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Recuerdo de uno de los padres de la motoáutica

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José Pepe Canestrari y su hermano fundaron una reconocida empresa náutica familiar, actualment­e en pie con más de 70 años de historia. Su vida fue el reflejo de las oportunida­des que da nuestro país a quienes luchan con tesón. Hijo de italianos, radicados en 1915 en la ciudad de Tigre, su padre oficiaba como botero en el Buenos Aires Rowing Club, donde tomó los primeros contactos con el río y la náutica. De joven, junto a su hermano Ernesto, trabajó en el astillero Ortholan. En 1945, ambos hermanos armaron un tinglado al lado de la vivienda que era de sus padres y comenzaron a reparar las famosas lanchas Chris Craft, que luego empezaron a fabricar. Por aquel año, ambos hermanos Canestrari decidieron fundar su primer astillero, llamado El Timón. Era un galpón humilde, casi sin puertas y con algunas chapas. Con el tiempo la empresa familiar se afianzó y fabricó cruceros de 7 a 14 metros. En esa época no existía la fibra de vidrio y el proceso de construcci­ón demoraba más de un año. En la motonáutic­a, otra de sus pasiones, Pepe fue un gran piloto, obteniendo varias victorias y títulos. Luego, retirado de la práctica activa, siempre estuvo ayudando a todos los competidor­es desde el Centolla, su barco insignia y emblemátic­o crucero, un clásico de 23 m de eslora construido en 1938, que reformaron junto a su hermano para hacerlo más moderno. Testigo infaltable en cuanta competenci­a motonáutic­a se desarrolla­ra en el Río de la Plata, campeonato sudamerica­no de offshore y los Mil Kilómetros­delDeltaAr­gentino(regata anual donde corrían hasta 120 embarcacio­nes en distintas categorías). Hoy, recordar a José Pepe Canestrari como excelente anfitrión y entusiasta dirigente de la Federación Motonáutic­a Argentina, es un acto de estricta justicia. Pepe y su hermano no se detuvieron solo en la fabricació­n de embarcacio­nes: en 1970 compraron unos terrenos en la costa de San Fernando donde construyer­on un galpón para guardar lanchas. Pepe siempre les decía a quienes caminaban por las marinas: "Esto era una jungla, un juncal inmenso, donde a pala se fue cavandopar­ahacerelca­naldeacces­o. Y en esa época nos decían que estábamos locos”. Hoy, el complejo náutico Canestrari tiene una capacidad para guardar más de 1.000 lanchas, además de varias marinas para cruceros y veleros. A 15 años de haber fallecido, hoy el legado de Pepe Canestrari sigue intacto en su familia y su vigencia está en el recuerdo de muchos motonautas,amigosygen­tedelanáut­ica,que al recordarlo esbozan una sonrisa, mueca cómplice o, tal vez, un "qué tipazo". Suficiente premio para saber que su paso dejó huella de la buena, de la que marca el camino.

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