Weekend

Cumbre 4x4 en la frontera del cielo.

Considerad­o el lago volcánico más alto del mundo, nueve camionetas en caravana off road llegaron hasta este ícono riojano. También recorriero­n los serpentean­tes caminos que unen Chilecito con la abandonada mina La Mejicana.

- Por Marcelo Ferro.

Considerad­o el lago volcánico más alto del mundo, nueve camionetas en caravana off road llegaron hasta el cráter de Corona del Inca, a 5.400 m de altura. También recorriero­n los serpentean­tes caminos que unen Chilecito con la abandonada mina La Mejicana.

A5.400 m de altura el agua hierve a 82 ºC (no a 100 como estamos acostumbra­dos). Sin embargo, no reparamos en ese detalle cuando tocamos la cumbre. Casi tampoco advertimos estar en uno de los lugares más altos de la Argentina a los que se puede llegar en 4x4: el cráter Corona del Inca (waypoint: -27.91269, -68.82218), en la cordillera de La Rioja. Impertérri­tos, observábam­os en el límite con el cielo el lago volcánico color turquesa oscuro de 5 km de diámetro y 350 m de profundida­d, custodiado por montes y cerros nevados de renombrada trayectori­a: Pissis, Bonete Grande y Chico, Veladero, Reclus, Baboso y Gemelos Norte y Sur.

Tras descender de los vehículos, una suerte de energía mística se apoderó de nuestros cuerpos: muchos lloraron, otros rezaron, algunos extendimos nuestra mano hasta una cruz cumbrera y ofrendamos promesas y gratitud... Solo unos pocos mantuviero­n la entereza espiritual y física: la falta de presión de oxígeno logró que nos cansáramos rápido y con facilidad, pero la satisfacci­ón de haber dejado nuestra huella desvaída en la orilla del lago volcánico más alto del mundo compensaba el esfuerzo. Era sencillo sucumbir ante semejante inmensidad.

El camino a Corona del Inca bien puede comenzar en Vinchina (-28.75369, -68.20497), pero es difícil de medir en kilómetros: los lugareños convierten distancia en tiempo y dicen que entre ida y vuelta se van

unas 12 horas, por eso partimos ni bien el sol asomó entre las montañas. Y a poco de andar llegó la primera sorpresa: la Cuesta de La Troya, con sus placas geológicas de variado espesor, que las fuerzas tectónicas de millones de años curiosamen­te orientaron a 45 grados creando un pétreo efecto dominó, inusual en otros lares. Las dos formacione­s más destacadas: la Estrella Diaguita (figura de once puntas sobre un terraplén) y La Pirámide. Mientras el río La Troya zigzagueab­a a nuestro lado, los coirones teñían el suelo de amarillo y los minerales se apropiaban de los colores de las montañas, que brillaban opacas en una paleta cromática donde los verdes alternaban con ocres, morados y grises.

Un alto en el camino

Próxima escala, el refugio El Peñón (-28.47591, -68.83801), cita obligada de la RN 76 a 70 km de Vinchina y 3.600 m de altura: uno de los 14 que el presidente Bartolomé Mitre ordenó construir en 1864 y que Domingo F. Sarmiento culminó por 1873 para que los arrieros que llevaban ganado a Copiapó, Chile, a través del paso Pircas Negras, tuvieran donde guarecerse de las inclemenci­as climáticas. Su formato de nido de hornero, paredes cilíndrica­s de piedra y argamasa (mezcla de cal y tierra), y puerta de entrada circular albergan increíbles historias que llegan hasta la década de 1960, moment o en que la Aduana elevó tanto los aranceles que la trashumanc­ia dejó de ser negocio. Hoy, todas estas g ua r idas son paradas altern at iv a s de los aventurero­s que recorren la zona. Incluido el que sigue de camino: Laguna Brava, más conocido como El Destapadit­o (-28.26433, -68.83526), mote que ganó porque –aseguran– allí yace un desconocid­o arriero que a finales de 1950 falleció congelado en el lugar y cuya tumba los lugareños siempre tapan, pero cuando regresan la encuentran al descubiert­o. Como no portaba documentos no sé sabe quién es y nunca nadie reclamó su cuerpo.

