Weekend

Marisol: variada de sol a sol.

Los intentos fueron con cebos naturales y a tiro de caña en las costas de Oriente. También lenguados con mosca en el mar y el río Quequén Salado.

- Por Alejandro Inzaurraga.

Los intentos fueron con cebos naturales y a tiro de caña en las costas de Oriente. También lenguados con mosca en el mar y el río Quequén Salado.

Un solo día. Todo o nada puede pasar a lo largo de una jornada. Hay muchos iguales, similares, repetidos. Pero hay días especiales, únicos. Cuando mi buen amigo Ceferino Chapa Traverso me comentó que con Nahuel, su hijo, estaban pescando muy bien en el mar de las playas de Marisol y que habían encontrand­o interesant­es alternativ­as a la variada costera capturando lenguados, corvinas y hasta grandes chuchos con mosca, imaginé que podíamos ser parte de esa experienci­a y darla a conocer. Chapa, además de buen tipo y buen pescador, es un inquieto mosquero que no deja de observar e intentar cosas nuevas y además comparte generosame­nte sus conocimien­tos.

Por distintas circunstan­cias contábamos con un solo día para jugarnos a hacer la pesca, así que la idea era aprovechar­lo de sol a sol. Con Joaco, mi hijo, y Lucas, un amigo, partimos hacia Marisol con la idea de estar ahí a primera hora de la mañana. Marisol (o Balneario Oriente como figura en algunos mapas) queda a unos 68 km -y aproximada­mente 1 hora de vehículo- de Tres Arroyos.

Tal cual lo acordado nos encontramo­s temprano en la casa especializ­ada Punto

Pesca de Alan Valladares, otro referente local de la actividad y gran conocedor de los secretos del agua salada. Y con el mar en creciente, y a punto de llegar a la pleamar, partimos en 4x4 por la playa a recorrer algunos puntos clave. Para el neófito parece todo igual, pero quien conoce bien va identifica­ndo bancos, canaletas, colores del agua, manchas de microplanc­t on, mov i m ient o de p e ces, bancos de almejas y distintos indicios que pueden significar lugares de buen pique.

Con carnadas naturales y fly

A unos 18 km por la playa, con el agua empezando a bajar, armamos equipos y desplegamo­s estrategia­s bien diferentes. Joaco y Lucas se dedicarían a pescar con carnadas naturales y con Chapa intentaría­mos en fly cast (mosca). Los chicos usaron equipos compuestos por varas de 3,90 a 4,50 m, con reeles frontales grandes para la pesca de variada de mar, con nailon monofilame­nto del 0,26 a 0,35 mm, con un chicote de salida cónico (para que soporte la mayor fricción y no se corte al momento del primer impulso del lanzamient­o), terminados en aparejos de un solo anzuelo 3/0 a 5/0 y plomadas tipo satélite con aletas o plomadas con destrabe y con encarnes de camarón y anchoíta, carnadas que no fallan tanto para la variada embarcada cómo de costa. Eso sí, para que perduren conviene asegurarla­s al anzuelo con unas cuantas vueltas de hilo elástico. Y para el pejerrey, una vara de 3,50 m y un reel frontal un poco más chico con aparejo de medio fondo (con plomada para lanzar pero con boya elevadora) de tres anzuelos de pejerrey N° 2 y camarón de carnada.

Para la pesca con mosca bus

cando lenguados, Chapa optó por una vara de potencia #4 bien rápida, y entre los chicos y yo utilizamos de #6, #7 y #8, aunque lo recomendab­le para quienes se inician en esta pesca es no bajar de un #6. La idea de utilizar equipos más potentes se basa en variables como la de vencer el viento de costa, en la dificultad para lanzar una mosca voluminosa o que se prenda algún lenguado de mayor tamaño. En la mayoría de las condicione­s de pesca no hacen falta tiros extremadam­ente largos ni precisos, por lo que no es necesario ser un mosquero demasiado experiment­ado y, de todas maneras, al estar despejado el mar y sin obstáculos, se puede pelear un gran pez con una vara #4 o #6 por un buen rato, sin riesgo de corte por enganche.

Los reeles deben ser aptos para agua salada y estar cargados con líneas de flote y líderes no demasiado largos (del orden de los 4 a 5 pies) y, para que baje un poco más la mosca, en sectores más hondos se puede agregar un polyleader –un tramo de hundimient­o que se adiciona a la punta de la línea de flote– o también se pueden utilizar líneas de punta de hundmiento o sinking tip. Terminando el conjunto en un tippet de fluorocarb­ono de 0,35 a 0,40 de diámetro. La mordida del lenguado es de dientes agudos, pero no es necesario el cable de acero.

Cambios de profundida­d

Los resultados con carnada fueron: lanzando a la segunda canaleta, corvinas rubias con preferenci­a en los encarnes de camarón y algunos bagres de mar indistinta­mente con ambos encarnes. Y en la primera canaleta, pejerreyes con el aparejo de medio fondo, con encarnes de camarón no demasiado voluminoso­s ya que el escardón tiene boca pequeña. Con la mosca solo prendimos un lenguado chico en un desplayado y observamos dos más, que merced a la claridad del agua, vimos moverse en su clásica disparada levantando

arena del fondo. Sobre los bancos de almejas en los que Chapa y Nahuel habían capturado chuchos y corvinas en días anteriores, no tuvimos suerte en esta oportunida­d por lo que resolvimos hacer un alto al mediodía para almorzar y probar por la tarde en la boca del río Quequén Salado, en el primer tramo de su curso y en el mar.

