Weekend

Temporadas superpuest­as.

Recorrimos tres de las lagunas de Las Encadenada­s de la Autovía 2 y realizamos una excelente pesca de dos de las especies más buscadas: pejerreyes y tarariras.

- Por Marcelo Albanese.

Recorrimos tres de las lagunas de Las Encadenada­s de la Autovía 2, con una excelente pesca de pejerreyes y tarariras.

El clima desconcier­ta, inclusive en épocas de verano: la idea era juntar dos modalidade­s de pesca en una sola jornada, y fue así que, luego de la invitación de Tomás Linch, nos dirigimos en busca de los flechas de plata y las dientonas, que están en su mejor momento. La primera parada fue el puesto de carnadas El Repollo, en Autovía 2 Km 113, en donde nos estaban esperando con todo preparado para comenzar el día.

En una charla previa nos pusimos a tono para saber cómo se venía realizando la pesca con la influencia de las altas temperatur­as. Luego nos dirigimos hasta la laguna Chis Chis, precisamen­te al pesquero La Amistad, en donde preparamos todo lo necesario para realizar una recorrida por Las Encadenada­s.

Comenzamos a navegar con

rumbo Norte para poder aprovechar la suave brisa gareteando, ya que el viento empujaría la embarcació­n hacia el Sur. Sin demorarnos y con el clima que amenazaba con una pequeña tormenta, comenzamos a armar los equipos livianos para la pesca de pejerreyes.

Las caracterís­ticas generales de estas lagunas son que pertenecen al sistema de Las Encade- nadas, que es el más destacado tributario del río Salado. Está constituid­o por siete lagunas de gran magnitud y relevancia: Vitel, Chascomús, Adela, Del Burro, Chis-Chis, Las Tablillas y Las Barrancas. Los cuerpos est á n todos i nterconec t ados entre sí por cinco arroyos que forman una suerte de rosario acuático y desempeñan un rol muy importante. Ellos son: Vitel Sur, Girado, Manantiale­s, Tablillas y Casalins.

Las lagunas son poco profundas y están situadas en altitudes muy próximas al nivel marino. Las más grandes y en su mayor parte libres de vegetación macrófita, no estratific­an térmicamen­te, por lo que, salvo por lapsos breves de pocas horas, poseen homogeneid­ad térmica a lo largo de toda la columna de agua.

Sus lechos son de lodo y muy planos. Sus bordes poseen zonas inundables cubiertas de juncales y, en algunas riberas, presentan pequeñas barrancas de pocos metros. Sus aguas son naturalmen­te eutróficas en razón del aporte de grandes cargas de nutrientes, al estar situadas en drenajes fértiles.

Equipos y carnada

Para nuestra pesca utilizamos cañas telescópic­as de 4,20 m, reeles frontales cargados con multifilam­ento de 0,18 mm y otros con nailon de 0,28 mm, y líneas con boyas livianas en distintos tonos de colores. Los más rendidores fueron verde limón, combinadas con negro, naranja; y las españolas con una pequeña trampa corrediza de 20 cm en la madre.

No se utilizaron punteros debido a que los flechas, a la hora de dar con los piques, comieron muy

sutilmente, por eso lo más aconsejabl­e es que la línea trabaje lo más libre posible: anzuelos N° 1 y 1/0 con las carnadas más rendidoras: las mojarras vivas y el filete de dientudo en finas tiras.

La pesca

El viento nos acompañaba suavemente, derivándon­os con un garete constante que de a ratos disminuía. El pronóstico anticipaba que, llegando al mediodía, se cortaba por completo, así que era el momento justo para dar con los pejerreyes.

A eso de las 9 de la mañana, y con una temperatur­a aproximada de 28 grados que seguía en ascenso, llegó el primer pique en la línea de Tomás. Una llevada sutil de un lado hacia el otro, dándonos la pauta de que la especie se encontraba comiendo de forma irregular. De hecho, no había que apurarse a concretar el pique porque lo perderíamo­s: una vez que la llevada en la línea se afirmó, fue el momento de clavar.

Lo asombroso era que los flechas se encontraba­n muy sanos y robustos. Era desconcert­ante ver que, aun con estas temperatur­as, la especie se encontrara tan vigorosa. Los piques empezaron a afirmarse cada vez más y, a medida que recorríamo­s distintos puntos del ámbito, era muchísima la cantidad de pejerreyes que veíamos en superficie. Seguíamos capturando lindos ejemplares, en diferentes profundida­des. Nicolás, proban-

do a 15 cm, logró muy buenas piezas que superaron los 35 cm. Por mi parte, los busqué entre los 20 y 40 cm con muy buenos resultados, obteniendo flechas de plata muy robustos.

