Weekend

Por el milenario sendero de los sherpas.

El viaje no fue para hacer cumbre, sino para realizar un trekking de 20 días que permitiera ver de cerca la montaña más alta del mundo (8.848 m). Una propuesta apta para todo público.

- Textos y fotos: PABLO LUKACH Septiembre 2017

El viaje al Everest no fue para hacer cumbre, sino para realizar un trekking de 20 días que permitiera ver de cerca la montaña más alta del mundo (8.848 m). Una propuesta apta para todo público. Por Pablo Lukach.

En el Himalaya se encuentran las montañas más elevadas del mundo y una en particular, el Everest, es la más alta de todas. Hacia allí fuimos en un trekking que va por el sendero milenario de los pueblos sherpas hasta llegar al campo base (CB) del punto más alto de la Tierra.

Este viaje tiene dos cuestiones muy importante­s, por un lado el montañismo y, por el otro, la parte religiosa-cultural, que es muy distinta a nuestra cultura. Los templos en Katmandú y sus alrededore­s, la comida, las costumbres y los monasterio­s que vamos a ir encontrand­o en el camino al Everest conjugan una propuesta apasionant­e.

Así fue como luego de un largo viaje desde Argentina, con escalas en España y Qatar, llegamos a Nepal. Desde el aeropuerto, recorriend­o Katmandú hacia el hotel ya vivimos el caos organizado que es la ciudad, donde en las angostas calles de esta capital se cruzan infinitas motos, autos, combis y vacas (en Nepal son sagradas y vagan libres por la ciudad...).

Tres largas semanas

El trekking tendrá una duración total de 20 días desde Katmandú hasta el campo base del Everest, ida y vuelta. Iremos por la ruta de Gokyo, pasando el paso de Cho-La, a 5.380 m. Elegimos esta ruta porque a pesar de ser más larga que el camino tradiciona­l, tiene el agregado de pasar por los hermosos lagos de Gokyo y subir a la cumbre del Gokyo Ri, de 5.390 m, desde donde se divisa de cerca el Cho Oyu y, a los lejos, el Everest y el mar de montañas de esta zona del Himalaya.

El primer paso de la travesía es volar desde Katmandú en avioneta durante 45 minutos hasta el pueblo de Lukla. Por su pista de aterrizaje, de solo 300 m de longitud, tiene la fama de ser uno de los aeropuerto­s más peligrosos del mundo.

Desde la pequeña avioneta de 17 plazas ya podemos ver las primeras montañas del Himalaya.

Previo Subiendo al chequeo del Gokyo Ri, pronóstico de 5.390 m. climático, Al fondo el para evitar lago Gokyo cualquier mal y el pequeño momento, pueblo viajé hacia desde donde Mar del salimos hacia Plata en la cumbre. compañía de Der.: el mis amigos autor junto Martín a Sandra, Chávez Pablo, María y Aníbal Eugenia, Taboas. Jorge y Ruli Llegamos en el CB del al Club Everest. Motonáutic­o y

Epoca recomendad­a: toda actividad de trekking en nepal está condiciona­da por su clima monzónico. Las mejores épocas son la primavera (de marzo a mayo) y el otoño (desde mediados de septiembre a diciembre). Clima: en primavera y otoño los días suelen estar despejados y soleados, aunque también puede nevar en altura. La temperatur­a máxima ronda los 25 °C en el valle de Katmandú y los 12 °C en las montañas a unos 3.800 m. Por la noche las pueden bajar hasta los 0 ºC, y en ocasiones por debajo de cero. Dificultad: media (sin dificultad técnica). Este trekking es apto para todos los amantes de la actividad. Las jornadas de caminata son de 4 a 7 horas. Documentac­ión: pasaporte con al menos seis meses de validez y visado que se puede obtener a la llegada en el aeropuerto. Es necesario una fotografía tamaño carnet. El corazón empieza a latir fuerte. Aterrizamo­s sin inconvenie­ntes en Lukla, a 2.700 m de altura, con excelente tiempo. En el diminuto aeropuerto nos encontramo­s con Nuru y Kaji Sherpa, los guías locales que nos acompañará­n en el trekking. Desde la Argentina viajamos 6 personas: Jorge, Raúl y María Eugenia, de Sunchales, Santa Fe; Pablo y Sandra, de Rauch, Buenos Aires; y este cordobés que escribe, que guiará el trekking, desde este día uno en el que caminaremo­s 3 horas hasta el poblado de Phakding, donde descansare­mos.

Nuevamente en marcha

Por primera vez cobramos una verdadera dimensión de la cumbre del mundo. Comenzó el segundo día. Estamos camino a Namche, y luego de cruzar imponentes puentes colgantes sobre el río, en medio de una empinada subida, entre los árboles del bosque de pinos asoma a lo lejos el Everest. Es nuestro primer contacto con los pies sobre la tierra.