El Portezuelo aparece a los 4.380 m, e inmediatam­ente después visualizam­os Laguna Brava (-28.33139, -68.84345), un espejo de agua brillante cuando le da el sol, de unos 17 km de longitud, 4 km de ancho y una profundida­d de entre 40 cm y 1,50 m. El odómetro parcial marcaba 115 km tras más de tres horas de travesía. A partir de allí lo que siguió hasta el cráter fue verdadero off road. Pero antes nos enteraríam­os de tres historias: la primera, que Laguna Brava es una reserva natural creada en 1980 para preservar a las vicuñas y flamencos rosados (tuvimos la oportunida­d de disfrutar de centenares de ellos mientras les robábamos fotografía­s) que, como consecuenc­ia de la caza furtiva, estaban al borde de la

extinción. De manera complement­aria protege guanacos, patos, chorlos, águilas moras, halcones, pumas y zorros colorados. La segunda, que desde 2009 es obligatori­o ir acompañado de un guía local durante toda la travesía (nosotros viajábamos con Ariel Varas). ¿Por qué? Debido a que antes de esta resolución dos personas se desorienta­ron, tuvieron que pasar la noche a la intemperie y una de ellas perdió la vida por no estar con el equipamien­to adecuado (en invierno la zona queda vedada debido a las nevadas y fuertes vientos). La tercera merece un párrafo aparte...

El guía relata que un avión Curtis C 46 bimotor cayó el 30 de abril de 1964 con cuatro tripulante­s y ocho yeguas a bordo, cuando un motor falló. El piloto confundió la laguna con un salar e improvisó un aterrizaje de emergencia. La tripulació­n fue rescatada, pero el avión quedó allí, aunque ahora es solo fuselaje y alas, porque alguien lo compró, desguazó y se llevó las piezas. Al tiempo que dejamos Laguna Brava por la ventanilla de la izquierda, Varas aporta el origen del nombre: “La leyenda cuenta que las aguas de este lugar se embravecía­n cuando aparecían intrusos, y advertían a los habitantes locales formando remolinos de viento y sal. ‘¡Brama la brava!’ decía la gente, y así surgió”.

Comienzo del fuera de ruta

Precipitad­amente, el camino desaparece y se transforma en una desdibujad­a huella nevada que en breve será de arena húmeda encajonada entre paredones de roca. La subida es a altas RPM pero no tan veloz: a lg unos vehículos padecen las dolencias del desaf iante terreno. El primer indicio del arribo son unos penitentes que surgen a la vera del camino pasado el mediodía. Estamos cerca... Todos llegan, alcanzamos los 5.400 msnm, al tan ambicionad­o Corona del Inca, al reino de lo inconmensu­rable, donde la presión de oxígeno es la mitad que a nivel del mar, donde a muchos nos duele la cabeza y donde las almas gemelas se descubren, abrazan, lagrimean y fusionan antes de comen za r el ca m i no de regreso a Chilecito (-29.16112, -67.4962), a unos 200 y tantos kilómetros cuesta abajo, pero con la misma cuota de aventura que durante la subida.

Me despido de la cumbre pen

sando en que lo que recordamos en nuestra vida son momentos, no días. “¡Y este será imborrable!”, proclama Verónica Romaña, directora de Mainumby 4x4, única empresa de travesías off road de la Argentina dirigida por una mujer, quien observa con propio esmero femenino cada uno de los detalles de la organizaci­ón: desde la gastronomí­a hasta el alojamient­o, sin pasar por alto la camaraderí­a del grupo (en esta ocasión participar­on 23 personas en 9 pick ups), el trabajo en equipo y la asistencia técnica cuando la situación lo requiere.

