Weekend

Un verdadero país off road

El de desierto de Ica presenta una gran variedad de atrat atractivos­c para recorrerlo­s en 4x4. Restos fósiles, incre increíbles playas y hasta un singular oasis.

- Textos: JOSE MUJICA. Fotos: CLARA GAVIÑA

En Perú son miles las alternativ­as que encontramo­s para la práctica del 4x4. La oferta off road es realmente enorme y de gran calidad, porque en sus destinos podemos combinar la práctica del deporte con una rica cultura. Uno de los más accesibles para frecuentar, porque solo se encuentra a 300 km de Lima y la ruta Panamerica­na sur que se utiliza para llegar es una de las mejores vías con las que cuenta la infraestru­ctura vial peruana, es el desierto de Ica que, junto con el de Atacama, en Chile, son los desiertos de arena y dunas más espectacul­ares que existen dentro del continente.

Rumbo a las dunas

En el desierto de Ica podemos encontrar enormes formacione­s de dunas que van en cordillera­s de este a oeste hasta el mar, grandes pampas de arena, muy poca vegetación y una enorme cantidad de restos fósiles, humanos y arqueológi­cos, además de sus 300 km lineales de inhóspitas e inexplorad­as playas, meca para los pescadores artesanale­s y deportivos.

Maiki Nieto, conocido por los off roaders peruanos como el gran “Zorro del desierto”, es una de las personas que más sabe sobre este lugar. Nacido, criado y vivido en el desierto de Ica, es un verdadero referente y, por suerte,

nuestro guía en los próximos dos días. Ingresamos a las dunas con un poco de temor, porque las formacione­s de arena eran realmente enormes. Y además existen los famosos ceniceros: pozos que se producen por el viento y son muy difíciles de divisar. Generalmen­te se encuentran después de las cimas o de un corte. Si alguien cae a uno de ellos, si el pozo es chico probableme­nte rompa algo de su vehículo, pero si es grande quizá le cueste mucho salir, porque la arena dentro de los ceniceros es muy fofa y resulta muy complejo hacer traccionar al vehículo.

Durante el transcurso de este primer día subíamos y bajábamos enormes dunas, realmente increíble el paisaje. Y la conducción todo terreno era de una gran dificultad: hay que saber manejar muy bien para circular por estas dunas. A medida que avanzábamo­s, Maiki nos contaba que por donde estábamos circulando había pasado el Dakar en ediciones pasadas. Con razón los organizado­res de la carrera más extrema del mundo morían de deseos de que el Perú volviera a formar parte del recorrido, cosa que gracias a gestiones, mucha insistenci­a por parte de los organizado­res y presión por parte de los corredores, ocurrirá nuevamente en enero del año próximo, donde segurament­e estaremos presentes.

Laguna Morón

Por la tarde tomamos la decisión de ir con rumbo sur a ver unos restos fósiles. Y al llegar nos encontramo­s con una ballena petrificad­a. Según Maiki, y de acuerdo con los arqueólogo­s que recorren el lugar, esta ballena, bautizada Wally por los integrante­s de la expedición, tenía más de 12 millones de años. Apenas terminado el sobrevuelo, salimos con nuestras Toyotas Hilux 4x4 de alquiler rumbo al “Desierto de California”, conocido por los amantes de todo terreno peruanos por tener las dunas más caprichosa­s, con cortes abruptos y grandes bajadas de un color amarillo intenso. Nuestro objetivo era el oasis de la laguna Morón: increíblem­ente agua en medio del desierto. Allí festejaría mi cumpleaños comiendo un asado acompañado de amigos argentinos y peruanos. Fue un día corto, porque hacía mucho calor y la laguna, en la que nos bañábamos, invitaba a quedarse un rato más.

Como otro de nuestros objetivos era la confratern­idad argentino- peruana, nos sumamos a un mega evento realizado por Alta Ruta 4x4 del Perú: el campamento de Semana Santa a las playas de Barlovento. Ingresamos al desierto con rumbo oeste, utilizando el viejo camino hecho por antiguos pescadores, pasamos por el Cactus, una referencia que los pescadores utilizaban para no perderse en el desierto, al que es tradición echarle un poco de agua para que se mantenga vivo. Y luego de aproximada­mente 2 horas de andar en caravana siguiendo a los guías llegamos a la playa Barlovento, en pleno océano Pacífico.

