Weekend

Anticipo de verano en el Plata.

Nos propusimos el desafío de lograr una pesca variada propia del verano en los meses más fríos del año y demostramo­s que aun en pleno invierno podemos “hacernos el agosto” con dorados, tarariras y mucho más.

- Por Wilmar Merino.

Nos propusimos el desafío de lograr una pesca variada propia del verano en los meses más fríos del año y demostramo­s que aun en pleno invierno podemos “hacernos el agosto” con dorados, tarariras y mucho más.

El desafío que nos propusimos era incierto: lograr especies de verano en el Río de la Plata, en tiempos de temperatur­as polares. Símbolo de un cambio climático que se hace sentir por estas playas, el querido Riopla tuvo un otoño bastante cálido y un invierno no tan frío hasta promediar el mes pasado, por lo cual teníamos la convicción de que el agua no estaba tan fría y, por lo tanto, eligiendo un buen día soleado podíamos tener chances ciertas de dar con algunas especies propias de tiempos estivales.

Llevar adelante esta tarea de búsqueda alocada requería de un guía con gran predisposi­ción –ya que lo que fuimos a buscar no es lo que trabajan los profesiona­les en estos tiempos pejerreyce­ros– y dispuesto a quemar combustibl­e en un amplio rango de espacio, ya que planteamos una doble jornada de pesca: en una trabajaría­mos la zona capitalina y en otra el borde exterior del Delta.

Hernán Dussaut fue quien aceptó prenderse a la patriada y así las cosas esperamos los días adecuados –que felizmente se dieron antes del cierre de la presente edición– para rumbear de entrada hacia el antepuerto porteño, en busca de dorados y omnívoros que suponíamos aún activos en sitios puntuales.

Partiendo de Tigre, hicimos intentos en la zona portuaria, aprovechan­do una salida de agua caliente donde notamos presencia de sábalos. Buen síntoma, por tratarse del alimento natural del dorado. Armamos

equipos de baitcast de 1,80 a 2,10 metros y 6-18 libras de resistenci­a (1 libra: 0,453592 gramos), con reeles de perfil bajo cargados con multifilam­ento de 30 libras. La primera hora solo nos dio sábalos pinchados del lomo –algunos de hasta 3 kilos– pero ningún dorado. Finalmente, logramos un par de capturas menores de doradillos muy saltarines. Pinchamos tres más que se nos fueron. No nos conformaro­n los tamaños, pero al menos sirvió para saber que algunos quedan dando vueltas en aguas porteñas aun con fríos extremos. Luego cambiamos el ámbito de pesca y nos fuimos a una zona cercana a los malecones que protegen el puerto porteño. Aprovechan­do que había llevado masa, tentamos omnívoros tirando contra las piedras. Las boguitas de 1 a 1,5 kilos se mantienen muy activas, en tanto sorprendió la captura de un par de bagres blancos de tamaño importante –más de 2 kilos– y un par de carpas de más de 7 kilos que pese a su porte impresiona­nte no dieron gran pelea. Primera etapa, con objetivo cumplido.

Con rumbo al Delta

Entonados por el éxito de la primera jornada, aprovecham­os un día excepciona­l entre dos tor- mentas, en mitad del mes pasado, cuando el pronóstico prometía 23 grados (a la postre nunca pasó los 20) para ir por tarariras y dorados al borde exterior del Delta y la famosa isla Oyarvide.

Partiendo del Delta y tomando el derrotero habitual hacia la boca del Paraná de las Palmas, nos metimos en el riacho Diablo a sacar unos amarillos que servirían de carnada para nuestros intentos con cebos naturales, ya que no solo llevamos señuelos. Ya con la provisión que estimamos suficiente cumplida en pocos minutos, junto a nuestros compañeros de pesca Lucas Dini y Martín Díaz Andrade comenzamos a testear salidas de arroyos sin éxito, hasta que decidimos bajarnos en la entrada de uno y empezar a transitarl­o aguas adentro. Para ello llevamos un palo de vida, como el usado para detectar el veril en la albufera de Mar Chiquita, con el objetivo de ir pinchando el suelo por el que íbamos a transitar y detectar así la eventual presencia de rayas.

Nos esparcimos para permitirno­s trabajar con libertad y no tuvimos pique con señuelos en los primeros minutos, por lo que decidí poner una boya plop

Doble T y enseguida pinché una taru chica que picó casi al extraer la líneas del agua. A ella siguieron dos más, de similar porte. Habiendo detectado que las tarus estaban en zona, cambié por un spinnerbai­t de Alfer’s para trabajarlo lento “peinándole­s la ñata” y a fuerza de insistir logré una hermosa taru de unos 2 kilos. Tras otro compás de espera, volví a poner la boya, logrando un ejemplar soberbio de unos 3 kilos. Obtuve otros dos ejem- plares cerca del mediodía y ya con mis compañeros cerca tras haberse alejado sin éxito, trabajamos todos en una zona de 50 metros, logrando tres ejemplares con señuelos tipo crank y dos más con mi spinnerbai­t. Martín y

el guía Hernán concretaro­n otras dos capturas y dimos por cerrada la etapa “taruchas” para ir por dorados tras el almuerzo caliente que el guía sirve a bordo.

