El arroyo donde el pacú es rey.
La correntina zona de Esquina recuperó una de sus especies más características. Con carnadas caseras se obtuvieron piezas de hasta 7 kg en una mañana gloriosa. También se los puede pescar con señuelos.
La correntina zona de Esquina recuperó una de sus especies más características. En Aguaisalito se obtuvieron piezas de hasta 7 kg en una mañana gloriosa.
Venite que pescamos seguro”, fueron las irresistibles palabras de mi amigo Matías Pavoni para ir lo antes posible a conseguir pacúes en su reinado, la ciudad de Esquina, en el sur correntino. Hacía unos cuantos días que rondaba en mi cabeza la idea de pescar pacú pero no me decidía en qué momento ir. De lo que sí estaba seguro, era de que quería intentarlo allí, un lugar emblemático para esta pesca pero con muchísimos altibajos en los últimos años. Por comentarios y algunas fotos que me enviaban desde diferentes pesqueros, sabía que ya habían empezado a picar y, día tras día aumen-
taba la cantidad de capturas por embarcación. El llamado a Río Lodge me terminó de convencer de que no debía esperar mucho tiempo más porque la pesca ya estaba instalada.
El pacú es un pez omnívoro, de cuerpo robusto con forma ovoide, con predominancia del color marrón por sobre el amarillo/dorado. A pesar del tamaño al que puede llegar, tiene cabeza chica y una boca con fuerte dentadura. Se lo pesca en ríos y arroyos interiores, principalmente los que tienen sobre sus costas árboles con algún tipo de frutas o manjares (como ser el aguaí o las chauchas del inga), sector propicio para que el pacú esté al acecho de la caída y comer de un solo bocado. Otros sectores donde se los puede ubicar son los arroyos o hilos de agua que se forman entre extensas poblaciones de camalotes o camalotillos, porque también se alimentan de sus raíces y de los pastos tiernos que crecen entre carrizales y camalotes.
Tampoco hay que descartar las orillas de los grandes ríos, como el Paraná, Bermejo y Pilcomayo. Habitualmente su pesca se produce a plena luz del día, con raras excepciones de capturas nocturnas con artes deportivas. Pueden existir varias técnicas para obtenerlo, pero son dos las más influyentes. Una es la clásica a la espera, que se realiza anclando en el lugar elegido y tirando siempre hacia las costas; y la otra es al golpe, con la embarcación en movimiento y arrojando la carnada o los señuelos hacia la costa. Conviene lanzar la carnada en parábola para que caiga como un fruto del árbol y dejarla hundirse despacito. Si el pacú está al acecho, la tomará inmediatamente.
También con señuelos
Y si la idea es pescar con artificiales, utilizamos la misma técnica pero recogiendo el señuelo hasta que llegue a la embarcación. Muchas veces toma a mitad de camino. No hay una carnada excluyente, así que hay que reunir la mayor cantidad de opciones para tentarlo: el fruto de aguaí, coquitos, trozos de naranja, ciruelas, corazón vacuno y algunas veces tripas de pescado, maíz (escencialmente para cebar), masa elaborada
de diferentes gustos (siempre con esencia de vainilla). Los equipos que vamos a utilizar son cañas de 1,80 a 2,10 m de largo con acción media y de punta fina. Los reeles pueden ser rotativos redondos o de bajo perfil, con capacidad mínima de 100 m de nylon de 0,40 mm.
También podemos utilizar multifilamento de 30 lb de potencia (13.600 g). Es conveniente llevar los dos tipos de cargas. El aparejo es muy sencillo: se utilizan plomos corredizos, preferentemente redondos, con pesos entre los 10 a los 40 g. Y los anzuelos del tipo Maruseigo en diferentes medidas, atados o empatillados, preferentemente con cable de acero, en un largo no mayor a los 15 cm. También podemos utilizar leaderes de acero armados