Buenos lances en equilibrio.
El stand up permitió cambiar la perspectiva y la manera de moverse en un arroyo entrerriano que ofrece doradillos y tarariras en abundancia.
El stand up paddle permitió cambiar la perspectiva y la manera de moverse en un arroyo entrerriano que ofrece doradillos y tarariras en abundancia. Una forma diferente de buscar el pique.
En el distrito Rincón del Doll, departamento de Victoria, hay un a r royo donde se puede apreciar una represa colapsada, construida con piedras, cascadas y embalses artificiales, la cual alimentaba un molino harinero que fue instalado hacia fines del siglo XIX y que hoy ya no existe. Un paisaje rocoso típico de Córdoba, pero en las tierras de Entre Ríos.
Debajo del puente de la ruta 11 hay un lugar bien amplio, donde se pueden dejar los vehículos, armar un fogón para preparar el almuerzo y descansar a la sombra. A pocos metros de allí se puede bajar al arroyo por un camino pedregoso. Hacia allí me dirigí con el SUP (así denominamos a la tabla de stand up paddle) y el equipo de pesca. En los bolsillos del chaleco salvavidas preparé una selección de los señuelos que consideraba más propicios para este tipo de salida. Aquí se pueden pescar doradillos y tarariras con artificiales. Las últimas, más abundantes y de mejores portes. Con carnada podemos lograr bogas y grandes bagres. A su vez, en una caja estanca grande llevé: celular, llaves del vehículo, repelente, señuelos, fish grip, pinza y una botella de agua.
Los sectores más profundos, donde las cascadas de agua se deslizaban sobre los accidentes del terreno, eran el lugar propicio para buscar a los doradillos. Se los podía ver cazando en la superficie y la tentación de pescarlos fue inevitable. Remé hasta posicionarme cerca y, como el sol estaba fuerte, aproveché la ventaja de poder ir hacia donde quería con el SUP y me coloqué en la sombra. Comencé a realizar varios tiros donde estaba la actividad y enseguida pude concretar las primeras capturas. En este sector había mucha profundidad, probé toda la columna de agua, pero los ataques fueron cerca de la superficie, donde mejor rindieron los señuelos de tipo lipless. Los doradillos no superaban el kilo y había en gran abundancia, ideal para una pesca ultralight muy entretenida. El sector era el indicado, pero buscaba algo más de acción, por lo que me fui aguas abajo, donde ya había visto algunas zonas menos profundas, tanto de fondo rocoso como de barro o arcilla, donde seguro iba a encontrar a las tarariras.
Había una franja que en el fondo tenía grandes agujeros o pozones, cavidades más que propicias