Sin perder mucho tiempo, enganchamo­s la lancha a la chata y bajamos al río Quequén Salado solo con las cañas de mosca. El tramo final del río, antes de su desembocad­ura en el mar, está despejado de bancos y veriles de arena; da para caminarlo y pescar vadeando. El sector de la boca, por la época del año, tenía mucha actividad y presencia humana. Así que optamos por fondear la embarcació­n en un tramo del río un poco más alejado de la desembocad­ura. La estrategia es la de ir caminado con el agua a media pierna e identifica­ndo los cambios de profundida­d para sondear con las moscas tanto la parte más honda como el veril y el desplayado cercano. Estos cambios de profundida­d en un río hacen que las aguas se aceleren, se desordenen, se generen algunas pequeñas turbulenci­as y los peces y organismos menores pierdan estabilida­d o sean arrastrado­s, oportunida­d para las especies cazadoras como el lenguado, que suelen apostarse en esos puntos para obtener el sustento. El agua dulce no les va nada mal a estos peces planos, así que ingresan al río sin problemas y suelen remontarlo bast a nt e aprovecha ndo las mareas altas.

Cómo es la técnica

La estrategia de ataque del lenguado es apostado en el fondo, quieto y mimetizado con la arena y los sedimentos, atento a

lo que pase nadando por encima de su radio de cacería. Generalmen­te se trata de sectores de poca profundida­d, de entre un metro y 40 cm de agua. Con los dos ojos hacia arriba, atento, ataca a su presa a la pasada con un violento despegue del fondo.

La dieta habitual de estos cazadores de acecho en el río está compuesta principalm­ente por peces: pequeños pejerreyes, dientudos, mojarras. Esto nos da la pauta de qué patrones de moscas usar. Lo ideal es que imiten en tamaño, silueta y color a lo que están esperando ver. Los estrímeres grandes –atados en anzuelos para agua salada en tamaños 1/0 a 3/0– de materiales sintéticos como Craft Fur, son muy efectivos y además cargan poca agua facilitand­o los lances.

Moscas de cabeza de silicona o resina UV como la Surf Candy funcionan muy bien. A menudo, las traga enteras de un bocado con su boca protráctil, pero también las puede morder por el medio con los dientes afilados y luego engullirla­s en un segundo movimiento. Por eso a veces las moscas con el anzuelo retraído o con dos anzuelos son muy efectivas con esta especie. La Oriental, un patrón diseñado por Chapa con anzuelo retraído en craft fur y flashabou chartreuse fotolumini­scente, es una mosca muy efectiva y clavadora, que tiene muy buen perfil gracias a que está confeccion­ada con la técnica de dubbing loop en lugar del atado tradiciona­l en mechones. Esto le da mejor silueta y más cuerpo a la hora de querer imitar un pequeño pez. Otra estrategia que rinde bien es atar dos moscas en tándem con 40 o 50 cm de separación, a veces complica un poco para lanzar pero aumenta las chances de obtener la presa y rinde.

La tarde transcurri­ó serena, como el río, que a medida que se fue llenando de agua, con la marea in crescendo, nos fue regalando en los veriles y en los bajos buenos piques de lenguados medianos, combativos, de los que se resisten con embates y saltos fuera del agua, aún después de la puesta de sol. Una pesca que, cuando se la va descifrand­o, es una delicia.

Todo puede pasar en un día y si tuviéramos que elegir solo uno, no sería de los grises, monocordes y rutinarios, sería uno lleno de experienci­as, emociones, aprendizaj­es. Segurament­e también, sería en buena compañía y haciendo lo que nos apasiona. Como esta gran jornada de pesca en las generosas aguas de Marisol.

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 ??  ?? Las playas de Marisol en época estival son pródigas en corvinas, peces de pique franco que se arriman a la costa buscando almejas y otros pequeños organismos.
Las playas de Marisol en época estival son pródigas en corvinas, peces de pique franco que se arriman a la costa buscando almejas y otros pequeños organismos.
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 ??  ?? De izq. a der. Bagre de mar con anchoíta, pejerrey con camarón, lenguado capturado con línea de flote y mosca y corvina rubia con camarón. izq: última etapa de la captura de una corvina.
De izq. a der. Bagre de mar con anchoíta, pejerrey con camarón, lenguado capturado con línea de flote y mosca y corvina rubia con camarón. izq: última etapa de la captura de una corvina.
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 ??  ?? De Izq. a Der.: pejerrey escardón, presente hasta la primavera siendo su mejor momento el final del otoño. Lanzando en el mar. Lucas y Joaco con otro lenguado y navegando en el primer tramo del río Quequén Salado.
De Izq. a Der.: pejerrey escardón, presente hasta la primavera siendo su mejor momento el final del otoño. Lanzando en el mar. Lucas y Joaco con otro lenguado y navegando en el primer tramo del río Quequén Salado.
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Salto acrobático de un lenguado y Chapa exhibiendo su captura lograda en los veriles arenosos del río. Abajo: encarne de cola de anchoíta, encarne de camarón sin pelar y aparejo encarnado con plomada de destrabe.
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