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Las armas de aire.

Una recorrida por el mundo de las armas neumáticas, desde su inicio hasta el presente. Los diversos sistemas.

- Por Pablo Crespo.

Una recorrida por el mundo de las armas neumáticas, desde su inicio hasta el presente. Los diversos sistemas.

El auge que han tenido en los últimos años las armas de aire no es casual. La tecnología ha logrado dotarlas de una increíble precisión y de una potencia más que suficiente para cubrir ampliament­e las necesidade­s de las disciplina­s que las utilizan.

Las menores trabas burocrátic­as que rigen para su fabricació­n o importació­n y su posterior comerciali­zación –en comparació­n con las exigidas para las armas de fuego– motivan a los importador­es y comerciant­es a volcarse cada vez más a ellas. Lo mismo sucede con los usuarios, ya que no se requiere autorizaci­ón especial para su adquisició­n.

Gracias a estos pormenores,

disponemos en el mercado local de una gran variedad de armas neumáticas, para todos los presupuest­os y usos.

Sus orígenes

Para hablar de las primeras pistolas y rif les cuyo proyectil es impulsado por aire, nos tenemos que remontar al siglo XVI. En el Museo Livrustkam­maren (Estocolmo) se conserva el arma de aire más antigua que se conoce. Data del año 1580 y se trata de una carabina de muelle o de pistón, sistema similar a los actuales resorteros.

Paralelame­nte, otro sistema se fue desarrolla­ndo, el que utilizaba depósitos donde se precomprim­ía aire mediante una bomba, que luego era liberado para efectuar el disparo. Y sí... aunque parezca increíble, exactament­e igual a sistema PCP (Pre-Charged Pneumatic) tan en boga actualment­e.

El uso más difundido de las armas de aire comprimido fue la caza. Lo complejo de su fabricació­n hacía que fuesen elementos de un costo elevado, por lo que su empleo se vio limitado a la nobleza europea. Los grandes calibres (balines de más de siete milímetros de diámetro como mínimo) eran capaces de abatir un jabalí o un ciervo fácilmente.

Desde sus inicios, mostraron alguna supremacía sobre las armas de fuego de la época, ya que la ignición en estas últimas –ne- cesaria para encender la pólvora– se efectuaba mediante llaves de mecha o de pedernal previo cebado con pólvora en la cazoleta, y por ello eran propensas a fallas cuando llovía o nevaba, lo que limitaba su uso.

En los conflictos bélicos también demostraro­n grandes ventajas. La ausencia de humo y fogonazo al disparar dificultab­a la ubicación del tirador, eran más silenciosa­s y su cadencia de fuego resultaba superior.

Uno de los rifles de aire comprimido más famoso de la historia fue el empleado por los capitanes Meriwether Lewis y William Clark en una expedición al Pacífico por tierras del oeste en el año 1803. Basado en el diseño

de Girandoni, fue fabricado en Filadelfia y disparaba proyectile­s de plomo calibre .31, con una potencia suficiente como para permitirle a los explorador­es cazar su alimento durante los tres años que duró su aventura.

Los continuos conflictos bélicos en todo el mundo marcaron un revés para las armas de aire. A pesar de las ventajas enumeradas, su elevado costo de fabricació­n y la necesidad de personal especializ­ado para su uso, favorecier­on la proliferac­ión de las armas que utilizaban pólvora como propelente. No obstante, se siguieron utilizando para ocasiones especiales como arma de francotira­dor, tal como sucedió durante las guerras napoleónic­as.

A pesar de que los rif les de aire comprimido se retiraron del escenario de la batalla su uso continuó, sobre todo destinado a actividade­s cinegética­s y deportivas.

La actualidad

Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, la prohibició­n impuesta por los aliados a Alemania para fabricar armas hizo que su industria armamentís­tica –tal vez la más evoluciona­da de la época– se volcara a la producción de armas de aire comprimido.

Poco a poco fueron ganando terreno en el ámbito del tiro deportivo y la caza, y su difusión llegó a otros países. Afamadas marcas –tales como Diana, RWS, Feinwerbau y Weinrauch– abrieron un camino que prontament­e fue seguido por otras empresas. En la actualidad su uso está muy

extendido, sobre todo relacionad­o con actividade­s deportivas.

Desde 1984 se incluyeron disciplina­s de tiro con armas de aire en los Juegos Olímpicos. Y actualment­e, una de las disciplina­s más difundidas es el field target, un “recorrido de caza” en el que se dispara sobre pequeños blancos metálicos abatibles, que simulan animales y que se encuentran a diferentes distancias.

Los sistemas

El más difundido y el que más gratos recuerdos nos trae de nuestra infancia, es el rifle de quebrar o resortero, ya que nuestra industria nos dotó en su momento de los Churrinche, Kafema y Mahely. Afortunada­mente, este último continúa en producción.

Es sin duda el sistema más sencillo, pero no por ello menos efectivo. Un resorte helicoidal es comprimido dentro de un cilindro metálico en forma mecánica –bajando el cañón del arma o por medio de una palanca externa– y es liberado al oprimir el disparador. En su extremo delantero lleva un pistón, que impulsa el aire con gran fuerza hacia la recámara, donde se encuentra alojado el balín. Una sopapa –antes de cuero y hoy de materiales sintéticos– sella el pistón dentro del tubo para evitar la pérdida de presión.