Como en Volver al futuro

Cambiamos de espacio y tiempo: por serpentean­tes faldeos pedregosos que llegan hasta el Cañón del Ocre y atraviesan decenas de veces el río Amarillo (no hace falta imaginarse el color del agua), viajamos a finales del siglo XIX en busca de la mina La Mejicana (-29.01667, -67.76667), las fantasmale­s ruinas de lo que alguna vez supo ser el centro de fundición de minerales más grande de la Argentina. Qué difícil es imaginar 1.600 personas trabajando en esta vasta y solitaria geografía para construir una de las mayores obras de ingeniería del mundo para esa época: un cablecarri­l de 36 km de longitud que uniera la localidad de Chilecito, ubicada a 1.100 msnm, con las alturas del Famatina –casi 5.000 m– a través de 262 torres, 9 estaciones, 6 calderas y profundos precipicio­s difíciles de sortear.

La historia es así: el cordón del Famatina (que no es cordillera, sino que es la sierra más alta del mundo, y cuyo punto más destacado es el cerro General Belgrano, de 6.097 m) fue uno de los lugares más importante­s de nuestro país en producción de oro, plata, hierro, cobre y plomo. Lo sabían los jesuitas, que ya lo explotaban para los españoles, y posteriorm­ente lo supo un mejicano, quien la explotó para los ingleses y encargó la construcci­ón del cablecarri­l a una compañía alemana, que lo terminó para 1905. En La Mejicana trabajaban casi 1.000 operarios. Ellos extraían unas 12.000 toneladas mensuales de minerales que eran llevados en tren a los puertos y, posteriorm­ente, en barco a Europa. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial (1914) los ingleses se retiraron, pero otras empresas continuaro­n con el proceso hasta 1926, en que los trabajos cesaron para siempre. El 25 de octubre de 1982 el cablecarri­l fue declarado Monumento Histórico Nacional y actualment­e es un ícono que convoca a centenares de viajeros año tras año, por eso no hay que pasarlo por alto en un próximo viaje a La Rioja.

Los dos días de caravana cerraron bajo la luna llena de Chilecito con pollo al disco, vino regional y obsequios de la empresa Campinox. Como según el escritor español Arturo Pérez Reverte “el mejor viaje siempre es el próximo”, también quedó abierta la convocator­ia de Mainumby 4x4 a los lectores: próxima travesía, Mendoza, en Semana Santa (1 al 4 de abril), para toda la familia. Allí nos veremos para descubrir otros grandes momentos y paisajes.

 ??  ?? El camino a la mina La Mejicana se inicia en Chilecito y discurre a través de faldeos pedregosos en los que el río Amarillo se vuelve una constante durante gran parte del trayecto. Si bien hay que tener precaución, no hacen falta conocimien­tos avanzados de conducción 4x4.
El camino a la mina La Mejicana se inicia en Chilecito y discurre a través de faldeos pedregosos en los que el río Amarillo se vuelve una constante durante gran parte del trayecto. Si bien hay que tener precaución, no hacen falta conocimien­tos avanzados de conducción 4x4.
 ??  ?? Momento de relax camino al cráter Corona del Inca para jugar con la nieve. Derecha: casa de ladrillos de adobe en el sendero de acceso a Laguna Brava, donde hay que abonar un pase e informar los datos personales.
Momento de relax camino al cráter Corona del Inca para jugar con la nieve. Derecha: casa de ladrillos de adobe en el sendero de acceso a Laguna Brava, donde hay que abonar un pase e informar los datos personales.
 ??  ?? Dura trepada en la huella hacia Corona del Inca. La organizaci­ón provee a cada piloto de un handie VHF a través del cual le proporcion­a las indicacion­es técnicas y turísticas del recorrido.
Dura trepada en la huella hacia Corona del Inca. La organizaci­ón provee a cada piloto de un handie VHF a través del cual le proporcion­a las indicacion­es técnicas y turísticas del recorrido.
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Arriba: Cañón del Ocre, curiosa formación camino a La Mejicana. Y uno de los tantos serpenteos del faldeo. Centro: desayuno grupal antes de partir. Abajo: ajustando la presión de los neumáticos para encarar el arenal. Y construcci­ón abandonada de la mina.
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Vista del cráter Corona del Inca, a 5.400 m de altura. Nevada sorpresa en ambos días de la travesía. Der.: viajar con una carpa de techo permite acampar casi en cualquier lado para descansar y disfrutar de lugares increíbles. El modelo de Campinox es para dos personas y se arma en apenas 20 segundos.
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