Entre pique y pique de pejerreyes salían dientudos de buen tamaño. Por eso es aconsejabl­e, más en esta época, dar con el día adecuado en cuanto al nivel del viento. La temporada que se aproxima viene muy prometedor­a, con abundantes flechas muy cerca de Capital Federal. Alrededor de la una de la tarde, con la laguna totalmente planchada, dimos fin a esta modalidad y co- menzamos a buscar una de las tantas costas arboladas para armar nuestro campamento y probar con las voraces dientonas.

Dientes afilados

Luego de d isfr ut a r de un descanso junto a la naturaleza pura y reconforta­rnos con el almuerzo, volvimos al ruedo. Fue muchísima la actividad de tarariras que se veía dentro de los juncos y muy cerca de la costa, dentro de la vegetación. Comenzamos a armar los equipos para esta especie: las cañas fueron de dos tramos o enterizas, de 1,70 a 2,10 m, de grafito o mat er ia les de última generación y de acción rápida, con reeles f ront a les o rot at ivos muy l iv ia nos y veloces a la hora de la traída, cargados con nailon del 0,28 mm o con multifilam­ento del 0,15 al 0, 24 mm. Los anzuelos que rindieron muy bien fueron los 8/0 pata larga con líder de acero (mínimo de 10 libras; unos 4,5 kg). Las carnadas, dientudos vivos obtenidos de la misma laguna: increíble su rendimient­o.

Con los aparejos en el agua, comenzamos a probar con boyas Plop en constante movimiento. Y fue automático: las atacaron de manera instantáne­a, a tal punto que tomaron por completo las carnadas. Los piques y corridas se daban muy firmes. Eran verdaderas batallas con portes que superaban los 3 kg.

Nicolás, mientras tanto, probaba con línea anclada entre los claros de los juncos. Fue un show magnífico de piques. Por mi parte, comencé a vadear una entrada de agua y fue sorprenden­te, luego de mover un poco la línea, la cantidad de Hoplias atacando mi aparejo. Por momentos, los tres concretába­mos piques al unísono con ejemplares de todos los tamaños.

Tomás comenzó a probar la modalidad con diferentes señuelos, como Súper Bait Poppers, ranas de gomas, ratones y cucharas ondulantes o giratorias, con o sin pescado. Luego de unos intentos y de molestar un poquito el hábitat, logró concretar un pique tras otro. Sus artificial­es eran atacados con total voracidad por portes sorprenden­tes. Sin duda, el cuerpo fusiforme y robusto que posee hace de la tararira una nadadora vigorosa a la hora de alcanzar su presa. Come de todo pero también ataca todo lo que la moleste. Es territoria­l y sedentaria, y donde ubica un lugar para vivir, se queda.

La jornada iba llegando a su fin, y ninguno tomaba la iniciativa para dejar de pescar. Sin duda, fue una salida perfecta combinando estas dos grandes y combativas especies, que este año comparten temporada.

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 ??  ?? La zona elegida, una amplia costa rodeada de juncales y mucha flora acuática, fue suficiente para dar con ejemplares de tarariras que superaron los 3 kilos de peso.
La zona elegida, una amplia costa rodeada de juncales y mucha flora acuática, fue suficiente para dar con ejemplares de tarariras que superaron los 3 kilos de peso.
 ??  ?? Cinco arroyos unen las lagunas cercanas. Todas tienen gran pique.
Cinco arroyos unen las lagunas cercanas. Todas tienen gran pique.
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 ??  ?? Tres ámbitos con buena actividad de dientonas y con excelentes indicios para la próxima temporada de pejerreyes.
Tres ámbitos con buena actividad de dientonas y con excelentes indicios para la próxima temporada de pejerreyes.
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 ??  ?? Los amplios lugares costeros nos permiten armar el campamento al aire libre y compartir momentos inolvidabl­es en silencio y soledad junto a la naturaleza.
Los amplios lugares costeros nos permiten armar el campamento al aire libre y compartir momentos inolvidabl­es en silencio y soledad junto a la naturaleza.
 ??  ?? Lo más rendidor para la pesca de tarariras fue la boya Plop en continuo movimiento, encarnada con trozos de dientudos obtenidos del mismo ámbito.
Lo más rendidor para la pesca de tarariras fue la boya Plop en continuo movimiento, encarnada con trozos de dientudos obtenidos del mismo ámbito.
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