El trekking al CB va recorriend­o los pueblos sherpas por un sendero milenario que se utiliza desde siempre para la conexión entre pueblos y el transporte de mercadería, que se realiza con animales y, sobre todo, con los famosos porteadore­s sherpas. Aquí no hay vehículos de ningún tipo, solo helicópter­os sobrevuela­n la región, así que en el camino nos vamos cruzando con trekkers de todo el mundo, pero también con la gente que vive aquí, con sus costumbres y sus mulas, naks (mezcla de vaca con yak) y con los famosos yaks del Himalaya.

El sendero tiene bosques, interminab­les escaleras de piedras, grandes subidas y bajadas, cruces de río por puentes colgantes, monasterio­s y sitios de oración. Todo rodeado de grandes montañas que hacen del paisaje algo único.

En nuestro itinerario caminamos de 4 a 7 horas diarias de pueblo en pueblo, y luego de la larga jornada paramos a dormir en lodges (casas de té que están preparadas para recibir a la gente brindando comidas y alojamient­os en cómodas instalacio­nes). Así que al llegar al destino diario se puede disfrutar de excelente comida y un descanso reparador.

Luego de Namche salimos hacia Dole, y desde allí al otro día a Machermo, para después ir subiendo en altura y llegar a los lagos de Gokyo, uno de los lugares más espectacul­ares del Himalaya, muy

cerca del Cho Oyu, que con más de 8.000 m domina el paisaje. Descansamo­s en Gokyo, en un lodge con imponente vista al lago.

Camino a la cumbre

A las 6:30 de la mañana ya estábamos subiendo al Gokyo Ri, de 5.390 m. El ascenso es empinado pero se disfruta. Vamos sintiendo la altura y los últimos pasos cuestan, pero estamos en la cumbre con una inmejorabl­e vista a este mar de montañas. Mañana, desde Gokyo, cruzaremos el glaciar del Cho Oyu hacia el pueblo de Dragnag, que está al pie del paso Cho- la, que conecta con el valle del Khumbú para ir hacia el Everest.

Ya estamos en Dragnag, nos despertamo­s temprano y está nevando. Nevó toda la noche y ya hay más de 30 cm en el pueblo, así que arriba, en el paso Cho-La, segurament­e habrá mucha más nieve y con este clima es peligroso ir hacia allí. Tenemos que optar por el plan B, bajar hacia el pueblo de Portche y desde allí retomar el camino hacia el Everest. Es una larga jornada con nieve y mal clima. El paisaje cambió

por completo: todo está cubierto de nieve. Hay que caminar con precaución, y a pesar de tener que alargar el camino, para el grupo la experienci­a de ir por el Himalaya con estas condicione­s es muy interesant­e.

Luego de unas largas 8 hs llegamos cansados a Portche, para desde allí al otro día llegar a Periche, que ya se encuentra sobre la ruta normal del trek. Desde allí seguimos a Lobuche, a casi 5.000 m, y pasamos por el lugar donde se alzan varios chortens (monumentos de piedras) realizados en conmemorac­ión a los montañista­s muertos en el Everest. Allí están los nombres de varios de los que dejaron su vida en la montaña (más de 250 hasta el momento). Proseguimo­s camino y llegamos a Lobuche, donde el frío y la altura se sienten, pero estamos muy entusiasma­dos: sabemos que mañana será el gran día.

Everest a la vista

Salimos temprano desde Lobuche y 3 horas después dajábamos atrás Gorak Shep (último poblado antes del CB). Sin prisa pero sin pausa continuamo­s camino al campo base del Everest. Y fue allí cuando lo vimos: tras pasar unas grandes piedras él estaba allí, a la vista, al alcance de la mano. Al pie de la montaña más alta del mundo veíamos las tiendas de montaña de las expedicion­es que intentaría­n su cumbre. También visualizam­os la famosa cascada de hielo del Khumbú. Estábamos orgullosos: no habíamos ido por la cumbre, sino por su imagen viva, por la experienci­a que la rodea. Y lo habíamos logrado.

Seguimos, bajamos la morrena y caminamos por el glaciar para llegar al montículo de piedras que se arma para marcar el campo base, lugar donde la gente y los sherpas dejan innumerabl­es banderas de plegaria tibetanas (lungta), que con sus cinco colores flamean a los cuatro vientos.

Estamos todos en el CB del Everest disfrutand­o el momento. Todo montañista quisiera estar aquí. Somos afortunado­s. Resta la vuelta a Katmandú. Sabemos que el camino de regreso es largo pero volveremos disfrutand­o cada momento y brindando por muchas montañas más…

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