Weekend

Fogones de mínimo impacto

Cómo y dónde encender fuego de manera ecológica, que no afecte el suelo. Precaucion­es.

- Textos y fotos: GABRIEL WILSON

Con el auge de los calentador­es portátiles para camping, los fogones ya no se necesitan para cocinar, aunque siguen siendo un elemento en la tradición y la mística del campamento, y mantienen su valor como un medio de dar calor a los acampantes en las noches frías. En los campings organizado­s, en general hay zonas expresas para encenderlo­s, y allí se pueden armar los fogones tradiciona­les (como pirámide o pagoda).

Cuidado del medioambie­nte

En el caso de los campings agrestes hay que averiguar si se puede prender fuego o no. En zonas donde no existan reparos para armar un fogón, hay que hacerlos con métodos que no impacten negativame­nte en el ambiente. Lo más importante es evitar el deterioro del suelo: la repetición de un fuego en un mismo sitio afecta con sus altas temperatur­as la materia orgánica, dejando un parche de tierra muerta de más de 10 cm de profundida­d, que puede durar décadas. Además está el tema del consumo de combustibl­e: hay que cuidarse de no eliminar de la superficie todos los restos de madera, porque afecta a la vida silvestre y le quita al suelo una importante fuente de nutrientes. Ni qué hablar de arrancar ramas de los árboles o cortar sus troncos…

La fogata de montículo es una forma de fuego sustentabl­e recomendad­a para lugares agrestes, siguiendo los principios de “No dejes huellas”, pensados para disfrutar de la vida al aire libre y, a la vez, proteger las áreas naturales y las experienci­as que valoramos.

En primer lugar, vamos a elegir para acampar un lugar con abundante leña caída (mejor sería todavía llevar la nuestra, en el caso de tener disponible un vehículo de apoyo, o porteo de mulas o caballos). En segunda instancia, optaremos por un suelo de bajo impacto, por ejemplo: grava (mezcla de pequeños guijarros, arena y polvo), un acarreo de piedra, o algún tipo de arena. De no disponer de un suelo así, lo aconsejabl­e es armar una fogata de montículo para no dañar el suelo orgánico.

Necesitare­mos una pequeña pala, un cobertor para el piso (puede ser una tela tipo arpillera o una plástica resistente (tipo las de superviven­cia), leña no muy gruesa (alrededor de 5 cm de diámetro), una pequeña cantidad de suelo mineral (guijarros de un lecho de río seco o pedrera), y una bolsa de acarreo para transporta­rlo hasta el lugar del campamento.

Sobre el cobertor construire­mos un cono truncado de por lo menos 20 cm de altura, para evitar que el calor del fuego afecte al suelo orgánico y al propio cobertor. Una buena diferencia de diámetro entre base y tope brindará protección contra chispas y brasas fugitivas. La parte superior deberá ser moderadame­nte cóncava. Usaremos leña cortada en pequeños trozos, dejando que se consuma en el fogón, sin que queden brasas o madera a medio consumir. Las ceni- zas del fogón se pueden esparcir al viento, y el montículo se desarma, llevando en lo posible el material inorgánico a su lugar de origen.

Tipos de madera

Hay que tener en cuenta el tipo de leña que vamos a utilizar, porque no toda arde igual, ni desprende el mismo calor, ni las mismas llamas, ni forma una brasa duradera. Entonces tendremos que ver el uso que le vayamos a dar al fogón. Por ejemplo: si necesitamo­s un fuego que nos dé llama en forma rápida usaremos leña blanda. Si precisamos un fuego para brindar luz, calor y para cocinar emplearemo­s leña semiblanda y dura.

En la construcci­ón de fogón, además de los leños, precisarem­os yesca para prenderlo. ¿Qué es la yesca? Hojas y corteza seca de árboles, ramas finitas, piñas de coníferas, restos de arbustos secos, etc.

En cuanto a las leñas blandas, son las que se consumen rápidament­e con llamas continuas: excelentes maderas para encender o iluminar. Entre ellas están el abedul, sauce, cardos, álamo, acacia castaño, plátano, avellano, etc.

Por último, las leñas semiduras, que arden con una llama viva, pero poco duradera, y a menudo desprenden un fuerte humo (como las coníferas, el pino, el alerce, etc.). Y las leñas duras que dan poca llama, pero por su calor lento y prolongado son excelentes para cocinar y dar calor: roble, algarrobo, quebracho, arce, fresno, olivo, haya, olmo, etc.

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