Gigantes de aguas profundas.
Villa Urquiza, en el Paraná entrerriano, nos sorprendió con buenos patíes y surubíes.
Villa Urquiza, en el Paraná entrerriano, nos sorprendió con buenos patíes y surubíes.
El Paraná entrerriano nos esperaba con una gran variada de piel, donde grandes manguruyúes, patíes y surubíes agasajaron nuestras jornadas. Para esto, Juan Pablo – Palit o – Schmaedke, guía de pesca y conocedor de la zona de Villa Urquiza, nos tenía todo preparado. Luego de reponer energías tras un placentero descanso en cómodas cabañas, Germán Trulls y Pablo nos esperaron en la bajada de embarcaciones a la vera del río, y a las 7 de la mañana dimos comienzo a la jornada de pesca.
Equipos
Las cañas que utilizamos fueron de 8 a 17 lb (1 libra = 0,453 kg) o de 12 a 25 lb, preferentemente cortas, de hasta no más de 1,80 m. En cuanto a reeles, rotativos y frontales cargados con multifilamento de entre 0,18 y 0,25 mm, con anzuelo N° 9/0, plomo de 60 a 80 g redondo y corredizo, porque teníamos que lograr que la línea bajara con rapidez al fondo; la pesca se daría a una profundidad de entre los 40 y 50 m. La línea que utilizamos es sencilla: brazolada larga, aproximadamente de unos 2 m, con nailon de 0,70 mm, y la madre también de nylon, pero del 0,90. Las carnadas, morenas y anguilas vivas.
Luego de navegar unos 30 minutos llegamos al primer lugar elegido por Palito, donde pescaríamos completamente al garete. Organizamos los encarnes, y líneas al agua. Cuando el plomo tocara fondo, dejaríamos derivar la línea a unos 50 m de
la embarcación. Y así los piques llegaron sin demora alguna. De la mano de Nicolás Albanese se abrió la jornada deportiva con un pez que no dejaba de sacar multifilamento del reel, momento donde hay que dejar que lleve la carnada hasta concretar la maniobra de clavado. Así fue como, durante 20 minutos, batalló para poder elevarlo a superficie. Si sumamos la profundidad a la que veníamos pescando, los metros que dejamos derivar la línea y todo el multi que nos saca el pez en la corrida, concluiremos que hasta arrimarlo a la embarcación pasan varios minutos.
Una vez transcurridos, pudimos divisar en superficie un maravilloso patí que rondó los 30 kilos. La maniobra de izarlo a la embarcación hay que hacerla con suma tranquilidad para no dañar al pez. Fotos rápidamente y devolución a su hábitat natural.
Volvimos a navegar hasta el punto de comienzo para garetear, ya que la zona era la ideal y allí abajo estaban estas grandes bestias. Mientras permanecíamos a la espera de los piques, Pablo nos contaba que también se estaban dando muy buenos ejemplares de manguruyú de las piedras, una especie para coronar la fructífera variada de piel que veníamos realizando. En el aparejo de Abel Arenillas y Pablo se dieron piques en simultáneo de grandes patíes, por lo que llegando al med iod ía y con una pesca totalmente satisfactoria, optamos por regresar a las cabañas, donde almorzaríamos.
Tarde soñada
Volvimos a salir al río Paraná a las 16 para aprovecha r la pesca hasta la caída del sol. Se nos sumó a la jornada Matías Arévalo, otro de los guías del staff, y allí fuimos en busca de los grandes manguruyúes. Mientras navegamos hasta la zona de pesca encarnamos los aparejos. La modalidad sería al garete, pero enseguida nos sorprendió una gran llevada en el aparejo de Palito, con un pique totalmente diferente al de patí. Apostábamos a que del otro lado de la línea venía un gran manguruyú, y así fue. Luego de unos 15 minutos de batalla asomó en superficie esta gran bestia, un “manguruyú de las piedras”, con gran colorido en la piel, al que izamos rápidamente para las fotos y devolución inmediata. La tarde estuvo muy entretenida, con grandes portes de patíes y manguruyúes, y una caída del sol que se hacía notar, por lo que decidimos dar por concluida la jornada y regresar al día siguiente.
Un cierre para el recuerdo
La mañana se presentó con algo de lluvia, por lo que optamos por dejar la pesca para la tarde. A las 15 salimos al Paraná en busca de cachorros de surubí. La pesca la realizamos a la salida de una laguna donde se junta mucha carnada, y donde abundan especies de peces más chicos, ideal para tentar a los suru. Mientras hacíamos los encarnes con morena, divisábamos cómo los surubíes estaban cazando. Fue cuestión de que cayera el aparejo al agua: los piques llegaron al instante. Se trata de una mordida que no hay que apurar en concretar. Nuestras líneas harán una tradicional aflojada, momento en el que hay que darle tiempo a que coma, hasta concretar la acción.
No dimos con grandes piezas, pero sí con magníficos ejemplares que rondaron de 8 a 15 kilos. Fue un cierre de jornada increíble con una especie de piel que está muy activa en esta zona del Paraná entrerriano. El agua por el momento se encuentra muy turbia, lo que no ayudó a dar con los dorados, pero con el correr de los días se va a ir aclarando, prometiendo una muy buena temporada.