Weekend

Festival de piques en Villa Paranacito.

Los arroyos Martínez y Sánchez, ámbitos poco frecuentes para muchos pescadores, ofrecieron divertidas capturas en una propuesta ideal para pasar un fin de semana con toda la familia.

- Por Daniel Rodríguez.

Los arroyos Martínez y Sánchez, ámbitos poco frecuentes para muchos pescadores, ofrecieron divertidas capturas de doradillos y tarariras.

Recibimos el llamado de Marcelo Leonetti, de la guardería náutica Los Pinos, en Villa Paranacito, para invitarnos a realizar una pesca de comienzo de temporada de tarariras y también doradillos, oferta por demás tentadora que, obviamente, no podíamos rechazar. A tan solo unos 175 km desde C.A.B.A., en prácticame­nte dos horas ya nos encontrába­mos en el lugar. Nos recibieron Marcelo y Cora, quienes mostraron las instalacio­nes de la guardería que cuenta con una gran capacidad para embarcacio­nes y está ocupada en un 80 por ciento. Posee tres grúas eléctricas para la bajada de lanchas, lo que agiliza notablemen­te el momento de embarcarse. Además, dispone de espacios para estacionam­iento, wi-fi y cafetería-buffet. Su propuesta de servicios náuticos es muy variada: guías de pesca, guardería, bajada de lanchas, baños con duchas, lubricante­s y algo que lo diferencia del resto: un surtidor de combustibl­e para las embarcacio­nes. Se sumó a la partida un gran pescador con artificial­es de Brasil: Joelmo Lopes Rodrigues, que desde hace 4 años viaja asiduament­e para pescar a esta tranquila zona.

Importanci­a del viento

Previo al armado del trucker con todos los equipos, pusimos proa hacia el río Uruguay. Para navegarlo con tranquilid­ad es necesario que los vientos sean del sector norte o noroeste, que permiten que toda la costa del curso se encuentre al reparo y, por consiguien­te, con agua más quieta, limpia y oxigenada. Es la franja que el doradillo y el dorado eligen para cazar a sus presas. Por lógica, es el mejor sector de pesca que ofrece la zona. A pesar de que ese día los vientos no eran los ideales, ya que provenían del Este, probamos garetear y, a unos 20 m, lanzamos nuestros artificial­es hacia la orilla, dejándolos caer y trabajándo­los con pequeños movimiento­s constantes. Así, hasta dar con los momentos de ataques y llevadas que resultan fantástico­s y llenos de adrenalina. Son pocos los días en que el viento sopla del sector que deseamos pero, de todos modos, armamos la salida ya que camino hacia el río existen muchos canales de comunicaci­ón: pequeños arroyos de aguas quietas donde podemos probar con muñecos y llevarnos la sorpresa de varios ataques de buenas tarariras.

Eran las 9 de la mañana cuando arribamos a la entrada del río. Con viento del Este sabíamos que se nos iba a complicar tanto la navegación por el oleaje, como la pesca a la deriva. Marcelo decidió navegar pegado a la costa en zonas bajas, para dirigirnos al arroyo Martínez y dedicarnos a las taruchas. El trucker que usamos cuenta con un motor eléctrico que me sorprendió gratamente. La practicida­d que posee para navegar a control remoto, sumado a lo silencioso que es, nos facilitó peinar toda la zona en busca de las dientonas, que no tardaron en atacar los artificial­es. En tan solo una hora y media habíamos sacado entre los tres más de 20 tarariras, todas devueltas al río con sumo cuidado.

Un sector bien bajo

Para pescarlas utilizamos cucharas Nº 4, anzuelos offset y las conocidas gomitas en colores naranja, verde y negro. Los primeros ataques eran de portes chicos, por lo que Joelmo nos dijo: “Quédense

tranquilos que vamos a ir en busca de las más grandes”. Se ve que mi ansiedad me delataba, y pronto nos movimos para entrar en una zona muy baja con pocos juncos, a la que sólo se puede acceder con la práctica y el conocimien­to que tenía nuestro conductor, y con una embarcació­n con muy poco calado como la que estábamos usando.

El cuidado de las especies

Fue arrojar los tres a la vez y salieron borbollone­s por todos lados: un momento de euforia inolvidabl­e. No sabíamos hacia dónde tirar. Luego, la bajante comenzó a actuar y nos dimos cuenta de que las taruchas también se movilizaba­n acompañand­o este movimiento del agua hacia el río, por lo que nos deplazámos lentamente con el eléctrico para seguir al cardumen.

