Weekend

Por el ripio de “Death Road”

En bicicleta por el Camino de la Muerte, previa escalada del Huayna Potosí y el Sajama, en Bolivia.

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Textos y fotos:

Saliendo del Salar de Uyuni, si bien me percaté de eng rasa r la cadena de manera exagerada antes de ingresar, y de lavarla enérgicame­nte en la salida, el daño que la sal y el litio le hacen a las partes móviles de la bicicleta era esperable. En mi caso, , de los 110 eslabones de la cadena, la mitad se s soldaron. No me quedó más que frenar en un pequeño cas caserío al borde de la extinción y ponerme a trabajar un largo rato ra con nafta ta, aceite y el corta cadena.

Lo cierto es que, a medida que oscurecía (estaba claro que dormiría ahí mismo), nadie aparecía por la zona. Sólo al atardecer un señor muy mayor, con su lento andar y una bolsita con hojas de coca astutament­e amarradas al pasacinto de su pantalón, me regala unos huevos, un poco de agua y me da a entender que es el único habitante. Arreando su rebaño de vicuñas, se pierde entre una de las dos calles del lugar. Su casa es la de adobe ubicada entre el poste de luz y la iglesia. Sí, es como todas.

Desde aquí hasta La Paz, el camino discurre por la Ruta

Nacional 1 sin mayores imprevisto­s, siempre recorriend­o el altiplano sobre los 3.500 msnm. Mis amaneceres fueron variados: el lateral derecho de una cancha de pasto sintético en donde horas antes un equipo de cholitas disputó un 4 - 2 enérgico; un galponcito al fondo de una iglesia, entre algunas gallinas confianzud­as en Calamarca; el patio de una escuelita de campo donde amanecí bajo la atenta mirada de todos los niños y un complejo de aguas termales en Pazña.

Voluntaria­do en La Paz

Antes de entrar en La Paz hay que atravesar la ciudad aledaña, El Alto (La Paz está en una hollada y El Alto…, en lo alto). Son varios kilómetros con todo lo caótico que tiene para ofrecer una capital. Aquí hay que saber que rige la regla de la no regla. Sin duda, los ingresos a las grandes ciudades son de las situacione­s potencialm­ente más peligrosas que se atraviesan.

Ya en la capital, me la pasé un mes voluntaria­ndo en un hostel (cuatro horas diarias de trabajo por cama y desayuno). Con muchas ganas de practicar mi otra pasión (montañismo), pero al no tener el equipo necesario, ya que traerlo conmigo era imposible y alquilarlo suele ser bastante costoso, resolví trabajar para una agencia de guías de montaña.

No había dinero de por medio, yo hacía las veces de porter (llevaba la carga de los clientes), armaba los campamento­s, cocinaba, empujaba a los rezagados

y lo que fuera necesario, y a cambio me daban el equipo y se hacían cargo de mis gastos. Así pude escalar el Huayna Potosí, a 6.088 msnm, y el Sajama, techo de Bolivia con 6.542 msnm.

El Camino de la Muerte

Pasearse por la ciudad de La Paz es una experienci­a en sí misma, contrasta el modernismo de una metrópoli, pero a su vez se resiste a dejar de lado sus costumbres. Por citar un ejemplo, está el Mercado de Brujas, donde se puede comprar el pan del día o una cabeza de caballo disecada.

Antes de irme tenía algo pendiente que no iba a dejar pasar: hacer el Camino de la Muerte. También conocido como Camino de las Yungas, es un viejo trazado que era la única forma

el tramo del Camino de la Muerte reservado al turismo.

Saliendo de La Paz se toma un minibús (entran 10 personas y meten 16) que hace unos pocos kilómetros hasta el punto más alto, denominado La Cumbre, a 4.700 msnm. Desde aquí hasta Coroico es bajada en un 85 %. Se puede descender del minibús aquí y disfrutar de una bajada sobre una excelente carretera asfaltada, metida en un valle con picos de 6.000 msnm, o bien (como hacen los turistas intrépidos que optan por la excursión con bici) empezar más adelante, donde se abandona la carretera principal a la derecha, bajo un deteriorad­o ca r tel que reza “Death Road” y comienza el camino propiament­e dicho. Desde aquí son 64 km de ripio que salva un desnivel de 3.600 m.

Entorno pre selvático

Entre las curvas con precipicio­s de 400 m, uno debe decidir si ponerse más cerca de la pared de la montaña o ir sobre el filo del abismo, mientras en la curva cae una cascada de agua que no te deja ver nada. Es un entorno preselváti­co donde el frío de los anteriores 4.700 msnm pierde fuerza frente al

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