Al arribar nos encontramo­s con un campamento súper organizado, con lugares asignados para poner los vehículos, carpas, toldos, una sector de carpa principal, un comedor que no tenía nada que envidiarle a un buffet de un hotel, baños químicos y una carpa a orillas del mar para Pilar, la masajista de la travesía: cada camioneta tenía derecho a dos masajes de media hora. Como veníamos de tres días previos de aventuras, fuimos los primeros en tomar los masajes.

Lo primero que hicimos fue armar nuestro sector. Los gacebos, de colores celeste y blanco, fueron bautizados como La Embajada Argentina, lo que causó risas entre todos los participan­tes peruanos. Recién caída la noche vino la primera cena del campamento. ¿Qué había de entrada?: una tremenda bandeja de sushi por cada camioneta preparada especialme­nte por un conocido restaurant­e limeño. Cabe destacar que tanto los desayunos como las cenas en el campamento fueron realmente increíbles, muy abundantes, muy bien hechos y variados, prácticame­nte no fueron necesarios los almuerzos que cada participan­te llevaba por su cuenta.

A la pesca

El programa del nuevo día era la pesca del lenguado, tal vez, junto con la corvina rubia, la especie más codiciada por esta playas. Y para ello, Tomás Hiraoka, de Alta Ruta 4x4, daba una clase de pesca a todos los asistentes. El día no era el mejor para la actividad: soplaba un viento inusual en esta zona y el mar estaba bastante más movido que de costumbre. En la charla aprendimos la técnica y los secretos de la pesca del lenguado, cómo encarnar el pejerrey, cómo lanzar, reconocer los pozos donde se encuentra la especie... En fin, todos los secretos, pero el día no ayudaba y sería muy difícil poder pescar. De las más de 200 personas que había entre los participan­tes, sólo una pudo sacar un lenguadito, y aunque parezca mentira, ese fui yo, cosa que mereció los aplausos de todos los pescadores.

La nueva propuesta para el sábado, luego del impresiona­nte desayuno, era hacer un poco de off road bajo el mando del ex per to piloto Pancho León. Unas 25 camionetas salimos en caravana rumbo al desierto, una travesía liviana y de poca dificultad, pero con grandes bajadas y subidas que la hicieron divertida. Para nosotros, la gran motivación estaba en compartir con off roaders peruanos y conocer gente de otra cultura.

El domingo llegó rápido. Temprano partimos rumbo a Ica porque todos teníamos que volver a nuestras casas por la noche. El resultado de la expedición fue muy bueno: conocimos lugares increíbles, personas realmente apasionada­s por lo que hacen y pudimos preparar bien las cosas para regresar en enero del año próximo a ver la largada del Dakar, algo impresiona­nte en un desierto extremo para la carrera más extrema. Están todos invitados a sumarse.

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La expedición saliendo del desierto al atardecer. “Embajada argentina”: así el nombre del campamento de Semana Santa. Arriba der.: ballena petrificad­a de más de 12 millones de años. Arriba: lenguado pescado por el autor, y bajando neumáticos antes de...
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 ??  ?? La caravana arribando a la playa de Barlovento en el desierto de Ica. Izq.: laguna de Huacachina (un oasis en el desierto) y el autor de la nota festejado su cumpleaños en la laguna Morón.
La caravana arribando a la playa de Barlovento en el desierto de Ica. Izq.: laguna de Huacachina (un oasis en el desierto) y el autor de la nota festejado su cumpleaños en la laguna Morón.
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 ??  ?? Laguna de Huacachina vista desde el aire. El equipo de cocina del campamento de Alta Ruta. Y trabajando para salir de uno de los cientos de ceniceros que hay en el desierto. Abajo: en el aeropuerto de Ica antes de sobrevolar las Líneas de Nazca (abajo).
Laguna de Huacachina vista desde el aire. El equipo de cocina del campamento de Alta Ruta. Y trabajando para salir de uno de los cientos de ceniceros que hay en el desierto. Abajo: en el aeropuerto de Ica antes de sobrevolar las Líneas de Nazca (abajo).
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