Ya al mediodía, el viento había aflojado y planchado el río, momento en que decidimos cambiar hacia el arroyo Sánchez, lugar donde dimos con las taruchas más grandes y peleadoras. Realmente nunca imaginé que sobre el margen del río Uruguay podían estar tan activas. Vimos algunas redes de pescadores comerciale­s o furtivos y, por suerte, nos sorprendió encontrar a Prefectura con una embarcació­ncomúnsind­istintivos y sólo dos tripulante­s, acercarse a nuestra lancha para inspeccion­ar si estábamos pescando y si teníamos redes. Les indicamos que habíamos visto una y la respuesta fue inmediata: “Ya la sacamos”. Así que nos alegró mucho corroborar que están cuidando las especies y la actividad deportiva.

Como ya habíamos logrado muchas tarariras y el r ío est aba planchado, decidimos hacer unos tiros a los doradillos. Cambiamos los señuelos por otros de media agua y buscamos una zona nueva para relevar sobre la costa. Dimos con algunas correderas entre palos sumergidos y puntas de islotes con árboles, donde siempre la imaginació­n presupone que hay un dorado acechando a su presa, y en varias oportunida­des tuvimos razón. Así capturamos más de seis ejemplares pequeños que nos hicieron estallar de alegría tras sus ataques explosivos con saltos fuera del agua.

Habíamos elegido una zona que estaba muy baja, motivo por el cual los señuelos de media agua venían rozando el fondo. Decidí entonces cambiar a un popper de superficie. Mis compañeros me miraron como diciendo “no es el adecuado”, pero quería probar algo distinto y ver qué pasaba. Fue caer al agua y un hermoso doradillo me regaló un ataque y un salto que nos sorprendió a los tres. Fotos de rigor y al agua como correspond­e. Varias veces enganchamo­s nuestros artificial­es en la vegetación sumergida pero no perdimos ni uno solo. Joelmo, además de aportar un muy eficaz señuelo como el Barracudin­hia, tenía preparada una vara de aluminio con la que rescató a los atrancados.

La despedida

Estábamos llegando a las tres de la tarde, momento en que el viento rotaría al Sur con más intensidad, provocando mayor oleaje y hacien-

do imposible seguir pescando en su curso. Entonces decidimos volver por las taruchas, que en esos sectores habían rendido muy bien.

Previo almuerzo y unas bebidas bien frías (Marcelo está en todos los detalles), seguimos activándol­as con señuelos de superficie, como las clásicas ranitas Bad-Line y las gomitas con cucharas que son mortales. A las cuatro decidimos dar por terminada la pesca, fuimos hacia la isla en la que Marcelo está armando su lugar en el mundo, brindamos con una cerveza bien helada y continuamo­s de regreso a la guardería, en la que Cora nos recibió con unos excelentes mates.

Relajados, en la galería compartimo­s lo entretenid­a que estuvo la salida y comentamos cómo se está populariza­ndo el uso de artificial­es en la zona, dejando de lado la costumbre de años de los pescadores del lugar del uso de carnada. Villa Paranacito siempre fue un excelente pesquero. Hoy hay muchos emprendimi­entos privados de casas de fin de semana, como también futuros campings, lo que da cuenta de la importanci­a que tiene apuntar al turismo del entretenim­iento con la naturaleza. Regresamos agradecien­do a Marcelo su excelente predisposi­ción, y comprometi­éndonos a visitarlo el próximo mes con viento norte ,para ir en busca de los grandes dorados río arriba y comer un rico asado en la isla.

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 ??  ?? Marcelo con las dos especies que fuimos a buscar. El río nos regaló una hermosa jornada de pesca con muy buenos portes, a tan solo 30 minutos de la guardería.
Marcelo con las dos especies que fuimos a buscar. El río nos regaló una hermosa jornada de pesca con muy buenos portes, a tan solo 30 minutos de la guardería.
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 ??  ?? Una tarucha glotona. A la tarde disfrutamo­s de los señuelos de superficie y de los ataques de la especie.
Una tarucha glotona. A la tarde disfrutamo­s de los señuelos de superficie y de los ataques de la especie.
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 ??  ?? Los doradillos atacaron los señuelos sobre el río Uruguay. Las tarariras, en cambio, las capturamos en arroyos de aguas quietas.
Los doradillos atacaron los señuelos sobre el río Uruguay. Las tarariras, en cambio, las capturamos en arroyos de aguas quietas.
 ??  ?? Sobre la costa del río Uruguay gareteamos en busca de los dorados, probando con señuelos de media agua y recibiendo muchos ataques.
Sobre la costa del río Uruguay gareteamos en busca de los dorados, probando con señuelos de media agua y recibiendo muchos ataques.
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