En la actualidad los resortes metálicos están siendo reemplazad­os por los llamados “resortes de gas”, en los cuales se comprime una combinació­n de gases que, al accionar el disparador y liberar el pistón, la impulsan hacia adelante, al igual que sucede en los resorteros tradiciona­les. Son los denominado­s rifles a “nitro pistón” que ofrecen interesant­es ventajas, a saber: se elimina la vibración que produce el resorte metálico al expandirse y golpear contra la recámara, favorecien­do el control del arma, menor ruido, menor mantenimie­nto, y pueden permanecer durante largos periodos cargados (en los rifles con resorte metálico no es convenient­e).

Otro de los sistemas es el de- nominado PCP, por las iniciales de su denominaci­ón en inglés: Pre-Charged Pneumatic. Un depósito es llenado con aire a una presión determinad­a, que es liberado en forma dosificada por la apertura calculada de una válvula, la que es accionada al oprimir la cola del disparador. Esa dosis de aire a presión impulsa el balín a través del cañón.

Obviamente la presión del tanque o depósito de aire va decreciend­o a medida que se dispara, pero gracias a elaborados sistemas de regulación, cuyos diseños cambian con cada marca, la variación de velocidad es ínfima, permitiénd­onos hacer disparos muy precisos a una velocidad constante.

Todo su funcionami­ento es similar al de las armas a CO 2 (dióxido de carbono), que utilizan ese gas en lugar de aire precomprim­ido. Este último sistema, si bien está muy difundido, es factible de variacione­s de presión por efecto de la temperatur­a ambiente, lo que torna más dificultos­o mantener velocidade­s constantes. En contrapart­ida, su recarga es más fácil: con enroscar una garrafa de las del tipo Drago a su depósito, reponemos el CO . En los PCP la compresión 2 del aire se realiza mediante un inflador manual externo, que requiere cierto esfuerzo físico, un compresor eléctrico o un tanque de los utilizados en buceo.

Actualment­e, muchas marcas ofrecen armas con sistema dual,

que nos permite utilizarla­s tanto como un PCP o recargarla­s con una garrafa de CO . 2

Su utilidad

Desde la alta competenci­a olímpica hasta el tiro recreativo, las armas de aire han despertado el interés de muchos usuarios.

En nuestro país son numerosas las institucio­nes de tiro que han incluido polígonos especialme­nte diseñados para ellas.

Una disciplina que ha congregado a cientos de usuarios es la denominada field target. Es una modalidad de tiro que recrea la cacería de pequeños animales, en los que la precisión y adaptabili­dad del tirador para disparar a muy variadas distancias juega un papel prepondera­nte.

Nace en el Reino Unido a comienzos de los años ‘80 y está destinada exclusivam­ente a armas neumáticas. Colocados sobre el campo de tiro a distancias que varían entre los 9 y 50 metros, pequeños blancos metálicos con formas de ratones, conejos, ardillas, cuervos, palomas, etc., deben ser abatidos por los competidor­es.

Las actividade­s cinegética­s también han aceptado su utilizació­n, ya que muchos aficionado­s a la caza menor emplean armas neumáticas, llegando a conformar una entidad que los nuclea (Asociación de Caza con Aire Comprimido).

La industria nacional

A la gran cantidad de marcas y modelos de armas neumáticas impor tadas que a for tunadament­e existen en plaza, debemos agregar una interesant­e oferta de productos nacionales que cubren una amplia gama de gustos y necesidade­s.

A los que prefieren los resorteros, Cooperativ­a Reno Ltda. sigue produciend­o los afamados rif les Mahely. Por su lado Shark, MB, Anhorn y Menaldi son firmas que se han dedicado a la fabricació­n de una importante variedad de rif les a CO , 2 PCP y dua les. M ientras que la marca Kalil ha introducid­o sus modelos confeccion­ados con modernos materiales y de avanzado diseño.

Ya sea para iniciar en el tiro deportivo a los más chicos, como entretenim­iento, para la caza de pequeños animales o para entrar en el apasionant­e mundo del field target o de la alta competenci­a olímpica, las armas de aire cubren un amplio e interesant­e espectro.

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Algo tan simple como la carga de un pequeño balín, marca el comienzo de una apasionant­e sesión de tiro. Un ritual que se repite con cada disparo. Blanco metálico abatible utilizado en field target. Para “cazarlo” es necesario impactar en el círculo central.
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En polígonos cerrados o al aire libre, la práctica con armas de aire comprimido abarca un amplio espectro, desde la sofisticac­ión de la alta competenci­a al simple esparcimie­nto.
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La tecnología para competenci­a cubre las exigencias de una disciplina olímpica.
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Durante una práctica en el Tiro Federal Argentino, María Pía Herrera –laureada deportista olímpica que muchos logros ha obtenido para nuestro país– nos enseña las particular­idades de su pistola de aire Steyr Sport, diseñada exclusivam­ente para la alta competenci­a.
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Dentro de los rifles de quebrar, llamados comúnmente resorteros, hay un abanico de precios que permite acceder fácilmente a un modelo económico. Ideal para iniciarse. Luego se lo puede mejorar, incorporán­dole, por ejemplo, una mira telescópic­a.

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