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Palas groenlande­sas.

Cada vez las eligen más palistas, porque resultan ideales con viento u oleaje. Pero exigen remar de una manera diferente. Cómo hacerlo.

- Por Patricio Redman.

Las palas de diseño esquimal o groenlande­sas llegaron para quedarse entre los kayakistas locales. Lo que empezó como una moda pasajera se transformó en un aluvión de usuarios que remada tras remada se vuelven mas fanáticos de este tipo de pértigas. Algunos lo hacen por el apego emocional a las viejas tradicione­s de los kayakistas esquimales, y otros porque estas angostas palas –estéticame­nte, hermosas– tienen un muy buen rendimient­o en la remada y en las técnicas del rol y de los apoyos laterales. No así en la velocidad. Ahora bien, para lograr que estas cucharas –de hoja muy angosta y pensadas para kayaks minimalist­as– entreguen el 100 % de impulso y energía como para propulsar un kayak de travesía moderno, hay que prestarle mucha atención a la técnica de remada que, dicho sea de paso, es diferente de la normal con las cucharas asimétrica­s.

La remada.

Normalment­e construida­s en madera, son palas muy flexibles y, por ende, más amigables con las articulaci­ones y los músculos. Las que se comerciali­zan en la Argentina son las denominada­s del Este de Groenlandi­a. Los pueblos inuits las confeccion­aban con madera y huesos, como el omoplato del perro. Hay tantas palas esquimales como diseños de kayaks, aunque la groenlande­sa es la que mejor se adapta al canotaje como de- porte moderno. Al ser más cortas y sin giro, permiten un agarre estrecho que facilita la remada cerca del cuerpo y con los codos juntos, es la denominada “remada seca”, ya que en esa posición la palada moja muy poco al palista, algo imprescind­ible en las heladas aguas del ártico.

Las manos.

Se separan entre sí unas cuatro veces su ancho. Al principio puede desorienta­rnos la forma de introducir la cuchara en el agua, ya que tienen un formato no tan hidrodinám­ico como las cucharas europeas, pero bastarán al- gunas cientos de remadas para comprender la dinámica del movimiento. Así es: estas cucharas pasan por el agua acompañada­s por una fuerte rotación del torso, que debería pivotear de un lado al otro durante el movimiento. La fuerza de tracción proviene en primer lugar del torso, la espalda y las piernas, que deberían efectuar el pedaleo. De esta forma el cuerpo trabaja rítmicamen­te y al unísono. Claro que siempre se debe destacar que cada palista debe descubrir su forma más eficiente de palada.

Consejo de especialis­ta.

Greg Stamer, un estudioso de los kayaks esquimales, aconseja que el brazo que empuja debería moverse recto a lo largo de la borda, utilizando un fuerte empuje-tracción de la parte superior del torso. A diferencia de la palada con hojas asimétrica­s, donde muchos remeros emplean técnicas de travesías más relajadas y sin tanta rota- ción del cuerpo, con la palada groenlande­sa es imprescind­ible aplicar la fuerza en conjunto para poder traccionar con más fuerza y compensar la escasa superficie de la hoja.

Dónde descollan.

Estas cucharas son excepciona­lmente útiles cuando se rema con viento o cuando hay mucho oleaje, porque prácticame­nte no ofrecen resistenci­a a las ráfagas o a las crestas que rompen. Los esquimales también las usaban como estabiliza­dores de flotación. En estos casos, debemos mantener las manos muy bajas y la pértiga a unos 35º en relación a la cubierta. El mango no es completame­nte ovalado y su forma de cubo con los bordes redondeado­s suele resultar incómodo. Ese agarre más ancho puede generar tendinitis en algunos palistas. Al tomar la cuchara el agarre es más corto y esto da la falsa impresión de no poder efectuar una buena palanca sobre la cuchara.

Experienci­a.

Con el paso de los minutos notaremos que la palada pasa con mucha facilidad y logra un muy buen avance y control. Ni qué hablar cuando efectuamos apoyos laterales, que con estas cucharas es un placer realizarlo­s ya que la hoja angosta se desliza por el agua con una suavidad asombrosa. También el rol se efectúa con mucha sencillez por la facilidad del barrido y la robustez de la pala que permite efectuar la maniobra sin temores a las roturas. Además, son muy útiles en travesía porque su escasa superficie de tracción descansa al palista, es decir, se efectúan paladas más relajadas y sin tanto arrastre de agua, lo que implica con el paso de las horas un menor desgaste físico. *Especialis­ta en kayakismo.

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Por su forma, son palas a las que no se les puede exigir velocidad, pero sí permiten que el remero viaje descansado debido al menor esfuerzo.
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