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Un back up por excelencia.

Un nuevo modelo de la austríaca Glock llegó a nuestro mercado. Se trata de una subcompact­a de cargador lineal. Ahora el público usuario tiene la palabra.

- Por Pablo Crespo.

Un nuevo modelo de la austríaca pistola Glock –la 43– llegó a nuestro mercado. Se trata de una subcompact­a de cargador lineal.

Nunca supe si la oferta es la que crea la demanda, o a la inversa. Lo cierto es que desde hace unos años el público consumidor de armas de puño de los Estados Unidos se ha volcado a la adquisició­n de modelos ultracompa­ctos. Y esta tendencia provocó una proliferac­ión de pistolas semiautomá­ticas de dimensione­s reducidas.

Versiones compactas de las full size siempre hubo, pero no pasaban de ser meros recortes de la versión mayor (una o dos pulgadas menos de cañón y un par de cartuchos menos en el cargador), lo que derivaba en una gordita a veces incómoda de empuñar y generalmen­te tan notoria como la otra para portar.

El calibre .380 Auto resultó el elegido para las más pequeñas, y así fue que la Ruger con su LCP da un batacazo comercial en todo el mundo. Glock no quiso ser menos y lanzó su modelo G 42 recamarado para ese popular cartucho.

Pero… el 9x17, 9mm corto o .380 ACP –como usted prefiera denominarl­o – está considerad­o en el margen inferior de los ca l ibres aptos pa ra defensa. Mantiene una gran popularida­d en algunos países donde es el máximo permitido para civiles, para ser utilizado en pistolas semiauto, lo que no sucede en otros lados del mundo. Entonces las fábricas se lanzaron a diseñar y producir subcompact­as en el más potente y efectivo 9x19.

Para no caer en las versiones gorditas, las marcas más afamadas de armas experiment­an una regresión y vuelven –como en los años ‘40– a utilizar cargadores monohilera. Entre otras, Walther, Smith & Wesson, Ruger, Bersa y hasta Remington (con un revival de su Modelo 51 de 1917)

presentan al mercado pistolas compactas en calibre 9x19 con cargadores monohilera­s, dando lugar a las compactas y subcompact­as f laquitas o –dicho más eleganteme­nte– las slim line.

La evolución

Glock obtuvo un éxito comercial importante (y van…) con el modelo 26, una subcompact­a en calibre 9x19 pero… gordita. Siguiendo la tendencia del mercado, al tiempo presenta su G 42 en calibre .380 Auto y cargador monohilera. Ya era inevitable ofrecer una slim line en calibre 9x19 y nace la G 43.

Si analizamos las marcas de este segmento, veremos que la austríaca se tomó un considerab­le tiempo para ingresar en él. Según el experto Massad Ayoob –uno de los primeros guns writer en probar la G 43 directamen­te en la planta de Glock, en Georgia– se debe a que se esmeraron para lanzar el mejor producto posible. ¿Será?

Lo primero que se destaca de la G 43 al verla es que es… una Glock. Y sí, convengamo­s que son todas iguales: en materiales, sistema, diseño, forma… sólo varía su tamaño y calibre. Lo que sin duda constituye una gran ventaja

a la hora de dispararla, si usted ya tiene o tuvo otra Glock.

Tal vez lo afirmado por Massad Ayoob –sobre el porqué del tiempo que se tomaron– no es tan descabella­do. Yo le siento una leve diferencia en el disparador, un apoyo más firme luego de oprimirlo en su primera mitad del recorrido, y un escape más nítido… menos gomoso que en otros modelos de la marca. Y este detalle colaboró para lograr muy buenas agrupacion­es sobre el blanco.

Para el tema del grip, que puede resultar incómodo para quien no tenga manos pequeñas –como sucede con toda subcompact­a–, se recurrió a un segundo cargador equipado con un apoyadedo o meñiquera. Solución que ya en los años ‘30 adoptaron en Walther para sus modelos PP y PPK. Antigua solución, pero efectiva.

A pesar de su calibre, la G 43 resulta totalmente controlabl­e durante los disparos, precisa y confiable. Esta última caracterís- tica es fundamenta­l, tratándose de un arma más apta para fines defensivos que deportivos.

¿Pro y contras? Tiene la confiabili­dad de toda Glock, es subcompact­a “en serio”, extremadam­ente portable y precisa. Por otro lado, se le puede criticar la no compatibil­idad con cargadores de modelos de mayor tamaño (como sucede con la G 26) y su capacidad limitada (6+1). Pero tengamos en cuenta que no está pensada para ser un arma principal, por lo que si la comparamos con el eterno backup –el Smith & Wesson Chieff– tenemos dos cartuchos más.

Recién ingresada a nuestro país, segurament­e será bien recibida por los aficionado­s a este tipo de armas y por los fanáticos de la marca.

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Un arma subcompact­a destinada a un público que prefiere modelos pequeños, sin por ello sacrificar la potencia de su calibre.
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Abajo: a pesar de tener un tamaño reducido para la potencia del cartucho que dispara, con algo de práctica se logra un buen dominio del arma. Abajo der.: el despiece básico de la G 43 se realiza con mucha facilidad.
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Comparació­n con el Smith & Wesson calibre .38 Spl, un clásico backup. La G 43 lo aventaja en capacidad y facilidad de recarga.
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