el centro de la laguna y hacia allí fuimos. Anclamos de tolete para colocar el bote cruzado y así pescar más cómodamente. Un rayo de sol caía prácticamente sobre el centro de nuestra cancha de pesca, por lo cual teníamos que acomodar las líneas a los costados porque caso contrario no veíamos con claridad los piques. Era tremenda nuestra emoción al ver salir disparadas nuestras boyas ante cada pique de pejerreyes realmente grandes, que no daban respiro y nos obligaban a estar muy atentos.
Algo a tener muy en cuenta es la boca del pejerrey: no es muy grande, por lo cual admite anzuelos hasta número 1 como opción valedera.
Ninguno quería irse de ese lugar pero nuestro guía nos propuso en el viaje de vuelta pescar un poquito más arrimados al embarcadero, convite que no despreciamos y culminamos el día con un picadito entre los señores Facundo Ontivero y Mauro Bit to lo. El resultado final no lo vamos a revelar pero estuvo muy entretenido y hubo un ganador por un solo ejemplar, cosa que se festejó y sirvió como para cerrar otra jornada inolvidable de pesca, tanto en cantidad como en calidad.