Claves para leer el camino.
Una salida off road, improvisando camino donde no existe, exige estar atento a todos los detalles y tomar los recaudos que eviten cualquier riesgo.
Peda lear por asfa lto no tiene mayores secretos, y probablemente el riesgo principal es cuidarse del tráfico. En caminos rurales de tierra o ripio, ya debemos estar atentos a sus condiciones porque aparecen barro, huellones y otros tantos obstáculos a vencer.
Off road. Cuando nos aburrimos delo estándary leap untamos al off ro ad, ya sea orille ando un arroyo en pleno campo o improvisando en el medio de las sierras, necesitamos extremar los recaudos. La mirada debe estar un poco más adelante, adivinando el trayecto. Los brazos tendrán que pemanecer tensos –pero no trabados– para dirigir la MTB con autoridad y estudiando los probables obstáculos. En esas situaciones, la charla con los compañeros de pedaleada la dejaremos para la vuelta al camino. El biker que abre la senda será siempre el más expuesto (¡y el que más se divierte!) y deberá ir avisando a sus compañeros las dificultades que va encontrando, y ellos a su vez gritarlas para formar una cadena. Es recomendable transitar no muy pegados, dejando tres bicis de distancia como mínimo.
Bien concentrados. Aunque circulemos a baja velocidad, la concentración deber ser plena. Iremos leyendo el terreno:
Pequeños montículos de tie- rra removida pueden indicar que debajo haya cuevas de tucu tucus o mulitas, que pueden provocar el hundimiento de la rueda delantera.
En zonas áridas y/o serranas, algunas variedades de cactus se resguardan cerca de las rocas y podemos tener un pinchazo múltiple.
Las piedras redondas (bocha) de los costados de algunos ríos provocan patinazos y también algunos golpes al salir despedidas por las ruedas. Pero si hay lajas debemos extremar el cuidado ya que pueden abrir el flanco de la cubierta como si fueran navajas.
Zonas llanas con aspecto de campo de golf pueden ser campos anegadizos cubiertos por lentejas de agua. Los años de pedaleo nos permitirán discernir con un leve vistazo la vegetación típica de los bañados para esquivarlos.
Si transitamos por vías muertas de ferrocarril es sabido que, antes y después del cruce de un camino, un par de guardaganados nos estarán esperando, y que también los durmientes pueden encontrarse quebrados o directamente no estar.
Los boyeros eléctricos para cuidar el ganado nos ocasionan frecuentes sustos por la costumbre de colocarlos en banquinas o sendas no muy transitadas. Nos pueden dar un lindo sacudón si no los vemos antes.
Un alambre tirado es como un miguelito: llega a ocasionar desde un pinchazo hasta enroscarse en la transmisión. O peor: trabar los discos de freno. Y ni hablar si topamos con alambre de púas… ¡chau cámara!
Por el color del atierra debemos adivinar la consistencia del piso y al toque jugarnos a pasar cuando no sabemos si es barro denso o fofo en donde nos podemos clavar de cabeza en el lodazal.
Huellas en el cuerpo. En los caminos del off road, el cansancio será mayor, ya que constantemente estaremos variando el pedaleo. Brazos y cuello también sentirán el esfuerzo del continuo zarandeo. No será raro volver con varios arañazos de la vegetación y moretones por algún que otro aterrizaje forzoso. Pero tampoco se puede medir el placer de integrarse a la naturaleza, improvisando camino donde no existe, en una comunión perfecta con la bici. Buenas sendas. *Especialista en mountain bike.