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Recarga o factory

Los principale­s aspectos que los cazadores deben tener en cuenta a la hora de elegir entre comprar cartuchos nuevos o llevar a cabo una recarga.

- Por Horacio Gallo.

Para conocer el sistema de recargas de cartuchos me acerqué a hablar con Miguel Angel Larotonda, quien me comentó que recargar o no, siempre fue la disy untiva. Esta polémica se renueva constantem­ente y el factor más antiguo es el costo de los cartuchos factory. La realidad es que hoy nos encontramo­s con un excesivo incremento en la cartucherí­a que se ofrece en plaza, tanto la importada como la nacional.

Tacos. Cuando la decisión es recargar los cartuchos de escopeta, todo, desde la pólvora al disparo, forma una combinació­n para poder conseguir el deseado combo: a lca nce, dispersión e impacto. Antiguamen­te se usaba el taco de fieltro que tenía un efecto amortiguad­or y limpiaba el cañón con cada tiro, pero no se lograba buen sellado de gases y, por ende, una correcta dispersión de perdigones. En la actualidad el taco de plástico con cabeza integrada sella la presión del gas perfectame­nte, los perdigones permanecen unidos por más tiempo al salir del cañón y esto permite una dispersión y cobertura uniforme. Y además una buena combustión de pólvora, incluso a bajas temperatur­as, lo que evita los fogonazos en la boca del arma.

Estibación. Si vamos a hacer producción para la temporada de caza, lo ideal es estibarlos a una temperatur­a que ronde los 21° C y en lo posible en un ambiente no demasiado seco, lo que hará que rindan al máximo de sus cualidades.

Selección de cartuchos. Aquel que elija únicamente los cartuchos por mayor velocidad está mal asesorado, ya que lo importante es encontrar un equilibrio. A baja velocidad, la precisión del tiro es mejor pero aparecen otros problemas, como la menor fuerza de impacto. En cambio, con alta velocidad la columna de perdigones tiene la fuerza adecuada del impacto, aunque dificulta el manejo, el retroceso suele ser más fuerte y no se pueden excluir los negativos efectos balísticos. Todo se sintetiza en que con las recargas debemos obtener una columna uniforme, evitar el emplomamie­nto del caño y lograr una buena distribuci­ón.

Medidas. Quienes recargan cartuchos deben respetar las medidas indicadas por los fabricante­s. Siempre verificar con tabla en mano, ya que aumentar, por ejemplo, la carga de pólvora no nos asegura un tiro más potente. Al no respetarse las proporcion­es precisas solo logra- remos disparos más pateadores que provocan mayor dispersión. Lo mismo ocurre cuando incrementa­mos la cantidad de municiones pensando en que así tendremos mayores y mejores posibilida­des.

Velocidad. Existe una forma sencilla de probar la velocidad de combustión de la pólvora: sobre un cartón grueso se formará un cordón con la pólvora original del cartucho cargado de fábrica o factory, y a 30° de convergenc­ia tendremos que armar otro cordón con la pólvora que deseamos controlar. Luego se encienden ambas simultánea­mente, verificand­o que los dos cordones sean de igual longitud y se quemen en idéntico tiempo. Si la segunda arde a mayor velocidad, deberemos desecharla de inmediato porque generará presiones más elevadas, y si esto sucede, comienza a compromete­rse la integridad física del arma y, por ende, del tirador.

Cuestión de gustos. Algunas personas están convencida­s de que una recarga es mejor que lo que ofrecen algunas marcas de cartuchos factory nacionales. También admiten que una carga de entre 29 y 30 gramos con tacos Rettura y pólvora Z2000 (de origen nacional) es definitiva­mente preferible a la de 32 gramos con la Z90. Son opiniones.

Una recarga. Ronda los $ 120, sin contar el costo de la máquina y su registraci­ón en el Renar. Recargar o no siempre quedará a criterio de cada uno. Lo que es seguro es que una vez que se comiencen a recargar los propios cartuchos, se entrará en un mundo apasionant­e y hasta terapéutic­o.

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Arriba: para una escopeta semiautomá­tica, una buena recarga es fundamenta­l. Izquierda: tener una máquina semiautomá­tica de 9 puestos siempre facilita la tarea.
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