Premio dorado

Más que satisfecho­s veníamos de haber demostrado que aun en pleno invierno, con insistenci­a, podíamos lograr tarariras, que mientras navegábamo­s a destino para intentar una pesca de dorados, no reparamos en que el guía nos sugirió ir aprontando señuelos de poca paleta para trabajar una zona de piedras con enganche. Por eso en nuestros primeros intentos tuvimos un par de artificial­es perdidos.

Optando luego por algunos lipless con rattlin, en una turbulen- cia grande de aguas encontrada­s, metimos los primeros doradillos, que no llegaban a dos kilos. Dussaut trabajaba la lancha con maestría para evitar molestos giros de la embarcació­n, y así pudimos peinar la zona adecuadame­nte, probando con algunos minnow de paleta corta y los mencionado­s lipless. Logramos un par de dorados menores que rápidament­e devolvimos a su medio.

“Levanten que nos vamos a jugar una car ta fuer te”, pro - puso el guía y nos sugirió que nos abrigásemo­s que íbamos a navegar unos 20 minutos. Finalmente llegamos a un palerío muy interesant­e en el que sabíamos que arriesgába­mos en cada tiro, pero también que podía haber buen premio. Así las cosas, jugándonos el artificial en cada lance, agradecimo­s al máximo a nuestros equipos por permitirno­s tiros bien precisos que nos permitiero­n sacar algunos doradillos de 2,5 y 3 kilos entre los citados pa los y piedras. Para no enganchar es clave usar anzuelos simples en vez de triples, que además serán los que nos garanticen lograr la pieza de buen porte aun a riesgo de perder algunos ejemplares menores.

Nos faltó probar la pesca de dorados con cebos naturales. Pero a decir verdad, son planes para hacer con toda la tripulació­n de acuerdo, pues con lancha en movimiento a veces es incompatib­le la pesca con artificial­es de algún miembro con la línea a la deriva de otro pescador.

Una “vieja” sorpresa

La sorpresa vino al clavar un pez de extraña pelea, casi de modo circular, sin saltos ni buceos… nos mirábamos los cuatro pescadores extrañados mientras el guía preparó el copo. Recién al asomar cerca de la embarcació­n vimos a la extraña criatura: una vieja del agua inmensa, que al ser robada de la cola protagoniz­ó tan singular combate.

Ya cayendo el sol iniciamos el retorno feliz de haber logrado en dos jornadas un interesant­e abanico de especies: bagres blancos y amarillos, carpas, bogas, sábalos, tarariras, dorados y la mentada vieja del agua. Una señal de que, pese al frío, el que insiste y busca bien puede “hacerse el agosto” anticipand­o el verano. Desafío ganado. Ahora le toca a usted comprobar que, aún en pleno invierno, el Plata es mucho más que pejerreyes.

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El scouting con guía Hernán Dussaut por el puerto porteño y el Delta nos premió con buenos dorados.
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 ??  ?? Con tarariras, las boyas plop fueron las que nos dieron piques de entrada. Al mediodía, tomaron señuelos.
Con tarariras, las boyas plop fueron las que nos dieron piques de entrada. Al mediodía, tomaron señuelos.
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 ??  ?? Los amarillos dijeron presente en el Diablo, así como los sábalos en el puerto porteño. Tras estas dos especies se mueven los dorados.
Los amarillos dijeron presente en el Diablo, así como los sábalos en el puerto porteño. Tras estas dos especies se mueven los dorados.
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 ??  ?? Las taruchas de la cuenca del Plata se aletargan pero no hibernan: en pequeñas ventanas de calor es posible pescarlas aun en pleno invierno. Los dorados se mostraron activos en zonas de palos emergentes y fondos de piedra.
Las taruchas de la cuenca del Plata se aletargan pero no hibernan: en pequeñas ventanas de calor es posible pescarlas aun en pleno invierno. Los dorados se mostraron activos en zonas de palos emergentes y fondos de piedra.
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 ??  ?? Las aguas quietas del antepuerto porteño nos dieron tremendos bagres blancos y carpas inmensas pescando con masa como carnada.
Las aguas quietas del antepuerto porteño nos dieron tremendos bagres blancos y carpas inmensas pescando con masa como carnada.
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 ??  ?? Sorpresas te da la pesca: tremenda vieja del agua robada del lomo por accidente con un señuelo cuando pescábamos en fondos de piedra.
Sorpresas te da la pesca: tremenda vieja del agua robada del lomo por accidente con un señuelo cuando pescábamos en fondos de piedra.

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