Una sorpresa en el Alto Valle
Las buenas y combativas truchas del río Negro, a la altura de Villa Regina, son una agradable noticia para los amantes de la especie. Cómo pescarlas.
El Negro es un río grande, poderoso, sumamente bello y diverso en oportunidades de pesca. Lo conocí hace 4 veranos buscando carpas y pejerreyes patagónicos con mosca, y esta vez tocó relevarlo con truchas durante el cierre de temporada. Se trata del río más caudaloso de la Patagonia, que nace tras la confluencia del Limay y el Neuquén, y drena prácticamente toda la escorrentía de los Andes neuquinos, en un área de unos 132.275 km2.
Por un tema logístico me quedaba un día sándwich, y tiré una consigna de pesca en una red social, y al poco tiempo surgieron varias propuestas. Uno de ellas pertenecía a Leandro Guglielmin, un pionero en la pesca de carpas con mosca en Villa Regina al cual quería conocer desde hace mucho. A la partida se sumó Javier Pipo Rossi, y para demostrar que lo im- provisado siempre sale mejor, ese día tuvimos una jornada truchera inolvidable. La suerte nos bendecía, ya que solo 10 días atrás y por el descontrol de las represas, el Negro corría totalmente impescable a más de 1.300 m/seg. Consultando los informes de la Autoridad Interjurisdiccional de las Cuencas de los ríos Limay, Neuquén y Negro, vimos que bajaba a uno 600 m3/seg, lo cual se cumplió y nos dejó un río dibujadito y fácil de vadear.
Llegamos al amanecer al Camping Municipal de Regina. Botamos los kayaks y cruzamos el río hasta la margen sur, que por la falta de caminos y pobladores resulta la menos impactada. Aún muy frío empezamos con streamers sobre el río principal, y elegí una caña Nº 6, ST de hundimiento III, leader de 2,5 m terminado en 2X y un minnow marrón con brillos perlados, que imitaba los abundantes puyenes y juveniles de pejerrey.
Cosecharás tu siembra
Con displicencia ya en la primera pasada había sacado dos arco iris medianas, mientras Leandro tuvo un pique fortísimo peinando las ramas de un sauce sumergido que se desprendió al primer salto. Mientras se diluía la niebla pudimos ver las primeras muestras de actividad en superficie: una arco iris muy grande lomeó a más de 50 metros, tan robusta que le calculo cerca de 3 kg. Me volví loco, marqué la posición y le hice