Flor de otoño.
Aun con aguas muy altas y condiciones a priori adversas, la zona de Florencia mantiene un buen presente y excelentes perspectivas para la pesca. Dorados y surubíes muy activos.
Aun con aguas muy altas y condiciones a priori adversas, la zona de Florencia mantiene un buen presente y excelentes perspectivas para la pesca. Dorados y surubíes muy activos.
Abundancia de agua. Lluvias por encima de la media han provocado inundaciones y desbordes en toda la cuenca del Paraná y siguen siendo una constante. Contrariamente a lo que dice el refrán, a veces lo que abunda daña. Poblados ribereños, caminos, puentes, viviendas y campos han sido inundados y afectados.
Sin embargo, en el Paraná Medio este fenómeno no ha logrado coartar las posibilidades de pesca. Sí ha cambiado un poco las cosas. Los desbordes han hecho que el curso
principal haya desdibujado sus límites y se haya hecho uno con bañados y lagunas.
Hay nuevas bocas, chorros y muchas costas erosionadas y desbarrancadas con árboles inclui- dos. En este universo de aguas altas, los grandes peces también se han desparramado un poco.
En este nuevo escenario hay que modificar un poco las estrategias de búsqueda y prospección.
Ya no es un río en equilibrio con un ordenamiento establecido, se trata de una situación un poco más caótica. Sin embargo, los grandes cazadores mantienen determinada lógica.
Las nuevas bocas son también nuevos puntos de pesca. Siempre que entra o sale agua torrentosa a una laguna o al río es posible que haya grandes peces aprovechando ese lugar para tener chances de alimentarse. Cuando dos brazos se unen, las juntas de aguas de diferentes velocidades son otro buen sector para intentar. Muchas veces estos sitios se dan en la cola de un islote, o donde se juntan las aguas en la unión de riachos.
Las correderas de aguas rápidas que se producen contra las costas en determinados lugares –donde pega la correntada– son inmejorables, y dentro de estos ambientes los troncos y raigones
desbarrancados o invadidos por el agua proporcionan infinidad de puntos clave donde lanzar un señuelo, fundamentalmente para dorados. Los veriles abruptos en medio del río son otro punto estratégico que los grandes surubíes difícilmente abandonan.
Equipos y carnadas
Marcelo y A lex is Rouv ier, propietarios del nuevo emprendimiento Piracuá Lodge, nos avisaron que los grandes estaban empezando a moverse en la zona de Florencia y que la claridad del agua daba como para pescar con artificiales. Una combinación de factores que transformaron la propuesta en algo prácticamente ineludible. Y hacia allá fuimos con Matías Previtera a desafiar a los grandes colosos del Paraná.
Los 18 km de camino de tierra que unen Florencia con Puerto Piracuá se encuentran prácticamente en su totalidad bajo un mar de agua, así que esta vez recorrimos la distancia que separa el complejo pesquero del pueblo navegando por lo que en condiciones normales es camino de tierra, monte o campo.
Debido a que arribamos en medio de una torrentosa precipitación que enturbió un poco las aguas, los primeros intentos los efectuamos con cebos naturales en un sector de bancos y veriles, prácticamente en medio del río, en la zona del Piriputí. Con varas de 6,6 a 7 pies (1 pie=0,3048 me-
tros) y 12 a 25 libras (1 libra=0,4535 metros) de resistencia equipadas con reeles rotativos de bajo perfil, cargados con multifilamento del 0,22 y aparejos de un solo anzuelo Nº 7/0 vinculado al sedal que viene del reel mediante un líder de acero de 30 libras y 25 a 30 cm de largo. Usamos morenas medianas encarnadas de la cabeza como cebo. A algunos equipos les agregamos plomos pasantes de 10 o 20g y a otros los dejamos sin lastrar.
Pindaceando
La modalidad elegida fue la de pesca a pindá o camalote. Consiste en identificar dónde hay un buen veril y con el motor apagado dejar derivar la embarcación con los cebos en el agua para llegar al sector de pique con los aparejos arrastrando por el fondo. Muy efectivo cuando hay surubíes al acecho como en esta ocasión. También suelen aborda r los encarnes otros peces cazadores como dorados, manguruyúes, chafalotes, manduvas y también pequeños descarnadores y palometas.
Realizada una buena faena con los surubíes nos volcamos a la atractiva pesca de dorados en bait cast y spinning con señuelos artificiales. En virtud de que el agua estaba todavía un pocosucia, nos inclinamos por los señuelos más vibrantes, con rattles (sonajeros) y metalizados o bien coloridos.
Para ello nos desplazamos hasta proximidades de la boca del arroyo San Lorenzo y fuimos derivando paralelo a la costa casi hasta el Laureltí, lanzando hacia la orilla con los mismos equipos que usamos para el surubí y algunos más livianos compuestos por varas de 6 a 6,6 pies de largo y de entre 8 y 15 libras de resistencia, más reeles de bajo perfil con alta relación de recuperación, importante en este tipo de pesca.
La idea es ir tratando de lanzar los engaños bien pegados a cuan-