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Seguridad personal a bordo.

Cada vez es mayor la cantidad de embarcacio­nes que surcan nuestras aguas, por lo que es importante repasar los aspectos básicos de protección para disfrutar en plenitud de la navegación junto a familiares y amigos.

- Por Francisco Savino.

Cada vez son más las embarcacio­nes que surcan nuestras aguas, por lo que es importante repasar los aspectos básicos de protección para disfrutar en plenitud de la navegación.

Afuerza de ser sinceros, y si hacemos un examen de conciencia, ¿cuántas veces comentamos entre amigos las distintas anécdotas de lo que nos ha ocurrido sin mayores consecuenc­ias? Pero, casi siempre, el relato vaacompaña­dopor la pregunta: ¿si el resultado hubiera sido otro, estaríamos contándolo? A eso no se debe llegar. Y, para evitarlo, tenemos que ser concientes de que, muchas veces, los que nos acompañan son neófitos en el arte de la navegación y los responsabl­es de su integridad física son los propietari­os de la embarcació­n. A continuaci­ón, los puntos salientes que hay que tener en cuenta.

El alcohol

C onsumir bebidas a lcohó - licas hace perder los ref lejos; en el agua, si bien los sucesos ocurren despacio –es decir que hay tiempo para prevenirlo­s–, pasan más rápido de lo que uno cree. Es por eso que una persona responsabl­e debe esperar a que se le pasen los efectos antes de manejar la embarcació­n y, si es el acompañant­e, no permitir que beba el que conduce.

Cuidar los dedos y las manos

Muchas veces queremos sostener la lancha por temor a que el cabo se nos caiga al agua y, para ello, nos aferramos a él con fuerza. Si el que conduce ha dado máquinas, la arrancada que sobreviene es importante; lo mismo ocurre si la corriente tira con fuerza. En ambos casos terminarem­os con las manos ampolladas producto de la fricción con el cabo. Siempre es preferible tirar el cabo al agua y luego, con paciencia, recogerlo con el bichero. En el peor de los casos, se perderá un cabo pero nadie resultará lastimado.

Esta situación también se da cuando, al recoger el cabo del

ancla, se hacen esfuerzos para recuperarl­a y, con esa acción, se pretende mover la embarcació­n llevándola hacia el ancla, venciendo su peso, el esfuerzo del viento y de la corriente. Siempre es convenient­e poner el motor en marcha y llevar la lancha con motor hacia donde está el fondeo. Así, lo único que resta es destrabarl­a, algo que casi siempre ocurre de inmediato cuando estamos sobre su vertical.

La posición en la lancha

Todos deben estar perfectame­nte sentados en la embarcació­n. No se puede navegar parado o mal sentado, porque las aceleracio­nes o desacelera­ciones intempesti­vas pueden causar problemas. Los cambios bruscos de marcha pueden preverse pero las sacudidas producto de la onda generada por otra embarcació­n, no. La pérdida del equilibrio es común si uno está parado en la lancha y equivale a caerse al piso cuando se está mal sentado.

Caerse al agua conlleva una gravedad extra si se produce por la popa (atrás), ante el riesgo de ser lastimado por la hélice. En cambio, si algún navegante cae hacia proa (adelante) es factible que pegue en el parabrisas, lastimándo­se igual. Si, por algún motivo, el tripulante va a estar parado, debe aferrarse a alguna parte firme de la embarcació­n. Los golpes producidos por éstas situacione­s suelen ser fuertes.

Embarcar y desembarca­r

Normalment­e, el momento más crucial en el que se producen las

caídas es el en el embarque y el desembarqu­e. A veces es porque uno pisa la borda de la lancha con un pie mientras el otro sigue firme en tierra. Con el pie de la borda se comienza a hacer fuerza y la lancha se separa, consecuent­emente la persona abre las piernas. Mientras eso sucede, automática­mente se dispersa pensando si se cae al agua o no. Esta situación es más común en los hombres que en las mujeres, porque ellos se niegan a tomar la mano de quien se la ofrece para ayudar a embarcar o desembarca­r. La solución es agarrarse del muelle mientras otro asegura la embarcació­n o, simplement­e, aceptar la mano de quien la ofrece.

Atención a los pies

Hay que evitar golpes en las extremidad­es cuando se amarra, una situación que se repite demasiado y que, a veces, deriva en quebradura­s. Lo que ocurre es que la lancha se mueve y eso hace que los tripulante­s también lo hagan. El pie se resbala por el movimiento y termina apretado entre el lancha y el muelle. Lo mismo ocurre cuando pretendemo­s separar dos barcos abarloados: las superficie­s no son rectas; además de ser resbaladiz­as, las masas de las embarcacio­nes son muy grandes y más aún cuando se están moviendo. Casi siempre, en estas circunstan­cias, el pie o la mano terminan apretados y rotos entre los barcos o entre un barco y el muelle. Las soluciones pasan por hacer maniobras despacio, con poca arrancada, y usar los elementos marineros disponible­s, como defensas y bichero. Antes de amarrar o de atracar al muelle, hay que poner defensas en las bandas.

Por otro lado, caminar descalzo por la embarcació­n trae sus dificultad­es: no es nada agradable terminar pateando con el dedo del pie una cornamusa o un cáncamo de la cubierta. Las lanchas están construida­s de plástico y es muy fácil resbalar en ese tipo de superficie­s. La situación que se agrava si el piso está mojado, al caer se corre el riesgo de golpearse con alguna parte de la lancha o, lo que es peor, caer al agua.

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Las sogas que corren rápido sobre nuestras manos producen quemaduras, un accidente usual en el afán de sostener el cabo para que no caiga al agua cuando la lancha arranca.
 ??  ?? Ningún tripulante debe beber alcohol previament­e ni durante la navegación. La pérdida de reflejos es inevitable. Abajo: tomar la mano de quien la ofrece al desembarca­r es una buena forma de no caerse.
Ningún tripulante debe beber alcohol previament­e ni durante la navegación. La pérdida de reflejos es inevitable. Abajo: tomar la mano de quien la ofrece al desembarca­r es una buena forma de no caerse.
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Todos bien sentados durante la navegación. Esa es la mejor forma de prevenir golpes a bordo y caídas accidental­es al agua.
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 ??  ?? Para que no golpee con el muelle, el error más común es alejar la embarcació­n con el pie. Jamás se debe hacer esto porque la cantidad de accidentes que se producen es innumerabl­e, y la mayoría termina con fractura de pie. Lo correcto es acercarla o...
Para que no golpee con el muelle, el error más común es alejar la embarcació­n con el pie. Jamás se debe hacer esto porque la cantidad de accidentes que se producen es innumerabl­e, y la mayoría termina con fractura de pie. Lo correcto es acercarla o...
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